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Silvia Giono Cerezo

Por Erika Cervantes.

A Juanita, Braulio y Ana María
Por el regalo del conocimiento.

México, DF, 23 dic. 08 (CIMAC).- Quién sino las antepasadas y antepasados son los que nos enseñan a buscar caminos nuevos, las sendas andadas por la gente que nos antecede, nos marca rutas para transitar y buscar un camino propio, como aconteció en la vida de Silvia Giono Cerezo, científica y adicta al trabajo que con su vida ha mostrado el camino que recorren las mujeres para alcanzar sus metas de acceder al conocimiento.

Silvia Giono reconoce que una de las mayores influencias en su vida fue la atención que su padre le dio a su educación, ya que la hacía leer el periódico cada mañana y en especial le explicó, utilizando una serie de artículos publicados en la prensa a propósito de la muerte de Eva Perón, que las mujeres inteligentes podían levantar la imagen de un hombre,

Su inicio en el camino de la ciencia está marcado cuando a los 14 años acompañó a su hermana mayor a la farmacia donde trabajaba y es ahí ayudando que descubrió el placer que da el conocimiento. Pesar ingredientes, mezclar fórmulas y recetar le dieron la pista para dedicarse a la medicina.

Pero pensar en ser médica se derrumbó cuando su padre le explico que «una señorita como ella no debería ser médica», aunque medio siglo antes Matilde Montoya conquistara el derecho de las mujeres a dedicarse a la medicina (1887).

El argumento del padre de Silvia fue que era una profesión dolorosa y triste porque constantemente se enfrenta a la muerte y no siempre se gana la batalla para salvar la vida de las personas.

A pesar de no ser médica, Silvia se salió con la suya al entrar a la carrera de químico bacteriólogo y parasitólogo en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional.

Silvia se reconoce como una mezcla de mujer mexicana abnegada, humilde y sacrificada y de mujer italiana liberal, progresista, posesiva, celosa y dramática, lo que dificulta sus afectos.

Cuando la tristeza invade a Silvia emplea su terapia de adicción al trabajo, lo que le ha alcanzado grandes satisfacciones, como ser Jefa del laboratorio de Bacteriología Medica de la ENBC, representante de del área de microbiología de la Academia Nacional de Medicina, integrante del Comité editorial de la Sociedad de Bioquímica Clínica y de la Asociación Mexicana de Microbiología, en la cual se desempeño como vicepresidenta de 1993 a 1996.

Y por supuesto la obtención de su doctorado en Ciencias con especialidad en Microbiología.

RECONOCIMIENTOS

Sus investigaciones sobre ántrax, de cepas de Helicobacter pylori, Escherichia coli, Legionella, y el desarrollo de la Gatifloxacina para atender infecciones le ha dado a Silvia diversos reconocimientos como las medallas Juan de Dios Batiz y Lázaro Cárdenas.

A pesar de haber alcanzado todas sus metas y diversos reconocimientos, Silvia reconoce que no es fácil, para las mujeres mexicanas que han sido educadas para apoyar el logro de los demás y no de sí mismas, poder avanzar en una profesión como la ciencia.

Para Silvia el que mujeres y hombres alcancen la equidad debe tener fundamento en un cambio de estructuras culturales donde se tomen en cuenta las diferencias y se respeten para potenciar el desarrollo de las personas.

Como científica en un campo donde existen mayoritariamente varones, el esfuerzo que desplegó Silvia fue mayúsculo para poder soportar la intensa competencia, además de enfrentarse a la crítica por el hecho de ser mujer, que muchos de sus colegas dudaban de sus capacidades para superar lo que otros varones en el área habían realizado.

Como en el caso de un profesor invitado al que Silvia, siendojefa de departamento, le mostró un manual desarrollado para prácticas de laboratorio, y él comento asombrado que había hecho una labor muy buena y que le confesaba que no esperabaque se hiciera algo mejor de lo que había hecho su antecesor.

A Silvia le preocupa que la ciencia no avance en México por la burocracia que impera en el medio, donde los instrumentos y herramientas para los laboratorios se quedan varados en la aduana por meses ocasionando que caduquen los reactivos, y ello impide que las y los estudiantes puedan realizar su actividad en mejores condiciones.

Silvia Giono Cerezo nació en la ciudad de México en 1938 y actualmente continúa como investigadora y les hereda a las mujeres mexicanas su lucha por ocupar un lugar preponderante en el campo científico.

* Fotógrafa y feminista mexicana, coordinadora de Redes de Periodistas en Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC).

08/EC/VRI

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