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Se rebelan indígenas de Zinacantán

Por Manuel de la Cruz

Indígenas artesanas del alteño municipio de Zinacantán rompiendo con la tradición de sus usos y costumbres al declarase madres solteras e independientes.

Son al menos una docena de mujeres que laboran en largas jornadas en el campo, de cuatro de la mañana a cinco de tarde. La diferencia con el resto de las indígenas de la comunidad es que son divorciadas, separadas o han sido abandonadas.

Ayer celebraron sin regalos el tradicional «Día de las Madres» en sus casas. Su representante Pascuala Vásquez Hernández explicó que sus compañeras son madres solteras que rompieron con sus usos y costumbres y se declararon «independientes», al dejar en claro que al ser el principal sostén del hogar, ya no requieren de un marido.

Rosita, tiene 17 años y a su edad mucho han sido los jóvenes indígenas que la buscan para unirse en matrimonio. Sin embargo ella dice que su respuesta ha sido «es mejor estar sola que mal acompañada».

Ella está consciente de que su actitud es considerada por los tradicionalistas como el de una «loca desubicada».

Sentada sobre la tierra hace tortillas de maíz a mano en un pequeño fogón de adobe, asegura que la celebración de «las madres es igual que cualquier otro día porque siempre tenemos que trabajar. Desde antes de amanecer cargamos leña, hacemos la comida y laboramos en la parcela».

Pascuala dice que la situación como madres solteras en las comunidades de este municipio es más complicada porque aunada a la larga jornada laboral de más de 12 horas diarias tienen que soportar la discriminación de que son objeto.

Incluso, las leyes tradicionales se endurecen para que sirva de ejemplo a las que quieren seguir el camino de la emancipación: los jueces rurales han determinado que aquellas que tengan uno o más hijos y estén separadas o divorciadas reciban como pensión mil 200 pesos anuales.

Un dinero que por supuesto es insuficiente para procurar la alimentación, educación y salud de los niños.

Sobre este asunto, Petrona Hernández, comenta que las autoridades son insensibles porque anteponen los usos y costumbres a la razón, imponiendo la «ley de los hombres» en las comunidades.

En San Juan Chamula, Marcela (esposa del diputado federal priista Florencio Collazo), asegura que las mujeres indígenas continúan siendo sumisas a las decisiones de los hombres como desde hace cientos de años.

Sostiene que «el chamula manda y la mujer obedece». Aunque poco a poco las mujeres han ido ganando espacios.

Los indígenas de este municipio celebraron el «Día de las Madres» con una de las ceremonias más coloridas de Chiapas.

Denunciaron que el alcoholismo es una de las principales causas de la violencia intrafamiliar que se extiende aceleradamente en decenas de comunidades donde mujeres y niños son las víctimas.

Según ella, las mujeres de San Juan Chamula tienen los mismos problemas que las de Zinacantán, San Cristóbal de las Casas, Chenalhó y Tenejapa donde «las costumbres pasan por encima de nuestra dignidad. Y el día de las madres es el mismo porque siempre lo pasamos trabajando».

2004/GV/SM

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