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Violencia laboral, el incendio en tienda Coppel

Por Socorro Chablé, corresponsal

Claudia Janeth Bernal Delgado, tenía tres días de haber concluido su periodo de licencia por maternidad, cuando la negligencia laboral de sus jefes le arrebató la vida.

Tenía 25 años de edad, un hijo de 4 años y su recién nacido con apenas 45 días de nacido, al que llamó Sebastián.

Ella y cinco empleadas más murieron calcinadas, después de que se registró un incendio en la tienda Coppel Hidalgo de Hermosillo Sonora, y no pudieron salir porque las mantenían encerradas para trabajar durante la noche.

La procuraduría de aquel estado señaló que las seis mujeres se encontraban en el interior del inmueble realizando un inventario, al momento que fueron sorprendidas por el fuego del que no pudieron escapar.

Ni los 80 bomberos que intentaron sofocar el fuego, ni el personal de Protección Civil y policías estatales y municipales, pudieron rescatarlas, porque aunque usted no lo crea, simplemente no había salidas de emergencia.

Eso sí, cual fortaleza que protege sus bienes materiales, a diferencia de las vidas humanas, el edificio estaba sellado con cortinas metálicas y candados que el propio gerente cerraba por fuera, una vez que las trabajadoras se disponían a trabajar al interior durante toda la noche.

La señora Blanca Delgado, madre de Claudia Janeth Bernal, declaró que su hija junto con las otras empleadas, se quedaban trabajando por las noches. «Las dejaban encerradas, cerraban el cancel y lo abrían hasta el día siguiente a las 8:00 de la mañana».

Mauricio Berrios, amigo de Claudia Janeth, coincidió con el testimonio de su madre, asegurando que constantemente Claudia manifestaba su preocupación por las condiciones en las que laboraba, ya que en caso de emergencias no podría salir de la tienda.

Siempre me dijo que nunca le dejaban llaves. Que sólo el gerente podía abrir las puertas y nadie más. A veces yo quería llevarle cena o un café, pero decía que ella y sus compañeras siempre estaban encerradas, aseguró.

Esta es la realidad de miles de trabajadoras en un país, que ya no da tregua a la violencia que se ejerce en contra de las mujeres, porque la violencia ya rebasa el ámbito doméstico y se instala en los centros laborales, sin que haya una instancia que medie para evitarlo.

No es raro que hoy en día cientos de empresas violen la ley y atenten contra los derechos humanos laborales de las mujeres, si desde la propia presidencia hay luz verde para que Javier Lozano (Secretario del Trabajo), pase por encima de la Ley Federal del Trabajo, en contubernio con lo peor del empresariado mexicano y en complicidad con las más dudosas transnacionales que se instalan en nuestro país.

Qué decir del director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que a todas luces y también con la anuencia de su presidente, pasa por alto las pésimas condiciones de instancias que tiene la obligación de supervisar, como fue el caso de la guardería ABC, en la que los dueños eran nada menos que parientes de Margarita Zavala (esposa de Felipe Calderón).

La impunidad todavía se respira en Hermosillo a menos de año y medio en que perdieron la vida 49 niños y niñas en la guardería ABC, por las mismas razones que perdieron la vida las seis trabajadoras de Coppel.

La corrupción de pseudo empresarios, mejor conocidos como delincuentes de cuello blanco (aunque bastante percudidos) coludidos con cuellos multicolores incrustados en todos los niveles de gobierno.

Poca gente sabe que el local de la guardería antes fue una maquiladora, lo que una vez más nos confirma que la vida de las mujeres no vale nada para empresarios y funcionarios corruptos, para quienes tampoco valió nada la vida de niños y niñas que perdieron la vida.

Esa calaña de hombres son los verdaderos culpables de que las mujeres hoy en día se enfrenten a las peores formas de trabajo, porque sus prácticas solo son comparables con la propia esclavitud.

Encerrar toda la noche bajo candados y llave a las seis trabajadoras de Coppel, sin que tuvieran acceso a las salidas de emergencia que además estaban bloqueadas, es de los actos más ruines e intolerables.

Si en este país le quedara un poco de dignidad al sector empresarial, algo deberían hacer al respecto para no ser juzgados por la sociedad como cómplices de esos hechos.

Ahora es cuando las mujeres empresarias deberían marcar la diferencia y hacer escuchar sus voces en represalia de estos actos de barbarie, porque estoy convencida que ninguna de ellas habría cometido semejante bajeza.

El subprocurador de Justicia de aquel estado, Martín Robles Armenta, dijo que se investiga el origen del fuego, además de que se «pidió» a los funcionarios de Coppel un informe completo sobre sus normas de seguridad y si la sucursal contaba con personal de vigilancia. ¡Por dios! Es como si se pidiera a un asesino que aún no ha sido capturado, que declare a voluntad si él fue quien cometió el crimen.

¡Señores funcionarios! ¿Cuándo actuarán en consecuencia a su cargo?, renuncien si no son capaces de desempeñarlo porque estamos hartas de que su ineptitud siga cobrando vidas y además las muertes queden impunes. ¡No queremos ni una muerte más!

No hay pretexto que valga, ni nada que justifique la muerte de trabajadoras que salieron de sus hogares hacia su centro de trabajo en busca del sustento, porque haya sido provocado o no, en el incendio que usted investiga, señor Subprocurador, hay un hecho que es innegable y debe ser penado: las trabajadoras estaban encerradas bajo cortinas metálicas y candados que el gerente cerraba para que ellas no salieran (disque para que no robaran).

Los procedimientos ilegales de la empresa Coppel asesinaron a esas mujeres y ante eso procede impartir justicia, esa es la razón de ser de las procuradurías señor Martín Robles Armenta.

Basta de impunidad y negligencia señores, las mujeres ya no toleraremos ser vistas como ciudadanas de tercera. Más allá de los sindicatos omisos y corruptos, más allá de los funcionarios ineptos, más allá de los gobiernos complacientes e ineficaces, las mujeres levantaremos la voz cada vez más fuerte para impedir que otras mueran, porque si ustedes no nos protegen, nosotras lo haremos.

Mariana López Soto, de 24 años; Carmen Selene Moreno Zazueta, de 36 años; Verónica Picos Bastidas, de 22 años; Claudia Janeth Bernal Delgado, de 25 años; Perla Zapata, de 25 años y Rosa Imelda Félix, de 26, son las mujeres que perdieron la vida, y hoy a nombre de ellas y de sus familias, ¡exigimos justicia!…

Por lo pronto, mientras procede la justicia obligada de las instituciones (si es que eso sucede), la sociedad bien podría manifestar su indignación no comprando en las tiendas Coppel, hasta que su dueño entienda el significado de respetar la ley y los derechos humanos laborales de sus trabajadoras y trabajadores. Es ahí donde más le duele a los empresarios voraces.

Que las trágicas muertes de esas mujeres sean un grito de alerta en Yucatán, para que nunca tengamos que lamentar semejantes hechos.

* Corresponsal Yucatán, integrante de la Red Nacional de Periodistas y premio estatal de periodismo.

10/SCH/LR/LGL

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