En la ciudad de México, a pesar de las modificaciones legales y la creación de instancias para su atención, las mujeres se resisten a denunciar la violación sexual.
La Procuraduría General de la Justicia del Distrito Federal (PGJDF) recibe poco más de tres denuncias diarias por violación, cifra que ha tenido sólo ligeras variaciones desde hace una década.
Según el análisis más reciente de la PGJDF, el año 2002 recibió 3.63 quejas diarias por violación, mientras que en 1993 tuvo un promedio 3.35.
Hubo en repunte en 1997, cuando el número de actas diarias fue de 3.97, alcanzando un pico de 5.53 denuncias al día durante junio.
En casi una década, el año 2001 fue el de menor porcentaje de denuncias: 3.29 cada día.
Entre todas las denuncias recibidas a partir del otoño del 2000 cuando entró en vigor la llamada Ley Robles que estableció mecanismos para garantizar abortos seguros en caso de violación, solamente tres mujeres acudieron a solicitarlo en hospitales del gobierno del DF hasta el tercer trimestre de este año.
Y mientras las cuatro agencias especializadas en delitos sexuales en el Distrito Federal, creadas en 1989, atienden a cinco víctimas de abuso sexual todos los días, la Asociación para el Desarrollo Integral de las Personas Violadas (Adivac), organización no gubernamental, atiende hasta a 500 personas cada semana.
Para la directora de Adivac, Laura Martínez, la respuesta está en la confianza ciudadana. «Estas cifras nos demuestran que la gente ya no cree en la impartición de justicia y prefiere no denunciar los delitos».
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