Ella es Rebeca Alcántara Márquez. Es policía judicial, con 18 años de servicio. Su cabello rizado, piel tostada, su mirada sencilla y sin más, ante un público diverso agradece la oportunidad de hablar por ella misma:
Las mujeres policías «tenemos que enfrentar discriminación de jefes, compañeros y de la misma sociedad», la profesión implica, además de vocación «un doble esfuerzo».
Su voz es seca. En el patio de la Procuraduría General de la República, el público está expectante. Se conmemora el Día Internacional de la Mujer, se anuncia un aumento salarial y la creación de una estancia infantil. Hay flores por todas partes, funcionarias con glamour, trabajadoras administrativas.
Rebeca continúa: «Las mujeres no pedimos consideraciones de nuestros mandos y compañeros, pedimos comprensión. Sería absurdo pensar que somos iguales. ¡No¡, hay diferencias físicas y fisiológicas en nuestros cuerpos, pero no en nuestras mentes, pensar que si eres más fuerte, eres mejor, es un pensamiento retrógrada».
Minutos antes, la subproducradora de Coordinación General y Desarrollo, Ma. de la Luz Lima había dicho «del personal sustantivo» (policías judiciales, peritos, ministerios públicos y gente en campaña) el 15 por ciento son mujeres, 969. Su edad promedio es de 30 a 40 años; el 50.64 por ciento es madre; 19.67 por ciento no cuenta con apoyo de su pareja y 12.9 vive sin ayuda para el cuidado de sus hijos que en 19.3 por ciento de los casos tienen menos de cinco años.
Las reveladoras cifras se materializan en la figura de Rebeca, que sin inmutarse explica: «se es policía por vocacion» y aclara «no por tener un puesto laboral». Las asistentes se miran unas a otras. Rebeca habla delante de las autoridades de la Procuraduría, las elegantes representantes del gobierno federal, local y municipal que fueron invitadas.
Entonces, Rebeca entra en el tema principal: el trabajo de la policía investigadora es 95 por ciento de análisis, de pensamiento y sólo cinco por ciento es operativo –con una pistola 47 usable, diría después- y ¿sabén qué? «la carrera de policía no se realiza por impulsos o instintos, se desarrolla a partir de un método, y termina a base de diferentes mecanismos de análisis».
Sin embargo, las investigaciones no son de suerte, sino de un trabajo estructurado, y «este es el punto», dijo viendo al auditorio.
Y agregó: «que no se nos reconoce, porque para que los superiores la mayoría de nosostras somos incapaces de elaborar estrategias, para combatir la delincuencia. Es triste pensar que para esta delincuencia no hay discriminación hacia nosotras…. para ellos (los delincuentes) si somos policías capaces, para los jefes no».
Así sus líneas se fueron diluyendo, «las mujeres policías hacemos un doble esfuerzo para obtener un reconocimiento, nosotras no competimos con los hombres… pero debemos demostrar que sabemos realizar nuestro trabajo» y entonces, solamente entonces, respiraba, «logramos nuestros ascensos».
Luego le contó a los presentes: «He vivido y he estado en varias administraciones y hasta la fecha la condición de la mujer policía ha cambiado muy poco», por ello tal vez Rebeca de 43 años, con un título de licenciada en criminología, repitió que «esta oportunidad de externar mi pensar y el de muchas de mis compañeras, ya empieza a cambiar».
El insólito testimonio arrancó aplausos nutridos. La celebración del 8 de Marzo tenía como pretexto además de la fecha, la instauración de la Mesa de Justicia , Equidad y Género que, como un espacio interinstitucional, buscará ponerle a la procuración de justicia la perspectiva de género.
En el lugar, el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, anunció un programa de reconocimiento a las trabajadoras de esa procuraduría, aumentos salariales que en personal sustantivo llegarán hasta el 50 por ciento, revisión de la nómina administrativa, capacitación y reconocimiento a las mujeres, que una y otra vez, dijo, «son las primeras en llegar a su trabajo y las últimas en irse».
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