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Todo un reto garantizar salud sexual entre las indígenas

Por Guadalupe Cruz Jaimes

En América Latina (AL) y el Caribe las adolescentes y jóvenes indígenas carecen de información sexual en su idioma y culturalmente adecuada, no acuden a los servicios sanitarios porque están lejos de sus comunidades (hasta seis horas de distancia), y porque ahí encuentran discriminación y rechazo.

Garantizar la salud sexual y reproductiva de las adolescentes y jóvenes indígenas es todavía un reto para los gobiernos de la región, dijo a Cimacnoticias Tarcila Rivera, coordinadora de Enlace Continental de Mujeres Indígenas en las Américas (ECMIA).

Para la activista, el principal problema es la falta de información en su lengua, pero sobre todo que considere la cosmovisión indígena: «Primero tenemos que mirar qué significa el cuerpo, la relación de pareja, luego lo específico (como el uso de métodos anticonceptivos)».

Algunas adolescentes y jóvenes «van teniendo más información, pero no es generalizada», quienes han logrado avanzar «un poco más» son quienes habitan en comunidades cercanas a las zonas urbanas, «pero no se resuelve el asunto entregando un condón», apuntó.

«Ellas sienten vergüenza porque el personal de salud reacciona con prejuicio cuando se acercan a solicitar un método, les dicen: ?¿Cómo estos chicos tan jóvenes piden un preservativo??», añadió.

Abundó que «en las comunidades indígenas de México, Perú o Bolivia, una mujer monolingüe con su traje tradicional va a una unidad de salud y ¿acaso es bien recibida? ¿Le dicen tome asiento, espere un momento ya le atiendo? La respuesta es no, porque todavía hay mucho racismo, mucha vejación».

Por ello, explicó, la mayoría prefiere tratar su salud en casa con sus médicas tradicionales o parteras.

En México, los estados con mayor población indígena registraron la menor proporción de partos atendidos por personal médico en 2008. Así, mientras el promedio nacional es de 87.6 por ciento de nacimientos atendidos por personal especializado, en Chiapas es de 36.1 por ciento, en Guerrero de 68.8, y en Oaxaca, 64.4 por ciento, según el estudio «Indicadores sobre el derecho a la salud en México».

Esta situación refleja la exclusión que las indígenas afrontan por su condición étnica en el acceso a la información, y a los servicios de salud sexual y reproductiva.

EMBARAZO EN ADOLESCENTES

Otro resultado de la disparidad es que en AL el embarazo en adolescentes va en aumento. «Cada vez más, las niñas dejan la secundaria por un embarazo», señaló la coordinadora de ECMIA.

De acuerdo con el informe «Reproducción adolescente y desigualdades en AL y el Caribe: un llamado a la reflexión y la acción», por cada mil embarazos en la región, 73.1 corresponden a menores de 20 años de edad.

Esa cifra es superior al promedio mundial, que se sitúa en 54 embarazos en adolescentes por cada mil, según el documento elaborado en 2010 por la Organización Iberoamericana de la Juventud, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).

En algunos países, la situación se grava con la implementación de programas que incentivan económicamente la maternidad en comunidades pobres. Por ejemplo, para abatir la desnutrición infantil en Perú, a cada madre le dan 30 dólares al mes (417 pesos mexicanos) por cada hija o hijo.

Otro factor que se debe tomar en cuenta es la migración de las adolescentes y jóvenes indígenas. «Ellas salen porque no tienen esperanza de encontrar un empleo o seguir estudiando, y lejos, solas y sin información, con frecuencia terminan con un embarazo a edad temprana».

Martha Murdock, secretaria del Grupo de Trabajo Regional para la Reducción de la Mortalidad Materna (GTR), coincidió en que la fecundidad adolescente es un «reto pendiente enorme en la región».

Para disminuir este problema es preciso afrontar varios obstáculos, entre ellos están legislaciones restrictivas, como la peruana que penaliza las relaciones sexuales en menores de 18 años de edad, los movimientos conservadores opositores a la educación sexual, así como la discriminación y rechazo que sufren las adolescentes y jóvenes en los servicios de salud.

Si ellas habitan en comunidades rurales o indígenas su vulnerabilidad aumenta debido a sus limitaciones económicas y de acceso a la información sobre sexualidad.

Murdock indicó que en México, como en AL, en el tema de embarazo en adolescentes «los cambios no se están implementando, como lo hubiéramos esperado», hace falta «fortalecer el compromiso» para reducir la problemática.

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