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Vacas ricas, vacas pobres

Por Lydia Cacho

La globalización por sí misma no es ni buena ni mala: existe. Ahora bien, las políticas bajo las cuales se llevan a cabo las reglas de negociación entre países que firman tratados, de comercio por ejemplo, y extienden sus fronteras en ciertos aspectos, esas sí pueden ser peligrosas y desiguales hasta el grado de generar mayor pobreza e inequidad entre pueblos, razas y géneros.

Baste saber que según el Banco Mundial una vaca japonesa, así, negropinta como las de los pastizales de Morelos, camino para Acapulco, recibe en promedio 7.50 dólares en subsidios. Las europeas, ni se diga.

Lo cierto es que los países ricos gastan un promedio de 300 mil millones de dólares al año en subsidios agrícolas, casi seis veces más que la asistencia a los países en desarrollo. El país del sol naciente otorga, además, subsidios a sus productores de arroz que equivalen a siete veces el costo de su producción.

Estados Unidos canaliza más de tres mil millones de dólares al año en subsidios a sus productores de algodón, tres veces más de la asistencia social que se otorga a África, por ejemplo, ante la pandemia del SIDA, que ha matado a 40 millones de personas.

No se necesita ser lumbrera para entender que las reglas del comercio agrícola son tan distorsionadas que resulta imposible negar que favorecen a los países ricos y debilitan a los países más pobres (o, para decirlo políticamente correcto, con lenguaje oficial de la Organización Mundial del Comercio: PMAs (países menos avanzados).

Para muestra nos dan un botón: Oxfam calcula que los productores de maíz en Estados Unidos reciben un subsidio, para exportar a México, de entre 105 y 145 millones de dólares al año, más que el ingreso total de los 250 mil productores de maíz en nuestro pauperizado Chiapas.

El Banco Mundial estima que la eliminación de la protección y los subsidios agrícolas en las naciones ricas impulsaría la producción agrícola global en 17 por ciento, sumando 60 mil millones de dólares al año o seis por ciento a los ingresos rurales de los países con ingresos bajos o medios.

Recientemente la agrupación El Campo No Aguanta Más logró arrancarle con lágrimas y sangre el Estado mexicano el compromiso del subsidio al arroz y al fríjol nacionales. Dicho esto entendemos que los debates abiertos sobre los subsidios agrícolas son indispensables, más aún cuando sabemos que la reunión de la OMC en nuestra ciudad es el medio camino entre los acuerdos de Doha y el 2005 en que se tomarán resoluciones finales.

VIAGRA O ANTIRRETROVIRALES

Las reglas de comercio respecto a patentes en medicamentos dicen que un país no puede fabricar un medicamento con patente de otro hasta después de 20 años de que el primero lo haya comercializado. Así las cosas, la gente que vive infectada con el virus del VIH que produce el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, puede seguir muriendo en países Menos Avanzados.

Excepto cuando, como sucedió desde hace años en Brasil, el Estado, junto con la sociedad civil organizada, elabora políticas públicas de salud para salvar a su más valioso capital: el humano. Esto si recordamos que capital tiene sus raíces en la palabra caput, que en latín significa cabeza: la de cada humano y humana que piensa, siente y añora vivir en libertad y con salud.

Sabemos que los acuerdos internacionales siempre les han permitido a los países violar las patentes en tiempos de emergencias nacionales de salud, sólo para usar medicamentos de producción local. Pero esa norma no ha sido de ayuda para países que no cuentan con una industria farmacéutica que pueda y sepa producir esos medicamentos.

Decimos que Brasil es el más avanzado de Latinoamérica, mas desde hace un par de días en que Lula da Silva creó un decreto que permite la importación de fármacos genéricos para combatir el SIDA sin el consentimiento de las compañías farmacéuticas que tienen la patente. México se sumó a esta propuesta desde la reunión de Ginebra y Estados Unidos se niega rotundamente a ella (teme que le copien el Viagra y que África negra sobreviva al SIDA).

Brasil desde hace años ya tiene una sólida industria de medicamentos genéricos que fabrica, y cuentan con una ley de protección intelectual desde 1997, que permite que las patentes puedan ser violadas cuando las empresas emplean políticas de precios abusivas, como evidentemente lo hacen las que fabrican los cócteles antirretrovirales para el SIDA o algunas quimioterapias para el cáncer.

Cancún es importante porque aquí se van a discutir las modalidades para el 2005, una serie de temas relacionados con estos dos anteriores y con el trato diferenciado para países de economías desiguales. En el tema de bienes industriales se habrán de definir modalidades para reducir o eliminar aranceles y obstáculos no arancelarios.

En la delicada cuestión de los servicios se va a revisar el estado de las negociaciones sobre la liberalización de los servicios. Se dice que revisarán los temas del antidumping y los acuerdos para el medio ambiente, aunque ambientalistas de Amigos de la Tierra y Greenpeace niegan que haya debate comprometido en la OMC.

Uno de los temas transversales en diversos foros alternativos al ministerial de la OMC, es la situación de las mujeres ante los tratados de libre comercio. Se discutirá en ellos el papel de las mujeres en las leyes laborales, la inexistencia de guarderías empresariales, la explotación en las maquilas, la negación a sus derechos humanos específicos incluyendo el acceso a la salud, los derechos sexuales y reproductivos, la situación de las mujeres migrantes; los resultados de las inequidades de género en el analfabetismo femenino y el ciberanalfabetismo de toda una generación femenina que fue excluida de las aulas.

En fin, esta semana en Cancún, de lunes a domingo, tendremos un mundo de ideas para debatir y sueños por construir, un diálogo multidisciplinario que tal vez nos demuestre que en verdad hay democracia, o por lo menos que vamos camino a ella.

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2003/LC/GMT

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