Inicio Y después de la marcha…

Y después de la marcha…

Por Lydia Cacho*

Marchamos por la indignación, por la rabia, por el miedo, por la sensación de desamparo. Marchamos ayer por la paz y con un grito de viudas, de madres y padres que perdieron a sus hijos e hijas.

Marchamos para entender o intentar comprender lo incomprensible, caminamos contra la muerte y sus sicarios, contra la traición del Estado y sus secuaces, contra la indiferencia social y la pobreza.

Marchamos para volver a sentir al país en nuestras manos, para creer que tenemos remedio, más allá del remedio político, el de la unión y la solidaridad por una misma causa.

Pero también hay quien marcha para mañana volver a su silencio, a su abulia, a su victimización perenne, a culpar a los otros de sus males.

Pocas cosas generan tanta energía colectiva como las marchas. Estuvimos, codo a codo, cada cual cargando sus sueños y esperanzas, compartiendo silencios y consignas por la paz y tenemos la certeza de que al menos la soledad no tiene cabida entre estos miles de hombres, mujeres, adolescentes, niñas y niños.

Parecemos, por unas horas acaso, un país cohesionado por una misión colectiva. Eso lo sabremos al volver a casa, mañana y la semana que viene, y en dos meses, cuando nuestras acciones cotidianas demuestren si lo que exigimos hacia fuera, es lo mismo que somos capaces de exigir hacia dentro, en el hogar y en nuestro hacer diario, si pagaremos el costo de la congruencia.

Lo que sabremos, luego de la emoción de la marcha, es si estamos tan obsesionados como lo está Calderón, si creemos que hay soluciones fáciles y rápidas para problemas ancestrales. Si nos autoengañamos, como el Presidente, diciendo en silencio que si atrapan a El Chapo y a El Lazca la guerra terminará y los criminales quedarán abatidos y entenderán quién manda.

Nada cambiará si no somos capaces de entender que somos un país en que permea el egoísmo, uno de los menos comprometidos con sus propias comunidades. Un país de mártires que vive aterrado del disenso; un país chismoso que vive temeroso del conflicto, tal vez porque nadie nos enseñó a negociar esos conflictos ni nos mostró que la democracia no está en el Congreso y las urnas sino en las calles y hogares, y que se fortalece cuando los grupos diferentes son capaces de informarse, debatir, disentir y seguir conviviendo con acuerdos pacíficos.

Mientras millones se quejan del hacer de otros y otras, las ONG que rescatan a la infancia, a huérfanos de la guerra, se quedan sin recursos porque muy poca gente ha comprendido que allí está el cambio de fondo.

Mientras las sobremesas del país se abocan a un quejumbroso discurso contra los políticos que nada hacen por los millones de adolescentes adictos a las drogas, sólo uno de cada 10 mil mexicanos dona algo para organizaciones expertas en adicciones.

Nunca como ahora los grupos de Alcohólicos Anónimos, sin fines de lucro, tuvieron tanta demanda de ayuda y tan pocos apoyos para pagar su renta, luz y agua.

Nunca como ahora los refugios para mujeres y menores de edad maltratadas vivieron tantos problemas económicos y ausencia de solidaridad comunitaria. Sólo ahora que hay crisis nacional por la violencia evidente ha quedado claro lo poco hábiles que somos para hacer un trabajo comunitario que no se convierta en sacrifico heroico.

Sabemos que el Estado ha fallado. Que esta guerra es el cáncer que develó otras enfermedades ancestrales en el cuerpo de esta patria dolida. Cada vez hay más gente de clase media alta armada, dispuesta a asesinar a su enemigo, en lugar de comprometerse a participar en acciones colectivas, formar parte de consejos ciudadanos supervisores de los cuerpos policiacos.

Cada vez hay más que aseguran que no votarán porque los políticos son una basura, pero a cambio de su voto nulo no dona dos horas a la semana para una organización comunitaria que rescate adolescentes en situación de riesgo.

La excusa del miedo es una útil coartada para esta complicidad pasiva que ha regado tanta sangre, tantos muertos, tanta ira. Mañana sabremos si la marcha es útil para construir futuro.

www.lydiacacho.org Twitter: @lydiacachosi

* Plan b es una columna publicada lunes y jueves en CIMAC, El Universal y varios diarios de México. Su nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.

11/LC/RMB/LGL

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más

-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00
Ir al contenido