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Una película anticonstitucional

Por la Redacción

Los artículos 3º y 24 de nuestra Constitución señalan que la educación que imparta el Estado debe ser laica y, por lo tanto, ajena a cualquier doctrina religiosa; se basará en los resultados del progreso científico y luchará contra la ignorancia y sus efecto. Por otra parte, el artículo 130 señala el principio histórico de la separación del Estado y las iglesias.

Esto viene a cuento porque el día 20 de junio acudí a la premier de la película Cicatrices, proyectada por el DIF Sinaloa. La cinta se exhibió en casi todo el país a través de los DIF estatales. Asistieron nuestras autoridades de gobierno, funcionarios y trabajadores, representantes eclesiásticos, líderes empresariales y de organismos no gubernamentales, medios de comunicación y académicos; en suma, las «fuerzas vivas» del Estado.

El filme nos muestra un caso de violencia intrafamiliar presentado con tal crudeza y dramatismo que dificulta la capacidad de análisis de las y los espectadores.

El hombre de esta familia en la película, Julián, es un claro representante de la misoginia masculina: intolerante, agresivo, con una amante, insulta verbal y físicamente a su esposa cada vez que tiene oportunidad, se burla de ella, la discrimina.

La esposa es una joven ama de casa tradicional, sencilla, dedicada a las labores domésticas, quien cansada de los maltratos de su marido trata de defenderse y contesta sus agresiones, pero por la diferencia de fuerzas se lleva la peor parte.

Los pleitos y las agresiones alcanzan un punto de violencia tal que finalmente ella decide divorciarse; pero, enfrascada la pareja en el pleito por la patria potestad del hijo y los trámites de divorcio, descuidan al menor, quien sufre un accidente que le provoca la muerte.

Este suceso ocasiona recriminaciones y culpas recíprocas. Ambos caen en depresión. Así pasan un buen tiempo hasta que un amigo de Julián le regala una Biblia y le dice que el único camino para salir de su problema es que la lea. Un buen día, alcoholizado, sigue el consejo de su amigo y la lectura lo cautiva de tal manera que continúa leyendo el libro sagrado con avidez. En las imágenes siguientes se ve a Julián aseándose, dispuesto a componer su mundo, a reconquistar a su esposa y su trabajo, que también había descuidado.

Ella rechaza sus intenciones de reconciliación; está resentida y continúa en depresión hasta que decide buscar ayuda psicológica y empezar a trabajar. Pero sus intentos son vanos: el profesionista que la atiende es alcohólico. En el trabajo, al que no estaba acostumbrada, también tiene encuentros desagradables que la hacen desistir.

En fin: la película nos presenta la imagen de una mujer incapaz y neurótica. Sin embargo, la persona que le ayuda en las labores del hogar le aconseja que lea la Biblia y se acerque a Dios. Ella lo hace e inmediatamente decide ir a buscar a su esposo, pedirle perdón y perdonarlo.

Después de este final feliz, la película nos muestra estadísticas escalofriantes de violencia hacia las mujeres en el país y en el mundo, así como la segunda lectura del apóstol San Pablo a los efesios, que dice «…las mujeres deben someterse a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia. Pues así como la iglesia se somete a cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Y la otra: «Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a su iglesia…. purificándola con el baño de agua y la palabra, la Iglesia sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son».

Al término de la proyección, un sacerdote hizo uso de la voz para sumarse a la preocupación por los altos índices de violencia familiar y reafirmar que la única solución es acercarse a Dios.

No sé quién fue el autor intelectual de dicha estrategia para combatir la violencia intrafamiliar. Lo que está a la vista es que Ana Teresa Aranda, directora del DIF nacional, ordenó a los DIF estatales y municipales, en una carta personalizada, que la cinta se pasara, comprometiendo a los gobiernos de los estados a través de la presencia de los principales funcionarios públicos y privados, los medios de comunicación y representantes eclesiásticos.

Esto significas que la directora de DIF nacional se valió de la buena fe de las presidentas de DIF estatales y municipales, haciéndolas cómplices de esta arbitrariedad que vulnera nuestra Carta Magna.

Si ésta es la propuesta de Ana Teresa Aranda, directora general del Sistema DIF Nacional, ¿para qué están las Procuradurías de la Defensa del Menor, la Mujer y la Familia del Sistema DIF? ¿Para qué las psicólogas, los médicos, las abogadas y abogados que ahí laboran? Por favor, cierren todos esos programas y denles a sus trabajadores y trabajadoras una Biblia para que las donen a las personas que acudan en busca de ayuda o queriendo denunciar una situación de violencia intrafamiliar.

En la cinta se descalifica a los profesionistas de la salud mental, psicólogos, psiquiatras y terapeutas. El mensaje que se envía en la película es: «no tiene caso que vayas con alguien de este mundo, porque es un ser imperfecto y con vicios y no te va a poder ayudar.

Otra cuestión que es importante analizar es el papel secundario que tienen las mujeres en la cinta: la mujer aparece cosificada; además, se le recuerda su «deber» de obediencia y sumisión al hombre, con todo el aparato gubernamental y religioso avalando esta propuesta.

Es una película magistralmente manipuladora, en la cual la mujer nuevamente sale perdiendo, incluso después del desenlace aparentemente «feliz». ¡Ojo, mujeres!

Creo -y estoy segura de que hay muchas personas que como yo consideran que la violencia intrafamiliar debe combatirse desde muchas esferas y campos de acción- que es peligroso y grave que el Estado mexicano promueva una cinta que señala una solución única, de tipo religiosa, descalificando a todas las demás.

Me preocupa porque actitudes como ésta promueven la intolerancia, el fundamentalismo, la exclusión, el autoritarismo, un retroceso en el proceso democrático, discriminación, inequidad de género, etcétera.

Deseo sinceramente que este mal sabor de boca que dejó en muchas personas la exhibición de la película sirva para ahondar un poco más en este grave problema y para mejorar las acciones en esta justa lucha por la dignidad de la vida de todas las mujeres, para que se traduzcan en igualdad de derechos y oportunidades.

La violencia intrafamiliar se origina en la falsa idea de que la mujer es un ser inferior y por lo tanto debe ser sumisa y obediente a la voluntad y caprichos del esposo. Esto último avalado por las religiones del mundo. Es un fenómeno cultural que se ha ejercido por costumbre y tradición, pero que se puede modificar, cambiando la cultura machista y de desprecio hacia la mujer por una donde exista el respeto y la tan deseada equidad.

Esta película, independientemente de ser una cruel y desventajosa para las mujeres, en el último de los casos se puede justificar que la promuevan las iglesias; pero nunca instituciones de un Estado laico.

* Directora general de la revista Todas las Voces, editada en Sinaloa

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