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Venezuela: Mujeres después del referendo

Por Aline Castellanos

Concluido el referendo nacional propuesto por el presidente Hugo Chávez, rechazado por un estrecho margen de apenas 200 mil votos, Venezuela se ha convertido en dos mundos: uno que llora y otro que festeja al mismo tiempo.

La jornada de tranquila participación electoral y luego la tensión hasta la madrugada quedó atrás, para dar paso al júbilo por un lado y a la pesadumbre por el otro.

Los llamados antichavistas celebraron su primera victoria luego de 12 derrotas electorales desde que Chávez asumió el poder. ¿Qué ganaron? Impidieron una reforma que proponía profundizar el modelo aquí llamado Socialismo Bolivariano y defendieron, en cambio, la Constitución que, en 1999, rechazaron con fuerza y que perdió en referendo.

Los rojos-rojitos (chavistas) se dieron cita en las plazas públicas y principalmente alrededor de Miraflores –la casa de gobierno– a esperar los resultados de la contienda; pero, tras el anuncio del Consejo Nacional Electoral, guardaron silencio.

Después de ese impacto inicial, mujeres y hombres se reunieron nuevamente en las calles para compartir la frustración y analizar lo ocurrido. En este país típicamente caribeño, las caras largas no duran mucho. Se transforman lentamente en discusión pública en cuanto alguien lanza un comentario sobre el referendo. Se habla de qué falló, qué se perdió y, sobre todo, qué hay que hacer.

Las mujeres del proceso bolivariano, en su mayoría de barrio (asentamientos urbanos en pobreza y pobreza extrema, que aproximadamente abarcan 70 por ciento de Caracas), caracterizadas por su nivel de protagonismo en la organización social de base, hacen su interpretación de lo que este proceso ha sido, específicamente, para ellas, y de lo que representa la negativa de reformar la Constitución de Venezuela.

«Se perdió, por ahora, la posibilidad de profundizar un proceso que afianza nuestro poder, el poder del pueblo», sentencia una mujer de barrio, mulata, con una voz segura, que deja un silencio tras de sí.

Irine, de cabello teñido de rubio y las uñas de rojo, añade: «tenemos que trabajar para terminar con la corrupción que hay dentro del gobierno, consolidar la formación política de cada mujer y cada hombre. Que todo el pueblo entienda que esto es lo que nos conviene a los pobres, nos conviene a todos».

«Este proceso revolucionario ha abierto grandes puertas para mejorar la vida de todo el pueblo y, por supuesto, de las mujeres», afirma Cecilia, joven madre soltera y vendedora ambulante.

«Que el No haya ganado representa que se detiene, por ahora, la posibilidad de seguir transformando esta sociedad, que ha estado tan polarizada durante tantos años. Por un lado, todos los ricos que se llevaban las ganancias del petróleo y, por otro, el resto de la gente, viviendo en los barrios sin servicios, sin que el gobierno atendiera las necesidades más urgentes, salud y educación, para empezar», afirma.

Las historias de la vida a partir del inicio del proceso bolivariano se suceden. «Yo nunca hubiera podido estudiar en la universidad, ni tener a mi hijo en una escuela pública», dice Sheila, estudiante de comunicación, madre soltera, a quien antes le fue negado el ingreso a la Universidad Central de Venezuela.

De carácter público, esta casa de altos estudios fue dando cabida, paulatinamente, a la clase media y media alta, mientas quedaban fuera las y los jóvenes en pobreza y pobreza extrema.

«Los procedimientos de admisión hacían que la mayoría de nosotros no pudiéramos entrar, y nunca íbamos a tener acceso a una universidad», explica Sheila. «Con Chávez se creó la Universidad Bolivariana de Venezuela, ahora hay mucha gente que, como yo, tiene acceso a la educación universitaria»

La política de apertura de medios de comunicación comunitaria ha generado cientos de radiodifusoras y una decena de televisoras públicas. «Las mujeres nos hemos ido incorporando también a los medios de comunicación», afirma Yanahir, joven maestra popular y locutora en una radio comunitaria. «Las mujeres de barrio, las chamas (jóvenes), hemos tenido acceso a estos medios, eso es algo nuevo, de hace unos pocos de años solamente».

EL NO Y EL ABSTENCIONISMO

Para las mujeres que se abstuvieron, en cambio, una de las razones de su decisión está en «las cantidades de dinero que han ido a la basura, o a los bolsillos de un poco de gente aprovechada, que se ha enriquecido con lo que es nuestro», afirma Yusy, estudiante universitaria.

También cuestionan la forma de votación. «No se puso a consideración del pueblo cada artículo, para que cada quién votara sí o no a cada artículo que se proponía reformar. Votar sí o no en bloque no sirve», señala Yosanna, dueña de un comedor en el centro de Caracas. «Yo así no voto, no quiero que me pongan en un solo bloque cosas con las que estoy de acuerdo y cosas que no comparto, mejor me abstuve».

Un grupo considerable dentro del bloque del No tuvo su base en la población estudiantil. Estudiantes que dijeron no a la reforma argumentan la falta de libertad de expresión y un «afán centralizador» del presidente Chávez.

«Yo no quiero un país en el que sea el presidente quien nos diga qué hacer, cómo pensar, que imponga su criterio para toda la población»; «la libertad de expresión es básica en cualquier país, para que sea democrático, dije no a la reforma para que Venezuela no sea un lugar sin libertad de expresión»; «yo definitivamente no quiero seguir en el caos que es ahora Venezuela, en medio de la violencia y el miedo. La juventud aquí quiere vivir en paz, no en retroceso hacia la violencia», señalan tres estudiantes universitarias que prefirieron omitir sus nombres.

EL SÍ

Para mujeres del bloque del sí, en cambio, los logros «son muchos e indiscutibles», tienen que ver con acceso a los servicios sociales básicos: salud, educación y guarderías; a recursos económicos, a los medios de comunicación; a una amplia red de programas sociales, a reformas legales y creación de instancias de gobierno como el Instituto Nacional de las Mujeres o la misión Madres del Barrio –encargada de atender a las que viven en extrema pobreza, casi todas madres solteras.

Pero también hablan de las necesidades que hace falta solucionar, de los errores del proceso bolivariano; de los temas pendientes, «si bien la reforma planteaba definitivamente fortalecer el poder del pueblo, el poder popular, y eso significaba acercarnos un poco más a la sociedad que queremos, a un proyecto socialista bolivariano», señala Adriana, comunicadora e integrante de la dirección del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora.

«En la propuesta de reforma no se abre el debate sobre asuntos pendientes con las mujeres, sobre la equidad como tal. Eso se está trabajando en otros espacios, como los Consejos Comunales (espacios de organización comunitaria para el autogobierno) y en el PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela); eso es algo que creo que hay que impulsar muy fuerte, hace mucha falta», opina.

«Si se puede armar una campaña para anunciar en cientos de paredes la Copa América –de futbol–, ¿por qué no se puede hacer una campaña sobre sexualidad, sobre la violencia contra las mujeres?», se pregunta una educadora infantil.

Si bien «el proceso bolivariano es lo más valioso que tenemos, lo mejor que hemos tenido en Venezuela, las mujeres tenemos que lograr también todos nuestros derechos, para que esta revolución esté completa. Y eso es lo que vamos a hacer de aquí para adelante», afirma Cecilia.

Y concluye: «porque ahora hemos dado un ejemplo claro de democracia, debemos tener ánimo y seguir construyendo la revolución desde la diversidad y el amor».

07/AC/GG/CV

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