En México la población del campo registra los índices más altos de pobreza y desnutrición, situación exacerbada por la falta de tierras, aseguró hoy el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro (Prodh), Edgar Cortez.
Al presentar el estudio Pensar el Campo Desde los Derechos Humanos, Cortez reveló que el Estado no puede continuar omitiendo sus obligaciones respecto al derecho humano a la posesión de tierra, pues agrava la exclusión social de quienes trabajan en ella, incrementa su pobreza y conduce a la destrucción de su identidad y cultura.
En las oficinas del Prodh, Cortez aclaró que el documento aborda sólo algunos derechos, por tanto no están planteados todos los temas relacionados con el campo. «Entre las ausencias está un planteamiento desde el género, es decir, cuánto y cómo se manifiestan de manera específica estas problemáticas respecto a las mujeres».
Cifras de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), indican que dos de cada tres personas que viven en el campo son indigentes, mientras según la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) el 70 por ciento de la población rural vive en condiciones de pobreza.
Cortez señaló que luego de las movilizaciones realizadas por diversas organizaciones y de la solidaridad de amplios sectores sociales a favor de sus demandas, la lucha campesina desembocó en la negociación y firma del Acuerdo Nacional para el Campo que deberá ser punto de partida para nuevas fases de la lucha de la gente del campo.
Lo que llevó a la calle a los campesinos fue la realidad concreta de pobreza y exclusión social que viven. «Por supuesto, esa realidad en nada se ha modificado con la firma del Acuerdo Nacional para el Campo y sólo en la medida en que se transformen las actuales condiciones del agro mexicano se podrá evaluar cuánto sirvió la firma del Acuerdo», destacó.
El análisis elaborado por el Prodh aborda derechos concretos que tienen las mujeres y hombres del campo como son: el derecho a la tierra, territorio y recursos naturales; a la alimentación; a un medio ambiente sano; a ser campesinos; a la integridad personal y a los derechos laborales.
Explicó que los derechos humanos, una vez que se han reconocido, son un parámetro concreto que permite evaluar cuánto un Estado está cumpliendo con aquello a lo que se ha comprometido y a lo que está obligado.
Debemos reconocer que este documento no agota todas las posibilidades, es apenas una primera aproximación al tema del campo desde la perspectiva de los derechos humanos, señaló.
«Esperamos que genere mucho interés, debate y permita ir formulando con mayor precisión los derechos que no pueden seguir postergándose en el campo mexicano».
2003/RGL/MEL
| |
disponible para periodistas y medios de comunicación impresos y electrónicos por favor citen la fuente El servicio informativo se realiza gracias al apoyo |
