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Tiene Zongolica una sucia mancha verde olivo

Por Ma. Guadalupe Gómez Q.

¿Qué hace el Ejército la Sierra Zongolica, una región donde la pobreza extrema obliga a la migración, donde el cacicazgo controla el café y la madera, e impone formas de vida miserables, analfabetismo, desnutrición, depredación del medio ambiente, tala clandestina, monopolio en la distribución de víveres, donde el agua es tan escasa como la justicia?

¿Qué buscan los militares en las comunidades donde habitan indígenas nahuas, cuya forma de organización, sus fuertes lazos comunales, son las únicas armas con las que enfrentan su condición de marginados?

Las autoridades del municipio de Soledad Atzompa preguntaron hace unos días al «alto mando castrense» sobre el motivo del despliegue militar en la región nahua, pero aunque no les respondió «lo que sí dijo es que no buscan mariguana, narcos ni armas».

Solo obedecían órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), repiten los soldados ¿Entonces qué buscan con sus rondines y cateos diarios pues su estancia en el municipio es por periodos semanales?, se preguntan las autoridades indígenas.

La violación y el asesinato de la adulta mayor nahua, de 73 años, cometidos presuntamente por cuatro soldados la semana pasada, levantó nuevamente la protesta de las comunidades, porque en Zongolica decir soldados es sinónimo de abuso sexual, desde hace ya varios años.

En agosto de 2002, cuatro organizaciones indígenas del lugar denunciaron que los soldados cometieron al menos 50 casos de violación a mujeres, principalmente menores de edad, pero que el Ministerio Público se negó a admitirlas bajo el argumento de que los militares se rigen por las leyes castrenses, según informaron los diarios nacionales.

Los casos fueron documentados por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro (Prodh) en su informe de ese año.

El vocero de la Organización Indígena Náhuatl de la Sierra de Zongolica (OINSZ), Juan Carlos Mexhua Campos, dijo entonces que los dos primeros casos documentados correspondían a dos jovencitas de 13 y 18 años de edad, quienes concibieron dos niños como resultado de la agresión sexual.

Ante la pasividad de las autoridades, las familias de las jóvenes dijeron que estaban dispuestas a que se hicieran exámenes genéticos a los niños, para comprobar la paternidad de los militares.

Pero nada sucedió entonces y nuevamente la presencia militar se ha intensificado, con los consecuentes abusos a la población civil. Y otra vez, una violación cometida contra una indígena nahua.

Labor social, patrullajes, apoyos, auxilios, son algunas respuestas que los voceros gubernamentales dan cuando se les pide expliquen el afán de manchar con el sucio verde olivo la sierra Zongolica.

La militarización aquí es un eco de la Guerra de Baja Intensidad (GBI) que emprendió el gobierno desde 1994, con el levantamiento zapatista y luego con la aparición del EPR, coinciden en señalar dirigentes indígenas y analistas políticos.

Apenas el año pasado, en marzo, el Ejército Mexicano, la Subprocuraduría de Investigación Especializada Contra la Delincuencia Organizada (SIEDO) y la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) realizaron movilizaciones para perseguir a Maximino Tzompaxtle Tecpile y de su familia, con el fin de vincularlos con una supuesta célula del EPR en la región, pues en enerode ese mismo año fueron detenidos los hermanos Gerardo Tzompaxtle Tecpile y Jorge Marcial Tzompaxtle Tecpile, vinculándolos con esa organización guerrillera.

Desde entonces se recrudeció el clima de persecución en la zona, no sólo contra ellos, a quienes violentaron en sus derechos humanos, pero las autoridades locales negaron la presencia militar diciendo que las fotografías publicadas en la prensa local eran falsas.

Sin embargo, el 15 de enero, la Procuraduría General de la República (PGR) informó «que los eperristas detenidos recientemente (12 de enero) estarían vinculados con una célula del EPR que opera en la sierra de Zongolica (Veracruz). Esta célula tendría nexos con otros grupos armados en Guerrero y en Oaxaca», de acuerdo con la memoria hemerográfica que guarda la página de Internet de la institución.

Adherentes de La Otra Campaña en Orizaba prestaron asesoría a Maximino en la defensa de sus derechos humanos, lo que significó que fueran también investigados.

Esas investigaciones con seguridad aún continúan, pero de ellas nada se sabe.

Vicente Fox visitó durante su mandato la Sierra Zongolica, pero lo único que expresó conmovido no tenía nada que ver con las condiciones de miseria e injusticia que existen ahí, sino con su deseo de volver, para «acampar».

Quizá no lo pueda hacer, pues Veracruz forma parte del plan contra la delincuencia que su sucesor, Felipe Calderón, tiene preparado para la región nahua, el cual será bienvenido por el gobernador Fidel Herrera.

La vida en la Sierra Zongolica mientras tanto sigue, con sus niños desnutridos, criados por mujeres igualmente desnutridas, envejecidas prematuramente por la miseria y porque tienen que asumir el rol de madres a temprana edad. Lo único deseable es que esa maternidad no les sea impuesta por los soldados, como ya ocurrió.

07/GG

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