Inicio ¿Se puede hablar de avances en los temas clave que están colocando las mujeres rurales organizadas en la agenda social?

¿Se puede hablar de avances en los temas clave que están colocando las mujeres rurales organizadas en la agenda social?

Por Maya Cu*

Desde febrero pasado, organizaciones de mujeres rurales plantearon la necesidad de rearticularse en torno a las problemáticas que las aquejan, las cuales se pueden resumir en dos dimensiones:

Una, la falta de respuesta a sus demandas concretas –relativas a la tierra y los recursos naturales, así como erradicar prácticas patriarcales– no solo de parte del Estado, sino dentro de las mismas organizaciones campesinas de las cuales muchas de ellas son parte.

Dos, el creciente fenómeno de la desarticulación de las organizaciones en general, pero de las mujeres rurales en particular debido a circunstancias como la dispersión a partir del retorno a Guatemala, luego de muchos años de exilio, específicamente en México.

Ante ello, tanto las organizaciones de mujeres retornadas como otras surgidas luego de los Acuerdos de Paz, a las que se suman mujeres insertas en organizaciones mixtas, han iniciado un proceso que suma, hasta el pasado 13 de octubre, cuatro encuentros a nivel nacional, cuya finalidad es hacer visible la situación actual de las mujeres rurales y encaminarse hacia un movimiento capaz de reunirlas en torno a las agendas que las convocan como mujeres rurales, la mayoría indígenas.

AGENDA PENDIENTE Y TEMAS EMERGENTES

El año 1993 es una fecha clave en la historia reciente de Guatemala, ya que se realizó el primer proceso de retorno organizado de las comunidades que vivieron por más de 10 años fuera del país.

Luego, entre 1994 y 1996, retornan las organizaciones Madre Tierra, Mamá Maquín e Ixmucané, las tres surgidas durante el refugio, en donde alcanzaron un alto nivel organizativo, colocando sus demandas específicas en la agenda del proceso de retorno.

En aquel entonces, las demandas destacaban la copropiedad de la tierra y la satisfacción de necesidades básicas para sus comunidades, en particular, aquellas que tenían relación directa con su rol de madres.

De aquellos años hasta hoy, resultan novedosas varias demandas relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos, la erradicación de la violencia contra las mujeres y la propiedad de la tierra para mujeres solas o solteras.

En el caso de los derechos sexuales y reproductivos, se refieren al acceso a métodos anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados.

Además ha cobrado importancia el sector juvenil, ya que cada vez crece la demanda para que las mujeres rurales jóvenes puedan continuar sus estudios y obtener un grado académico que les permita cierta autonomía económica y lo que comúnmente ellas llaman «superación».

La violencia de género es otro tema altamente preocupante que se vincula con el tema de derechos sexuales y reproductivos, ya que muchos embarazos en adolescentes son consecuencia de esa violencia.

En relación al tema de la propiedad, las mujeres solas, jefas de familia por razones de migración, viudez o abandono, y solteras que por opción viven sin una pareja, demandan el derecho a heredar o adquirir tierra para sí mismas.

Estos cambios en las agendas se relacionan con una mayor conciencia de las mujeres rurales acerca de sus derechos, pero también por la exacerbación del machismo que ha vuelto a manifestarse luego de los años de refugio o de experiencia organizativa en las comunidades de desplazados internos, cuando las mujeres alcanzaron espacios importantes en las decisiones comunitarias.

Paradójicamente, luego del reasentamiento se volvió a las prácticas machistas y discriminatorias contra ellas.

«ME ARREPIENTO DE HABER TENIDO OTRO HIJO»

Durante una entrevista, una de las líderes de la Asociación de Mujeres Madre Tierra comparte: «Cuando supe que estaba embarazada de otro niño me dio mucho enojo, porque no usé un método anticonceptivo por falta de dinero. Yo si me arrepiento de haber tenido otro hijo porque no estaba bien de salud. Pero me decidí y me operé, y mi marido tuvo que aceptar porque ya no podíamos tener más».

Estas palabras ilustran el sentir de la mayoría de mujeres cuando se ven obligadas por las circunstancias a llevar a término un embarazo no deseado.

Esa preocupación es la que lleva a las dirigentes de estas organizaciones a plantear la necesidad de impulsar de nuevo campañas educativas dirigidas a mujeres y hombres jóvenes en torno a la violencia de género, y lo que llaman «paternidad responsable».

Es cada vez más fuerte la visión de que la maternidad y paternidad debe ser deseada, planificada y vivida de manera plena y gozosa por ambos integrantes de la pareja.

No cabe duda que, aunque estos temas aún son tabú en algunas comunidades, cada vez más se hace imperativa la necesidad y la conciencia de que las mujeres decidan libre y voluntariamente si quieren o no ser madres y el momento adecuado para hacerlo.

*Corresponsal en Guatemala, integrante de Red Mujeres al Aire/Voces de Mujeres.

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