El Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma Chapingo (STUACH) denunció ante las autoridades universitarias el hostigamiento y persecución laboral cometido en contra de Dolores Galván, trabajadora de la institución, por parte de su ex jefe inmediato, el licenciado Miguel Ángel Bermúdez Villanueva, pero no obtuvo respuesta.
Poco después, mediante un concurso convocado por la institución, obtuvo el puesto de secretaria en español. «Sin embargo, desde su ingreso al Departamento de Productos Forestales, Dolores Galván ha sufrido persecución por parte de Eusebio Pedraza Cerón», quien es, a partir del pasado 31 de marzo, su jefe inmediato, informó a Cimacnoticias Rosalío Mejía, delegado sindical de la División de Ciencias Forestales (Dicifo).
«Dolores ha sido perseguida laboralmente por encargo de su ex jefe Bermúdez, quieren acabarla moralmente para detenerla con su demanda», asegura el delegado sindical, ya que la trabajadora es ignorada por su jefe y no se le asignan labores.
Afirma Mejía que por atreverse a alzar la voz y defender sus derechos, «por encargo», Dolores Galván es «perseguida laboralmente y se ve obligada a trabajar en un ambiente hostil».
Está situación ha repercutido en la salud física y emocional de la trabajadora de Chapingo, quien mencionó a Cimacnoticias que sufre de constantes y fuertes dolores de cabeza, estrés y, debido a que sus defensas han bajado, se enferma constantemente de gripa.
LOS HECHOS
El pasado 19 de septiembre, Dolores Galván, de 37 años de edad, quien laboraba como intendente en dicha división, fue hostigada laboralmente por su jefe inmediato, Miguel Ángel Bermúdez, quien a mitad de un pasillo le reclamó a gritos que no había aseado un salón.
«Ya habían habido algunos llamados de atención, sólo que está vez decidí denunciar, porque me sentí tan humillada, no podía creer lo que me estaba pasando. Todo mundo me estaba viendo, sentí una de las peores humillaciones en mi vida», manifestó a Cimacnoticias Dolores Galván, quien lleva casi 10 años trabajando en la institución.
Cabe señalar que la trabajadora se encontraba dentro de los 45 minutos de receso a que tienen derecho las y los trabajadores para almorzar. Además, de acuerdo con el delegado sindical de Dicifo, tienen documentado que el salón se encontraba ocupado por un grupo de estudiantes que tomaba clases y por ello Galván no puedo hacer la limpieza.
Bermúdez «me respondió que si quería me regresaba a lavar baños, pues parecía que eso era lo que me gustaba», indicó la trabajadora afectada.
Animada por representantes del STUACH, Dolores decidió hacer frente a esta situación y, un día después, levantaron un acta administrativa ante el Departamento Jurídico universitario.
«Yo dije ‘ya estuvo’ y denuncié porque sentí el apoyo de muchos compañeros y por el deseo de que esta situación no se repita más, ya no quiero que a nadie más le suceda», señaló.
El Jurídico de la UACH indicó a la afectada que el asunto no era de su competencia y que le correspondía solucionarlo con su jefe inmediato superior, el licenciado Bermúdez, su agresor.
Por eso el sindicato se dirigió al doctor Hugo Ramírez Maldonado, director del Dicifo, del cual tampoco recibieron una respuesta en beneficio de Dolores Galván.
NUEVA PERSECUCIÓN
A menos de un mes de haber realizado la denuncia, fue publicada una convocatoria para realizar un examen de selección para el puesto de secretaria en español en la misma Universidad. Dolores decidió presentarlo y fue elegida de entre tres personas.
Actualmente, Dolores Galván labora en el Departamento de Productos Forestales, adscrito a la División de Ciencias Forestales, como secretaria en español. Después de varios cursos de capacitación la ex intendente logró subir de categoría.
Sin embargo, su promoción laboral no la alejó del hostigamiento laboral, que ahora ejerce sobre ella desde el 31 de marzo Eusebio Pedraza Cerón, su jefe inmediato en el Departamento de Productos Forestales.
«Dolores ha sido perseguida laboralmente por encargo de Bermúdez, quieren acabarla moralmente para detenerla con su demanda», asegura Rosalío Mejía, ya que la trabajadora es ignorada por su jefe y no se le asignan labores.
De igual forma, Dolores realizó otro examen de evaluación, a los 28 días de asumir su nuevo puesto, como marca la norma institucional. Sin embargo, «me reprobaron, dicen que no estoy capacitada para el trabajo. Yo digo que eso no es posible, si cuando realicé mi examen de categoría lo pasé con buenas calificaciones», dijo Galván.
De ese examen, continúa el delegado sindical, depende que la trabajadora continúe en esa categoría o descienda al puesto anterior, pero aún no se les ha informado si deberá o no presentar esa prueba.
VALIÓ LA PENA
La trabajadora de la UACH, quien lleva casi 10 años laborando para la institución, considera que denunciar valió la pena, defender sus derechos humanos y laborales. Además considera que es un buen ejemplo para sus tres hijos que dependen de ella económicamente.
«Fui muy criticada, atacada por algunos compañeros, que me decían que yo me lo había buscado y muchas de esas personas que me juzgaron también fueron agredidas por la misma persona. Tal vez creen que es normal que las traten así, pero yo pienso que no es así», señala Dolores.
Y concluye la trabajadora: «dar un paso atrás es como decir que lo que pasó era mentira, pienso seguir adelante, me siento segura, apoyada, quiero salir adelante para lograr un trato justo».
08/GCJ/GG/CV
