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Víctimas de trata unas 140 mil moldavas en su propio país

Por Gladis Torres Ruiz

Tardé un tiempo en enterarme que mi marido me había vendido en 3 mil dólares? «no puedo imaginar una traición peor que ésta», relata Natalia, una de las 140 mil mujeres moldavas, víctimas de trata en su propio país, documentado en el Informe Estado de la Población Mundial 2006.

Al cumplir los 19 años de edad, Natalia, originaria de la República de Moldova, país fronterizo con Rumania y Ucrania, aceptó casarse con un muchacho de un pueblo vecino, se casarían y se irían juntos, por primera vez la joven se movería de su lugar de origen.

Ella no estaba enamorada, sin embargo era la única forma en que podía empezar otra vida. Ya casada, se embarazó y su marido le propuso que fueran a trabajar a Italia para mejorar su economía.

Natalia accedió, pues había escuchado varias historias de migrantes exitosos, fue entones cuando su esposo le presentó al señor X, «un hombre como de 40 años», precisa.

En el documento publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), la mujer indica que fue convencida por el tratante de personas y su marido de viajar primero ella sola, con el pretexto de laborar en la casa del hombre como mucama. Nunca sucedió, desde que subió al auto del señor X su vida cambió.

Su marido la vendió al tratante en 3 mil dólares. Durante el viaje y tras varios intentos de escapar la joven se enteró del negocio. Cabe señalar que no fue esta la única vez que la usaron como mercancía, el señor X la vendió a otro hombre quien la tuvo cautiva como esclava en su casa por algunos meses, en ese lapso la sometieron a un aborto.

Sus verdugos también la golpearon brutalmente y la violaron en diferentes ocasiones, algunas veces de manera tumultuaria. En el transcurso cuenta que vio a más mujeres en su misma situación, procedentes de países cercanos al suyo como Rumania.

La joven relata que la tercera vez que la vendieron, fue el dueño de un prostíbulo quien le ofreció que si se portaba bien y le devolvía lo que le había costado en unos meses la dejaría ir, cada noche tenía que bailar y «satisfacer a los clientes».

Ayudada por uno de los clientes logró escapar, pero cuando caminaba por el campo, los matones del burdel la persiguieron en el coche y la atropellaron dejándola tirada creyendo que había muerto.

La mujer despertó en un hospital luego de tres días de estar en coma profundo, ahí le informaron que quizás no volvería a caminar y que tenía hepatitis B. Cuando había perdido toda esperanza, apareció un abogado que le compró su viaje de regreso a Moldova.

Llegó al aeropuerto de Kishinau -no la esperaba nadie- fue a su pueblo pero su padre y sus hermanos le dijeron que para ellos estaba muerta, que se había ido y ni siquiera les había mandado plata y ella nunca les contó nada.

En la actualidad Natalia vive en uno de los refugios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), está tratando de recuperarse de sus heridas físicas y psíquicas, habla con los ojos bajos y voz casi ahogada por el llanto.

Según datos de la OIM, 225 mil mujeres, niñas y niños son tratadas anualmente en el Sudeste de Asiático y alrededor de 300 mil menores de edad bangladeshis, trabajan en prostíbulos en la India, uno de los destinos principales del Sur de Asia.

El documento Jóvenes en Movimiento señala que los tratantes de personas apuntan cada vez más a las mujeres jóvenes, como el Sudeste de Asia, donde se cree que «tener relaciones sexuales con una virgen puede prevenir o incluso curar el VIH/Sida».

La trata de personas no sólo tiene como fin la explotación sexual, sus metas pueden ser otras: explotación laboral, sujeción por deudas, trabajo doméstico, mendicidad, matrimonio, participación en conflictos armados o comercio ilegal de drogas o de órganos, subraya el informe del Estado de la Población Mundial 2006.

06/GT/LR/CV

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