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Yo no

Por Cecilia Lavalle

Atendiendo a la amable petición del distinguido señor secretario de Gobernación, Santiago Creel, en el sentido de que «quien tenga intenciones lo diga y quien no también lo diga», aprovecho para anunciar públicamente que… Yo no. No tengo ninguna intención de postularme como candidata a la Presidencia de la República.

Estoy segura que tras mi anuncio el país marcha (o no marcha) como siempre. Ni temblaron las bolsas de valores, ni bajó el precio del petróleo, ni «el sistema» entró en crisis; es más, es muy probable que a nadie, excepto a mi familia y a mis amistades cercanas, le importe mayormente si tengo o no tengo aspiraciones políticas; pero, como ciudadana responsable y que añora un mejor clima político en mi país, yo cumplo con avisar.

Y es que el señor secretario Creel dijo textualmente: «que se hable claro, que la opinión pública sepa exactamente lo que está pensando cada uno de los actores importantes desde el punto de vista político de este país». Ciertamente hizo esta afirmación tras la conferencia de prensa en la que la señora. Martha Sahagún anunció que siempre no, que no va a ser candidata a la Presidencia de la República; pero, dado que en una democracia cada ciudadano y ciudadana es políticamente importante decidí expresar mi decisión. No vaya a ser que después me echen la culpa del desastroso ambiente sucesorio.

Que conste que no dejé lugar a dudas. Porque no me vayan a salir con que no fui muy clara, que entre líneas se lee que a lo mejor sí, que en otro momento, que puede ser, que en otro espacio, que tal vez… Por aquello que doña Martha señaló al final de su discurso: no renunciaré jamás a mi compromiso con los más desprotegidos, y no faltó quien leyera que se va a lanzar pero como candidata a senadora o a diputada o al gobierno del Distrito Federal. Yo no. No tengo ninguna intención de contender por ningún cargo de representación popular.

Que conste también, que no me eché previamente un rollo con tintes feministas. No dije, como doña Martha, que: México está preparado para ser gobernado por una mujer, y que en los tiempos de cambio la equidad no debe quedar atrapada en palabras, y que continuaré mi lucha a favor de las mujeres. Yo no creí necesario el rollito porque, aunque igual que ella no tengo trayectoria política, a mí me queda claro que hay muchas mujeres talentosas que han dedicado media vida a la política y que pretender ocupar un cargo me convierte en una arribista.

Yo no. Que conste que tampoco lo dije en tono dramático. No dije, como doña Martha: «Estoy consciente de mis responsabilidades, también de los límites que impone nuestro momento histórico. El momento es propicio para las grandes decisiones. Ésta es la mía».

Yo sé muy bien que no soy ni salvadora de la Patria, ni el hada madrina del cambio. Es más, creo que le hacen mucho daño a nuestro país quienes se piensan a sí mismos como salvadores. Yo no. Me basta con -como escribió alguna vez Germán Dehesa-, no estorbarle demasiado a mi país, y servirle de algo, lo mejor que pueda.

Que conste que mis palabras tampoco sonaron como si alguien me estuviera torciendo el brazo: No dije, como doña Martha: «La convicción que tengo de seguir trabajando por el bienestar común se sostiene con principios y valores bien cimentados». Ambos están más allá de candidaturas y coyunturas». Tampoco, claro, presido ninguna fundación.

Podía haber dicho, como precisó la señora Martha, que: mi esposo y yo formamos un matrimonio solidario, que se apoya y que sabe respetar la individualidad de los espacios profesionales, y que nunca he intervenido o intervendré en decisiones institucionales. Pero no lo creí necesario, porque para empezar, nuestros ámbitos laborales son diferentes; y para seguir a nadie se le ocurriría el absurdo de suponer que yo tomo decisiones en el empleo de mi marido, o siquiera imaginar que quiero ocupar su puesto. Yo no.

En fin, yo simple, llana y públicamente digo que No. No tengo intenciones de postularme como candidata a la presidencia de la República, ni a ningún otro cargo de elección popular. ¿Ven? Fue fácil. En 21 palabras dije lo que tenía qué decir. ¿Por qué a doña Martha le cuesta tanto trabajo?

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Articulista y periodista de Quintana Roo.

2004/CL/GV/SM

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