Este es el lema que en estos mismos momentos estarán paseando las mujeres dirigentes de diferentes organizaciones feministas de la provincia de Valencia, englobadas en la Plataforma Feminista de Valencia.
El lema es impactante y ha suscitado la polémica. Está claro que no deja indiferente a nadie, pero, como dice mi amiga Amparo, representa lo que muchas de nosotras pensamos en nuestra intimidad cuando escuchamos que un asesino de mujeres después de asesinar se ha suicidado.
Y si lo pensamos en la intimidad, ¿qué problemas puede haber en hacer pública esa opinión?
Me da mucha rabia pensar que, para ser la primera vez que con este lema se incide directamente sobre la figura del agresor, haya tantas susceptibilidades con el mensaje e incluso, en este caso, con algunas mensajeras.
En algunas campañas de sensibilización contra el terrorismo que se ejerce contra las mujeres se ha hecho siempre hincapié en la importancia que tiene que las mujeres denuncien las agresiones que padecen. Con esta actitud se volvía a incidir en el dolor sentido por parte de las víctimas y de alguna manera la sociedad esperábamos que ellas fueran de nuevo heroínas, yendo a las comisarías o a los juzgados a denunciar a su agresor. Había que hacerlo y se hizo. Se les pidió un nuevo esfuerzo y por su propia autoprotección lo hicieron.
Pero me parece necesario dar un paso más en la sensibilización y comenzar a poner el acento en el propio agresor y autor de los males de su compañera, hija, novia, amante o lo que sea.
Creo que es justo que una vez que hemos conseguido entre todas que la víctima sea lo más importante y lo más urgente en recibir todos los apoyos por parte de las administraciones y de las organizaciones, se comience a hablar de los agresores, a quienes se tiene que plantar cara y sé que cuesta mucho, pero hay que hacerlo.
Todas, en mayor o menos medida somos víctimas. Somos muchas las que hemos descubierto que ya no estamos solas y que aparte de contar con las medidas legales aprobadas hace dos años, somos muchas las que hemos dicho un alto y claro ¡Basta ya! y hemos hecho de esta lucha un compromiso vital para con las otras víctimas.
Por eso, y porque creo que hay que darle nombre a las cosas, me parece estupendo que el lema que ahora mismo pasea por las calles de Valencia sea tan contundente.
Las víctimas, todas, nos merecemos que se haga patente el dolor que sentimos por todos los golpes, los insultos y las muertes gratuitas y estúpidas que se producen cada año. Y también ha de hacerse patente que los suicidios de los agresores después de matar a sus compañeras no empañan para nada el rechazo social que sentimos cada vez que leemos o escuchamos este tipo de noticias.
Desde aquí mi enhorabuena a la estupenda mujer, Ofelia, que ha sido lo suficientemente fuerte y valiente como para dar nombre a esta campaña, haciendo que el pensamiento íntimo de muchas de nosotras haya tomado forma de pancarta y esté paseándose públicamente por entre mucha personas que, aún pensándolo, no se atreven a decirlo en voz alta.
Ha sido una lección de valentía la que nos ha dado al hacer, por primera vez, hincapié en el agresor y hacerle públicamente una nueva acusación, la de la cobardía.
Mi admiración para ella y para toas las mujeres, víctimas o no, que han hecho suyo ese lema.
06/TM/GG
