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Violencia sexual, arma de guerra en conflicto colombiano

Por Gladis Torres Ruiz

La violencia sexual en el conflicto armado de Colombia sigue siendo utilizada como un arma de guerra, en la que mujeres de todas las edades son flageladas de manera impune, ya que las víctimas no denuncian por miedo a represalias y el Estado «invisibiliza» la violencia de género, acusó la magistrada colombiana Stella Conto Díaz del Castillo.

«A pesar de que los grupos armados niegan que haya violencia contra los cuerpos de las mujeres la documentación es clara. Se considera que entre 40 y 50 por ciento de los grupos armados son mujeres que ingresan desde los 12 años de edad», aseguró en la videoconferencia «La justicia ante la violencia sexual», organizada por la Fundación Justicia y Género.

La también directora del área de Derecho Civil y del Consultorio Jurídico de la Universidad de Nuestra Señora del Rosario afirmó que la violencia sexual en el conflicto armado es un arma de guerra en la que niñas, adolescentes, adultas y ancianas han sido flageladas.

«La omisión de la perspectiva de género en el conflicto armado llevó a Colombia a que se invisibilicen las condiciones de poder y lo que esto representa, favoreciendo la impunidad, el empoderamiento de los agresores y el desconocimiento de las victimas», expuso Díaz del Castillo.

La magistrada narró cómo a las niñas que forman parte de los grupos armados desde los 12 años se les coloca el dispositivo intrauterino, y se les advierte que «no pueden quedar embarazadas, de ser así se les obliga al aborto».

De igual manera el embarazo se usa como arma de triunfo, es decir cuando una combatiente cae en manos de otro grupo «el reto es embarazarla».

Señaló como referencia del trato que se les da a las mujeres en los grupos armados, el caso de Margarita, el cual se narra en el libro «Mujeres en la guerra», de Patricia Lara Salive. Ahí se cuenta cómo la mujer originaria de un barrio marginal de Colombia ingresó junto con su compañero a un grupo armado para transformar la vida en su país.

Fue separada de su compañero y acosada sexualmente por el coronel al mando. Como mujer no tenía derechos a hablar o decidir, se le designaban trabajos pesados y excesivos, además de los trabajos domésticos.

Stella Conto dijo que la violencia de género es una imposición de orden social, ya que en las grandes ciudades de Colombia los grupos que consiguen dominar un territorio imponen reglas de conducta para que sean respetadas por las mujeres.

Precisó que de acuerdo con datos de la Corte Constitucional, el 64 por ciento de las y los desplazados son mujeres, y la mayoría de ellas huye de la violencia sexual aunque ésta no se termina, ya que en el desplazamiento ellas siguen siendo violentadas.

«Hay un gran porcentaje de adolescentes y jóvenes con embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y niñas con daños en sus aparatos reproductivos por las prácticas realizadas en su cuerpo», detalló.

La también abogada afirmó que en Colombia la cultura patriarcal, concentra y potencializa la violencia sexual y la trata de mujeres, además de que les niega el acceso a la justicia.

«Los problemas para que las mujeres puedan acceder a la justicia son los mismos en toda Iberoamérica: el silencio que por miedo guardan las víctimas y la invisibilidad de parte de los Estados respecto de la violencia de género», recalcó.

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