Inicio Urge revitalizar pacto de género entre mujeres políticas: Robles

Urge revitalizar pacto de género entre mujeres políticas: Robles

Por Socorro Chablé*

Si una mujer ha tenido que pagar un alto costo por ocupar una posición de poder en el ámbito político, ésa es Rosario Robles.

Crítica, subversiva, polémica y osada al proponer leyes de vanguardia durante su periodo de gobierno en la capital del país, Rosario no solo se atrevió a desafiar el orden político-partidista que tradicionalmente ha sido del manejo casi exclusivo de los hombres, también asumió su compromiso feminista frente a una sociedad predominantemente machista.

Si bien los errores de otros gobernantes nunca han dejado de ser señalados, es un hecho que en el caso de Rosario Robles fueron aprovechados para satanizarla en extremo, por ser mujer y por atreverse a ocupar una posición de poder. Finalmente a las mujeres esto no se les perdona, y ella como muchas, ha tenido que pagar por ello.

Sin embargo Rosario no es el tipo de persona que se dé por vencida, si acaso se ha tomado el tiempo necesario para curar heridas, aprender de los errores y fortalecer sus convicciones, así lo expresó en entrevista con Luna Maya, durante una reciente visita a Yucatán.

– ¿Cuál es tu opinión sobre la iniciativa que presentó el PRI para reformar la ley laboral y cómo puede impactar en la vida de las mujeres?

– No la conozco a fondo, pero entre los aspectos que puedo señalar me parece importante que sea eliminada por completo la exigencia de un examen de ingravidez como condición para que las mujeres accedan a un trabajo. Hay que resaltar que para hacer real este punto se deben establecer los mecanismos que sancionen a las empresas en caso de incurrir en un hecho de discriminación y se pueda resarcir el derecho de las mujeres, porque si una propuesta no está acompañada de mecanismos que sancionen cada circunstancia vamos a seguir en lo mismo.

«Me parece que tanto la propuesta de (el secretario del Trabajo, Javier) Lozano como la que presentó el PRI, carecen de visión; tanto de las características de la inserción de la mujer en el mundo del trabajo, como de la desigualdad salarial y el tipo de puestos a los que acceden las mujeres en comparación con los hombres.

«Por otra parte me parece muy grave que se presente la flexibilidad laboral como la panacea para las mujeres, porque se sigue pensando que somos las únicas responsables de cuidar a la familia, entonces ‘qué bueno’ que tengamos trabajos con horarios flexibles y contemos con tiempos parciales de trabajo, pero en realidad esa decisión le corresponde a las propias mujeres.

«Habrá quienes deseen tiempos parciales porque eso conviene a sus necesidades, pero habrá otras que prefieran laborar un tiempo completo bien remunerado, y para ello se requieren garantías que la ley aún no contempla.

«No existe la infraestructura que acompañe el trabajo de las mujeres y no está contemplado en la ley; es decir, para mí una verdadera reforma laboral tendría que incluir estos aspectos: guarderías, escuelas y espacios públicos que favorezcan la reinserción de las mujeres.

«También es importante fomentar una cultura que permita la redistribución de la responsabilidad familiar, y para ello habría que incluir derechos de cuidados paternos, a través de licencias de paternidad como hay en otros lugares del mundo, donde el padre puede quedarse a cuidar a sus hijos e hijas después de nacer y ayudar así a su pareja.

«Falta mucho por lograr en el ámbito de los derechos laborales y las mujeres tenemos que levantar la voz junto con las sindicalistas que han abierto brecha en esto, particularmente en la lucha por dignificar el trabajo domestico que no cuenta con ninguna prestación y que la ley debería garantizar.

«No se ha entendido que las mujeres somos más de la mitad de la población, y que eso nos otorga el derecho a que se legisle para garantizar que contemos con seguridad social y con condiciones que nos pongan en igualdad de oportunidades, y nada de esto se está contemplando en las iniciativas para reformar la ley laboral, por lo tanto no nos favorece».

– ¿En qué consiste el movimiento de Las Insurgentes, del que formas parte, y cuál es el balance de sus acciones a un año de haberse creado?

– Es un movimiento creado en torno a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, como una oportunidad para situar la agenda relacionada con las mujeres en el centro del debate nacional. La pregunta era «¿qué estamos conmemorando 200 años después y cómo estamos las mujeres en México?». Había que hacer un balance a 200 años de una guerra popular y a 100 de una Revolución que puso en el centro la justicia social.

«Pensamos que si las mujeres seguíamos cargando cadenas simbólicas muy fuertes, teníamos que dar un nuevo grito de independencia y libertad, romper con todo lo que pudiera apresarnos.

«Las Insurgentes es un movimiento que realmente cuenta con nuestro corazón, nuestros deseos y nuestra presencia. Es un movimiento que hemos impulsado en condiciones muy precarias porque no tenemos recursos ni prerrogativas, ni acceso a ningún financiamiento público, cada integrante vive de su propio trabajo, pero a mí me ha dejado una satisfacción muy grande.

«Recorriendo diferentes entidades del país nos hemos reunido con muchas mujeres que luchan a diario para sacar adelante a sus hijos e hijas. He visto el dolor y el abandono en el que se encuentran, la soledad en el que se tienen que enfrentar al día a día, por la ausencia del Estado.

«En estas reuniones las mujeres encuentran una forma de hacer catarsis a falta de espacios donde puedan hablar de sus grandes preocupaciones frente a la doble violencia que viven, no sólo al interior de sus hogares (quienes enfrentan violencia doméstica), sino la violencia que enfrentan cuando acuden a un Ministerio Público que las trata de manera indigna cuando les dice que seguramente ellas son las culpables de que el marido las golpee o las maltrate, o que no denuncien porque seguramente les quitarán a sus hijos, obstaculizando su acceso a la justicia.

«En ese contacto con las mujeres, es cuando te das cuenta que ahí abajo, las cosas están siendo muy diferentes al discurso que tenemos como feministas. Si bien estamos luchando legítimamente por una paridad, también es cierto que si no cambiamos esa realidad que tanto las afecta, tampoco vamos a conseguir esa paridad y otras cosas por las que luchamos.

«El tema real de muchas mujeres es la sobrevivencia, de ahí que haya que regresar a lo básico. Eso es justamente lo que tratamos de hacer a través del movimiento de Las Insurgentes: generar una conciencia. Nuestro objetivo no es obtener recursos ni candidatearnos y ganar votos, estamos en una labor de conciencia para que las mujeres rompan sus cadenas y la lógica de violencia y exclusión.

«Tengo la suerte de que las mujeres hablen mucho conmigo, porque ellas saben que a mí también me ha ido como en feria y por lo tanto hay una identidad y una gran confianza. Tenemos una gran cantidad de testimonios y muchos los hemos grabado de manera que podamos crear una agenda que tenga que ver con la vida cotidiana, que para mí es el tema hoy».

– Existe la impresión de que te has mantenido retirada de la vida política partidista después de enfrentar experiencias desafortunadas. De ser así, ¿en ese tiempo ha cambiado tu perspectiva?

– De alguna manera seguí en el ámbito público a través de los medios de comunicación, donde tengo la oportunidad de exponer mis análisis, pero también vinculada a las campañas. Sólo que en esta ocasión a través de la consultoría, que no implica más que el compromiso de impulsar a mujeres para que lleguen al poder y no tanto el compromiso ideológico-partidista.

«A lo largo de estos años me he dado la oportunidad de sanar muchas heridas, pero también de reconocer errores y aprender que hay ciertas circunstancias que si no se cuidan, por el hecho de ser mujer son doblemente sancionadas o cuestionadas desde el punto de vista político.

«Este tiempo me ha servido para fortalecerme, sanarme, empoderarme otra vez y entender que ésa es la pelea que nos ha tocado dar, y que a cada una de las que nos hemos aventado a romper barreras nos ha tocado lidiar en mayor o menor medida con estas circunstancias. Creo que soy un poquito más sabia y menos soberbia, aunque debo decir que nunca me la creí totalmente.

«También debo decir que a pesar de haber sido jefa de Gobierno, diputada federal, secretaria de gobierno y presidenta del PRD, nunca pude ejercer plenamente la investidura porque a pesar de tener el poder pensaba en otros y para otros, en su mayoría varones, entonces no estuve capacitada para entender que los golpes hacia mí tenían que ver con que ellos se sentían amenazados.

«En ese entonces ni siquiera podía prever esa circunstancia, pero ahora sí me la creo, ahora sí estoy convencida de que hay que ejercer el poder plenamente y no tener culpas ni miedos, que hay que ser muy valiente y enfrentar circunstancias que a veces son muy dolorosas, pero que finalmente tenemos el mismo derecho que los hombres y hay que hacerlo».

– ¿Por qué crees que en este ejercicio de las mujeres por ocupar espacios de poder, la visión masculina se sigue imponiendo?

– Tiene que ver con todo esto que hemos platicado, solo llegamos unas cuantas y no hemos logrado romper las barreras para que llegue el género. Si bien es cierto que muchas llegamos por nuestras capacidades, llegamos en una soledad tremenda, entonces, si queremos romper esas barreras, tenemos que empezar por romper esa soledad. ¿Cómo? Acompañándonos en este proceso para que no seamos unas cuantas las que lleguemos a los espacios de toma de decisiones, sino muchas más.

«Insisto, avanzar no será posible si no logramos romper estas y otras barreras. Cómo va a participar una mujer si es violentada, si está golpeada y es humillada; cómo va a participar si su principal preocupación es cómo va a darle de comer a sus hijos o si trabaja doble jornada. Si no cambiamos estas circunstancias seguiremos siendo pocas, aunque nos propongamos alcanzar la paridad.

«Cuando una mujer está en el poder y se encuentra rodeada de hombres, suele representarles una amenaza porque no sólo se subvierte esta visión masculina de la política, también se subvierte la visión de las propias mujeres.

«Cuando yo era jefa de Gobierno las mujeres me decían: ‘desde que usted está ahí yo no permito que mi marido me grite’, porque las empoderas con tu sola presencia, así que la subversión es desde abajo, porque sentirse representadas les da fuerza, por eso los hombres se sienten tan amenazados.

«Si además eres una mujer que en los espacios de poder estás comprometida e impulsas leyes que son totalmente contrarias a una visión machista y conservadora, pues resultas aún más subversiva y hay que quitarte del camino lo más rápido posible, y eso es fácil porque estás sola, porque no hay una red que sea tu soporte y porque no hay esas complicidades –lo digo en el buen sentido de la palabra– que sí hay en los hombres.

«Tenemos que ir construyendo eso si queremos que las que lleguen allá arriba se encuentren bien fortalecidas, solo así podremos evitar que nos debiliten por considerar que somos mujeres subversivas e insumisas, y tener la oportunidad de salir airosas de esas peleas».

– Desde una visión crítica ¿cómo ves actualmente al movimiento feminista?

– Yo veo al movimiento fracturado hace muchos años, y lo veo fracturado por factores de carácter político, irónicamente por candidaturas de hombres. Es decir, el tema de la Presidencia de la República, que en el año 2006 se caracterizó por una gran polarización y mucho encono, pienso que influyó en esa fractura.

«Por otra parte, cuando la izquierda logró abrir un gran espacio en el que pudimos acceder muchas mujeres líderes del movimiento feminista, tuvimos que tomar perspectivas que no sólo incluían las del movimiento y eso también generó fracturas, así como las decisiones políticas de muchas de nosotras.

«En el movimiento no hemos entendido que entre nosotras debe haber esa tolerancia que predicamos y exigimos hacia afuera, así como el respeto a las ideas y el debate de las mismas. Si algo impulsó al movimiento de mujeres son las ideas, en consecuencia lo mínimo que nos debemos entre nosotras es un debate respetuoso.

«Si no hay esta solidaridad y no hay esta alianza entre mujeres va a ser muy difícil. Lamentablemente el movimiento feminista está muy radicalizado en torno a personajes hombres y gobernantes.

Lo que habíamos logrado a lo largo de muchos años, que era darnos la mano en la agenda de género entre mujeres de diversos orígenes políticos, e independientemente de candidaturas presidenciales y de partidos, está muy desarticulado.

«Veo también que a nivel de las instancias nacionales que tienen que ver con las mujeres, se reproducen prácticas muy misóginas, prácticas de comadrazgo y de prebendas que reproducen lo que siempre cuestionamos».

* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y columnista del periódico Por Esto! de Yucatán

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