Por primera vez en seis décadas de existencia, la posibilidad de nominar a una mujer como Secretaria General de Naciones Unidas comenzó a circular en la sede mundial del organismo, a pesar de que pocos consideran que esa aspiración pueda concretarse. Organizaciones favorables al avance de la mujer, a la igualdad de género y al fin de la discriminación contra ellas señalan que sólo manejar esa posibilidad significa un adelanto.
Campañas en favor de una mujer al frente de Naciones Unidas cuando termine -este año- el segundo mandato de Kofi Annan, destacan que hay representantes muy calificadas en todos los continentes y que habría un impacto positivo para la paz mundial con una mujer al frente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), informa el Servicio Especial Mujer de Prensa Latina.
Al respecto, la organización no gubernamental Igualdad Ya opina que «el acceso desigual de la mujer a puestos de poder relacionados con la toma de decisiones en todo el mundo dificulta el progreso hacia todos los objetivos de las Naciones Unidas». Entre esos objetivos, recuerda, figuran la igualdad, el desarrollo y la paz.
La realidad es que las mujeres están poco representadas en los altos cargos de la ONU, donde hasta mediados de 2005 sólo ocupaban el 37.1 por ciento de estos y apenas el 16.2 por ciento de los Secretariados Generales Adjuntos.
En 60 años, Naciones Unidas ha estado dirigida por tres hombres europeos, dos africanos, un latinoamericano y un asiático, sobre la base de la rotación por regiones, pero nunca se ha considerado la posibilidad de que una mujer acceda a esa posición.
«Las mujeres nunca han tenido un turno y hay muchas mujeres de todas las regiones del mundo que están sumamente preparadas y podrían desempeñar el cargo de Secretaria General», opinó recientemente Igualdad Ya.
Al lanzar una campaña mundial para promover un grupo de relevantes mujeres que podrían dirigir la ONU, esa entidad fundada en 1992 con el objetivo de proteger y promover los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo afirmó que llegó el turno para ellas.
Entre esas mujeres están la noruega Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra y ex jefa de la Organización Mundial de la Salud, y la saudita Thoraya Obaid, jefa del Fondo de Población desde 2001 y primera ciudadana de su país en encabezar una agencia de la ONU.
De América Latina aparecen la chilena Michelle Bachelet, hoy presidenta de Chile; la canciller colombiana Carolina Barco y la costarricense Elizabeth Odio, miembro de la Corte Penal Internacional.
También figuran la Alta Comisionada de ONU para los Derechos Humanos, la abogada canadiense Louise Arbour, la gobernadora general de Nueva Zelanda, Silvia Cartwright, y la primera ministra de ese país, Helen Clark.
La sudafricana Navanethem Pillay, jueza de la Corte Penal Internacional; la tanzana Anna Tibaijuka, secretaria ejecutiva de ONU-Habitat, y la presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, también integran la larga lista presentada por Igualdad Ya.
CONFERENCIA DE LA MUJER
Hace más de 10 años, en la Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Mujer celebrada en Pekín, China, se adoptó la Plataforma de Acción que llamaba a tomar en cuenta a las mujeres para estos cargos de la ONU.
La Plataforma insta a «desarrollar mecanismos para presentar a mujeres como candidatas para el nombramiento a puestos superiores en las Naciones Unidas», y establece entre sus objetivos la igualdad genérica (en la ONU) para el 2000. No obstante, 10 años después de la Conferencia y cinco años después de la fecha objetivo, Naciones Unidas ni siquiera está cerca de la meta establecida y no hay indicios de que alguna vez haya propuesto a una mujer para ocupar el cargo más alto.
Cada año, la Asamblea General aprueba una resolución sobre el Mejoramiento de la situación de la mujer en la Secretaría en la que lamenta el escaso progreso realizado y llama a alcanzar la paridad entre los sexos dentro del organismo
Por tanto, los que favorecen que la ONU esté encabezada por una mujer indican que las próximas elecciones de un nuevo Secretario General de la ONU «proveen una oportunidad para poner en práctica el compromiso asumido en Pekín de una forma significativa».
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