Inicio T’ai chi, vivir en armonía con el ritmo de la naturaleza

T’ai chi, vivir en armonía con el ritmo de la naturaleza

Por Carolina Velásquez

«…como el agua, como el viento, navegando, esquiando sobre el agua, danzando con tus manos, tu cabeza, tu columna, tus caderas, tus rodillas, con tu impulso, tu voz… Ha Ha Ha Ha… La La La La… Ah Ah Ah…». Así, cantando y danzando en una improvisación jubilosa de t’ai chi, Alan Watts mostró alguna vez la esencia de este legendario arte del cuerpo y de la vida.

Esta escena -que describe Al Cheng Liang Huang en el prólogo de El camino del Tao (Watts, 1979)- muestra a un hombre consecuente viviéndose desde el Tao, quién durante las últimas décadas de su vida buscó mostrar la armonía total de cuerpo y la mente con el movimiento que significa practicar t’ai chi.

En occidente, a este arte marcial se le ha descrito como la danza de la vida. T’ai chi es una palabra formada por los ideogramas ta, traducido como la primera manifestación del Tao principio supremo de la vida en la filosofía oriental, y chi que significa viento.

Nació en China en tiempos antiguos. Sus formas y movimientos han sufrido modificaciones con el tiempo. Aun cuando su origen es popular, en una época sólo lo conoció la clase gobernante, pero con el establecimiento de la República Popular (1949) su práctica se generalizó en toda la sociedad. Su filosofía parte de los principios del Tao descritos por Lao Tse en el Tao Te King.

Para Watts, la concepción taoísta del mundo considera que cada cosa o acontecimiento es lo que es sólo en relación con los demás, principio que llama surgimiento mutuo:

«La tierra, y las más minúsculas partículas que habitan en ella están, inevitablemente, en consonancia con el sol, la luna y las estrellas. Ellas los necesitan en la misma medida en que necesitan y se componen de sus propios elementos. Recíprocamente, el sol no iluminaría si no hubiera ojos, ni el universo existiría si no hubiera conciencia, y viceversa».

Desde esta perspectiva, los seres humanos podríamos dejar que todas las cosas siguieran su camino; así «la armonía del universo quedará establecida, ya que cada proceso del mundo puede realizarse sólo en relación con todos los otros». De ahí la importancia de que los seres humanos vivamos en armonía con el ritmo de la naturaleza.

Ser t’ai chi, dicen sus practicantes cuando se refieren a este arte marcial. No debe entenderse, por tanto, tan sólo como una técnica de trabajo corporal. Va más allá. Significa alimentar desde el cuerpo esta actitud frente al acontecer diario. Acerca de sus formas o movimientos hablaremos en la próxima entrega.

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*Periodista mexicana con especialidad en terapia Gestalt

06/CV/YT

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