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Siete de cada 10 oaxaqueñas padecen violencia de género

Por Sandra Torres Pastrana*
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Me mire al espejo y no me reconocí, me sentí con mis sueños frustrados y mi dignidad quebrantada, exhale profundamente y me dije a mi misma: “No más, ni un golpe, ni una palabra, ni una sola humillación”. Ese día tuve fuerza para irme de lado del hombre que un día había amado (Virginia, 33 años).
 
La violencia contra las mujeres es una de las expresiones más perversas para destruir el potencial humano de las mujeres. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.
 
De acuerdo con una investigación reciente de la Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM), en Oaxaca siete de cada 10 mujeres padecen violencia de género, y en muchos de los casos ni siquiera distinguen que están siendo violentadas.
 
Como el caso de Lucía, de 20 años, quien en entrevista para La Savia narra, aún con la voz quebrada ante el dolor que le significó identificar y reconocer que vivía violencia.
 
“Me recogió como todas las tardes en la escuela, tomaríamos un café en el centro, pero sin más, inició la discusión en el coche, sus celos eran un motivo siempre y mi forma de vestir un inconveniente, pero mi amor una razón para siempre calmar las rencillas.
 
“Sin embargo, esta vez de un puñetazo en mi cara y tirando de mis cabellos me dijo que era la última vez que quería verme con minifalda y sonriendo a mis compañeros de trabajo. Me espanté mucho, salí del coche como pude, caminé llorando por el andador frente a Santo Domingo, me sentí muy sola, necesitaba regresar y arreglar la situación; él no era así, seguro había tenido un mal día”.
 
El aumento en los casos de violencia en el noviazgo en Oaxaca es alarmante: cifras oficiales indican que tres de cada 10 mujeres sufren violencia en el noviazgo, mientras que en el país la proporción es de cuatro por cada 10, lo que se traduce en una cifra muy alta para el estado.
 
Una muestra de que en Oaxaca existe un foco rojo por la violencia en el noviazgo es el caso de Dafne Carreño Bengochea, asesinada a puñaladas por su ex novio Alejandro Rivera López, y el de Melissa Bravo Rivero, de 18 años, estudiante del CBTIS 66 en Tierra Colorada y ultimada por su novio, quien declaró haberla asesinado, pues era casado y ella amenazaba con decirle a su esposa.
 
Lucía corrió con suerte y las cosas fueron distintas. Hoy puede platicar de su caso y cómo enfrentó la violencia en el noviazgo. “Regresé con mi novio una y otra vez, justificando su comportamiento y que con el tiempo cambiaría su forma de ser. Sin embargo la situación empeoró, hasta el grado de cambiar mi forma de ser y de vestir.
 
“No fue sencillo aceptar las críticas y consejos de amigas y familiares; tuve miedo de quedarme sola, en ocasiones pensaba que no podría vivir sin él; la atención psicológica y el apoyo de mi familia fue contundente para romper con ese noviazgo”.
 
La investigación de la UTM es precisa al identificar que la violencia contra las mujeres no es exclusiva de un sector social, no respeta edad, si se es profesional o no, y puntualiza: “no respeta absolutamente nada”.
 
Rosario es una mujer indígena de 24 años, sin embargo aparenta mayor edad; tiene una niña y tres niños. Hoy vive en la ciudad de Oaxaca; recuerda su pueblo, en la región del Istmo, con olor a mango verde y plátano frito, añora pasear en el río y refrescarse de “la calor”, como ella dice sonriendo. Extraña el sonido del río y los largos ratos en su hamaca.
 
Con un poco de miedo y tímida cuenta: “Estudié hasta sexto de primaria, ya no quise estudiar y me quedé haciendo las labores en mi casa. La falta de dinero me hizo llegar a la ciudad de Oaxaca y trabajar para ayudar a mi familia.
 
“En un baile conocí al papá de mis hijos; él es 10 años mayor que yo. Al principio me sentía protegida y apoyada, después las cosas cambiaron. Él empezó a tomar demasiado y los insultos y los golpes llegaron”.
 
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2011, por cada 100 mujeres de 15 años y más que han tenido pareja o esposo, 47 han vivido situaciones de violencia emocional, económica, física o sexual durante su actual o última relación.
 
Las agresiones más ampliamente experimentadas por las mujeres, son las de carácter emocional: 43.1 por ciento ha vivido –al menos una vez a lo largo de su relación– insultos, amenazas, humillaciones, y otras ofensas de tipo psicológico o emocional.
 
En 2011 en Oaxaca un millón 274 mil 878 mujeres mayores de 15 años sufrieron algún tipo de violencia, de éstas el 22.71 por ciento denunció haber sufrido algún tipo de agresión en su hogar, desglosado de la siguiente manera: violencia emocional la sufrieron 246 mil 3 mujeres; económica, 134 mil 972; física, 43 mil 867, y sexual, 34 mil 140.
 
Rosario es parte de las estadísticas de la violencia contra las oaxaqueñas; ella está convencida de que no dejará a su esposo, no sólo por miedo, sino porque como ella dice: “No regresaré a mi pueblo con mis hijos, fracasada”.
 
A pesar de que conoce instituciones y lugares donde puede pedir ayuda para ella y su hija e hijos, destaca: “Me ayudarán dos o tres meses, pero al final me quedaré sola. De qué puedo trabajar si no estudié, dónde llevaré a vivir a mis hijos, cuánto tengo que gastar en dinero y tiempo en una demanda, tengo miedo y dudas”.
 
Esta situación se repite. El miedo, la incertidumbre, la soledad y la falta de elementos que permitan a las mujeres tomar una decisión contundente para dejar de vivir violencia de género en el ámbito público y privado, permean este complejo fenómeno social.
 
Por ello es necesario que todas las oaxaqueñas sepan que existen leyes que protegen a las mujeres y niñas que son víctimas de violencia de género, y que por lo tanto debemos hacer valer.
 
La Ley Estatal de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia nos permite conocer y reconocer los tipos de violencia de género que son sancionadas: violencia psicológica, física, patrimonial, económica, sexual y el extremo de la violencia contra las mujeres: la violencia feminicida.
 
Asimismo, sanciona la violencia de género en el ámbito familiar, institucional, laboral y docente, social y comunitario.
 
En entrevista, Martha –abogada y con un hijo de apenas tres años– relata: “Durante los años que compartí con mi compañero viví violencia económica, violencia psicológica y fue hasta que llegó la violencia física que pude identificar que llevaba varios meses en una situación que había deteriorado mi estado físico y emocional.
 
“Tomé la decisión de salir de la casa donde conviví con mi pareja y buscar un espacio más pequeño para sentirme segura con mi hijo, aunque mi salario es poco y tengo carencias, estoy luchando porque esta situación no me quite la sonrisa.
 
“Acudí por apoyo al Instituto de la Mujer Oaxaqueña y aunque la situación en ocasiones se torna complicada con mi ex pareja y es grosero o prepotente, no permitiré que rompa mis sueños y metas. La diferencia es que las mujeres tejemos redes y entre nosotras nos apoyamos y rompemos el silencio”.
 
*Texto retomado de la revista La Savia.
 
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