Inicio «Viudas de facto» dan testimonios de la «guerra sucia»

«Viudas de facto» dan testimonios de la «guerra sucia»

Por Federico Campbell

Angelina Reyes es una de tantas mujeres a quienes el Estado mexicano convirtió en «viudas de facto» al «desaparecer» a sus esposos en décadas pasadas.

Su testimonio está integrado en el Informe Soberanes (sobre desapariciones forzadas presentado al Ejecutivo el pasado 27 de noviembre), y recogido desde 1977 por el Comité Eureka dirigido por Rosario Ibarra de Piedra.

En 1978, Angelina participó al lado de doña Rosario en la histórica huelga de hambre sostenida dentro de la Catedral Metropolitana en el DF, en demanda de la presentación con vida de los secuestrados políticos.

Reyes es esposa de Florentino Loza Patiño, técnico del desaparecido Inmecafé en la sierra de Atoyac, Guerrero, y detenido-desaparecido en 1977 en la capital de Oaxaca por agentes de la Policía Judicial al mando del comandante Wilfrido Castro.

Un ex recluso de las Islas Marías le contó a Angelina en 1982, que los presos llamados «apartados» cultivaban granjas de coco en unos islotes lejanos a la isla María Madre, cárcel dependiente de la Dirección de Reclusorios de la Secretaría de Gobernación.

Angelina piensa que su marido pueda estar allí y está convencida que el general Arturo Acosta Chaparro, ahora preso en el campo militar número uno bajo cargos de narcotráfico, conoce bien el paradero de Florentino Loza Patiño.

Angelina relató a los visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que recogieron testimonios de familiares de desaparecidos en este pueblo el pasado fin de semana, que varios presos detenidos en la base naval de Icacos en Acapulco fueron «encostalados» y subidos a aviones de la Marina, desde donde eran arrojados al mar.

«Uno se logró salvar, porque cayó en una laguna, y al moverse dentro del costal, fue rescatado», sostiene Angelina de 54 años, que se quedó sola con un hijo cuando el Estado le hizo el favor de «desaparecer» a su esposo.

La declarante cuenta cómo nunca pudo cobrar el seguro para los técnicos del Inmecafé porque no podía poseer un acta de defunción de su marido, y solicitó que la instancia que sustituyó a ese instituto tome cartas en el asunto para cubrir la póliza.

       
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