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Trabajando, 246 millones de niños en el mundo

Por la Redacción

El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), calcula que en el mundo hay 246 millones de niños trabajadores y, de ellos, tres cuartas partes están en situación de peligro o condiciones lamentables.

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reporta que 22 mil niños mueren cada año; 186 millones están en las consideradas peores formas de trabajo (prostitución y comercialización de drogas, entre otras); y 73 millones tienen menos de 10 años de edad.

Los niños forman parte de los mil 300 millones de pobres absolutos en el mundo, de los que las mujeres son el 70 por ciento; y tienen en común con ellas ser parte de los 584 millones de analfabetos en el mundo.

Una característica del fenómeno de la explotación infantil es su invisibilidad en trabajos como mineros, manipulando productos químicos y pesticidas en tareas agrícolas, manejando maquinaria peligrosa, en el servicio doméstico en casas particulares, como obreros tras los muros de las fábricas u ocultos a la vista en las plantaciones.

Las regiones de Asia y Pacífico son las zonas donde más niños trabajan en régimen de esclavitud –127.3 millones de niños–, seguido de África subsahariana –48 millones de niños–, y Latinoamérica—, con 17.4 millones de niños; según el servicio informativo español, Canal Solidario.

En este tenor, el 16 de abril se cumplirán nueve años del asesinato de Iqbal Masih, un niño de 12 años que trabajaba en una fábrica de tapices de Pakistán. Masih denunció el régimen de esclavitud de los niños en estas fábricas. Por eso lo mataron.

El domingo 16 de abril de 1995, Iqbal Masih, de 12 años, paseaba en bicicleta por las calles de Murikde, en la provincia pakistaní del Punjab. Recientemente había pasado de ser un trabajador infantil forzado en una fábrica de alfombras a un activista reconocido internacionalmente que había ayudado a otros niños esclavos a obtener su libertad. Ese domingo lo abatieron a tiros.

Los culpables son los comerciantes de alfombras y las multinacionales que mantienen acuerdos económicos con ellos. Masih fue vendido cuando tenía cuatro años por menos de 15 dólares. Su padre recibió un préstamo que, con el tiempo, se fue incrementando.

El destino de Masih era tejedor de alfombras con un sueldo de tres centavos diarios. Para resarcir la deuda de su padre, fue obligado a trabajar 12 horas diarias, fue golpeado y encadenado al telar. Seis años después logró escapar de la fabrica y comenzó a denunciar la situación de esclavitud que él y otros niños sufrían.

Masih fue asesinado por defender los derechos más básicos de la infancia, por poner en peligro una industria que lleva a numerosos hogares de los países desarrollados productos baratos, elaborados por niños en situación de esclavitud.

2004/BJ/SM

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