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Trata de mujeres y niñas en comunidades indígenas

Por Teresa Ulloa Ziáurriz*
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El pasado 30 de julio se conmemoró, por primera vez, el Día Mundial de las Naciones Unidas contra la Trata de Personas, debido a la magnitud del problema en todo el mundo.
 
La ONU mencionó que las mujeres representan el 60 por ciento de las víctimas y que entre mujeres y niñas forman tres cuartos de las víctimas identificadas. Cabe aclarar que no es un fenómeno nuevo. Éste data desde el periodo de la esclavitud y más adelante desde los tiempos de la Colonia.
 
El número de niñas víctimas de trata detectadas aumentó en el periodo 2007-2010, durante el cual las niñas constituyeron entre el 15 y 20 por ciento del total de víctimas detectadas.
 
En su último informe, la ONU dice que la trata de menores de edad, principalmente niñas, aumentó porque en el periodo 2003-2006 la proporción fue de 20 por ciento, mientras que en el último periodo analizado, 2007 a 2010, fue de 27 por ciento.
 
Como parte de la campaña para conmemorar este día, Naciones Unidas implementó el hashtag #doyesperanza para etiquetar las distintas acciones generadas con motivo del 30 de julio.
 
Yo #doyesperanza en esta columna a las mujeres y niñas indígenas víctimas de trata que están invisibles en los informes y estadísticas respecto a este tema, y en razón de que el próximo 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
 
Los usos y costumbres indígenas de algunas comunidades son claras violaciones a los Derechos Humanos de las mujeres y las niñas.
 
Suele ocurrir que a pesar del reconocimiento de las mujeres como integrantes de sus comunidades, no reciben igual trato que los hombres y sus derechos no son respetados. Viven los efectos de la violencia familiar y comunitaria, discriminación, poligamia y la venta de sus cuerpos a través del pago de la novia.
 
¿Cuántas mujeres y niñas indígenas son víctimas de trata? Sería un dato importante para comprender el fenómeno. Sin embargo, no existen estadísticas que nos hablen de ello.
 
Hay estudios que pueden dar idea de cómo actúan las personas que integran las comunidades indígenas. Lo que sí se sabe es que en las prácticas culturales como los matrimonios, se vende a las mujeres y niñas a cambio de cualquier tipo de objetos, bienes o dinero, y ese puede ser un factor para ser víctimas de trata.
 
Para ejemplificar, quiero mencionar el estudio que realizó la CATWLAC junto con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), titulado “Visibilización de la violencia contra las mujeres en los usos y costumbres de las comunidades indígenas. Trabajo etnográfico en Los Altos de Chiapas”.
 
En él recabamos varios testimonios de mujeres y hombres que nos relataron cómo son estos procesos en dicha región. La lógica de las alianzas matrimoniales tiene como principal mecanismo el intercambio de mujeres entre los distintos grupos sociales.
 
El arreglo matrimonial corre a cargo del padre del joven y a falta de él, se encarga la madre, el hermano mayor, la hermana mayor, la cual debe estar casada, o la autoridad tradicional.
 
En esta región suele pagarse en efectivo por las mujeres “unos 5 o 6 mil pesos, poquito; más caro unos 30 mil pesos”, dice un testimonio de San Juan Chamula.
 
Cada padre lo decide así: “Yo pido tal cantidad y esa tú me das”. El hombre que se quiere casar tiene que aceptar, pues no importa si tiene dinero o no. En caso que no lo tenga, tendrá que conseguirlo.
 
Sin embargo, hay ocasiones en que el padre decide no pedir mucho dinero, entonces “con un regalito, refresquito, con su galón de trago y se casaron”.
 
Debido a que muchos jóvenes regresan de Estados Unidos, la población local sabe que trae dinero, entonces cuando compran a las mujeres a ellos se les pide más: de 30 mil a 40 mil pesos.
 
En la cosmovisión de la gente, el pago asegura el respeto por la mujer entre las familias, además que muestra “el valor” que ellas tienen.
 
Esta práctica pone en riesgo la vida de miles de mujeres y niñas que pueden ser compradas y ser víctimas de trata con distintos fines, ya sea para explotación sexual, trabajo forzoso, mendicidad, entre otros.
 
Ante esta situación, cualquier hombre integrante del crimen organizado puede llegar a alguna comunidad y pagar por una mujer o niña y llevársela, previo invitar a alguna de las autoridades tradicionales uno o dos días a tomar trago.
 
Sé que aquí están involucrados distintos temas por analizar como usos y costumbres de las comunidades indígenas.
 
Mi objetivo es poner en la mira la situación de las mujeres indígenas víctimas de trata, pues si bien existe un avance en las estadísticas e informes del tema en general, no hay cifras en específico que nos den un panorama de la situación.
 
Sin duda, un punto más a analizar respecto a la trata de mujeres y niñas y un grupo de población a quien también debemos dar esperanza.
 
Twitter: @CATWLACDIR
 
*Directora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
 
14/TUZ/RMB

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