Aliadas

Historias de vida de periodistas y defensoras

¿Quiénes son?

Las periodistas comprometidas con los Derechos Humanos de las mujeres somos defensoras y lo hacemos a través del periodismo y de la comunicación. Esa es nuestra herramienta para la defensa: poner los medios para que otras mujeres coloquen sus voces, demandas y logros; y se hace en colectivo. Mujeres organizadas que defienden sus cuerpos y territorios, las que exigen justicia para las víctimas, o por el derecho a una vida digna para todas las personas.

Sin embargo en México esta labor se vive en constante riesgo. Exigir justicia, denunciar la corrupción, evidenciar la invasión y devastación de los territorios, investigar violaciones a Derechos Humanos para mostrar las fallas del Estado y señalar a los responsables, así como cuestionar a las autoridades, es una actividad peligrosa tanto para defensoras como para periodistas toda vez que pone a la luz pública a actores concretos que se benefician de dichas actividades.

El Estado tolera e incluso es permisivo con la violencia hacia periodistas y defensoras, lo que obstaculiza la libertad de expresión que es parte fundamental de una sociedad democrática, por ello la violencia contra la prensa atenta contra la vida democrática.

Las causas de esta violencia derivan de la desigualdad estructural que se vive en todos los espacios para las mujeres quienes viven doble discriminación, en este caso, por ser mujeres y periodistas y/o defensoras. Los impactos de la consumación de esta violencia tienen efectos en su salud, su vida personal y profesional.

Por ello, en este espacio te compartimos la historia de vida de defensoras de Derechos Humanos donde conocerás sus motivaciones, obstáculos y el origen de sus fortalezas, las violencias que han enfrentado y las estrategias para mantenerse de pie pese a los riesgos que enfrentan.

Introducción

Desde hace dos décadas se incrementó en México la violencia contra periodistas y personas defensoras de Derechos Humanos, colocándose entre los países más peligrosos para ejercer esta labor, pero también se evidenció la tendencia del sexismo y la misoginia encarnada en las agresiones contra ellas, así como los impactos sobre su salud, sus familias, las agendas públicas y, por supuesto, en el ejercicio de los Derechos Humanos.

La directora general de CIMAC, Lucía Lagunes Huerta, ha señalado en diversas ocasiones que “el sexismo misógino no tolera que las mujeres expresemos nuestro pensamiento libre públicamente, más cuando cuestionamos la práctica del poder político de los hombres, su respuesta al ejercicio de un derecho ha sido la violencia”

En 2012 como parte del 52 periodo de sesiones, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), expresó por primera vez “su profunda preocupación por los riesgos que las mujeres defensoras de derechos humanos y las periodistas enfrentan en el ejercicio de sus actividades profesionales”.

Las periodistas y defensoras desafían los estereotipos patriarcales que desaprueban su participación en la vida pública. Se enfrentan a una situación de violencia que busca silenciarlas.

El ex relator especial de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, reconoció que la violencia y discriminación estructural contra las periodistas se basa en una histórica desigualdad de poder y de estigmatización estructural toda vez que a las mujeres se les ha confinado al espacio privado, del hogar y los cuidados, “quienes se dedican al periodismo son atacadas porque hay una intención, manifiesta o inconsciente, de reducirlas a ese papel”.

La Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer (2020) Dubravka Šimonović, también se ha pronunciado al respecto en su informe especial. “El hecho de que las periodistas sean objeto de agresiones y abusos refleja pautas más amplias de sexismo y violencia de género, que buscan castigar a las mujeres no sólo por expresar opiniones críticas o disconformes, sino también por expresarse alto y claro en su condición de mujeres”.

Las defensoras suelen ser el pilar de su comunidad, asumiendo una mayor responsabilidad en el cuidado de la niñez y de las personas adultas mayores, son quienes laboran para sostener sus hogares y son lideresas frente a proyectos que atentan contra los Derechos Humanos de la comunidad. Enfrentan amenazas específicas de género como la violencia sexual o campañas de difamación que en muchas ocasiones se centran en su vida privada, con contenido sexista o sexual explícito; y si ocupan puestos de liderazgo, son estigmatizadas por oponerse a los roles tradicionales de género.

La violencia que enfrentan las periodistas y defensoras responde a un clima polarizado que criminaliza la defensa de Derechos Humanos y el periodismo crítico. Periodistas como Lydia Cacho Ribeiro han señalado que “una forma de atacar a las democracias es atacar a las mensajeras, quienes están investigando, en condiciones pauperizadas, temas como la pobreza, el ecocidio y nuevas formas de corrupción y mafiocracia del Estado mexicano”.

El periodismo cumple una función social fundamental para la democracia. La violencia contra las defensoras y periodistas es un atentado para la igualdad y el desarrollo.

Las autoridades deben investigar todas y cada una de las amenazas que reciben las periodistas y/o defensoras desde su tarea informativa y de defensa de Derechos Humanos, con una perspectiva de igualdad de género para llegar a la sanción contra los perpetradores materiales e intelectuales.

El Estado debe tomar las recomendaciones de los organismos internacionales para fortalecer el trabajo de las instituciones encargadas de la protección e investigación de estos crímenes.

Las periodistas comprometidas con los Derechos Humanos de las mujeres somos defensoras y lo hacemos a través del periodismo y de la comunicación. Esa es nuestra herramienta para la defensa: poner los medios para que otras mujeres coloquen sus voces, demandas y logros; y se hace en colectivo. Mujeres organizadas que defienden sus cuerpos y territorios, las que exigen justicia para las víctimas, o por el derecho a una vida digna para todas las personas.
Sin embargo en México esta labor se vive en constante riesgo. Exigir justicia, denunciar la corrupción, evidenciar la invasión y devastación de los territorios, investigar violaciones a Derechos Humanos para mostrar las fallas del Estado y señalar a los responsables, así como cuestionar a las autoridades, es una actividad peligrosa tanto para defensoras como para periodistas toda vez que pone a la luz pública a actores concretos que se benefician de dichas actividades.

El Estado tolera e incluso es permisivo con la violencia hacia periodistas y defensoras, lo que obstaculiza la libertad de expresión que es parte fundamental de una sociedad democrática, por ello la violencia contra la prensa atenta contra la vida democrática.
Las causas de esta violencia derivan de la desigualdad estructural que se vive en todos los espacios para las mujeres quienes viven doble discriminación, en este caso, por ser mujeres y periodistas y/o defensoras. Los impactos de la consumación de esta violencia tienen efectos en su salud, su vida personal y profesional.
Por ello, en este espacio te compartimos la historia de vida de 10 defensoras de Derechos Humanos donde conocerás sus motivaciones, obstáculos y el origen de sus fortalezas, las violencias que han enfrentado y las estrategias para mantenerse de pie pese a los riesgos que enfrentan.

Introducción

Desde hace dos décadas se incrementó en México la violencia contra periodistas y personas defensoras de Derechos Humanos, colocándose entre los países más peligrosos para ejercer esta labor, pero también se evidenció la tendencia del sexismo y la misoginia encarnada en las agresiones contra ellas, así como los impactos sobre su salud, sus familias, las agendas públicas y, por supuesto, en el ejercicio de los Derechos Humanos.

La directora general de CIMAC, Lucía Lagunes Huerta, ha señalado en diversas ocasiones que “el sexismo misógino no tolera que las mujeres expresemos nuestro pensamiento libre públicamente, más cuando cuestionamos la práctica del poder político de los hombres, su respuesta al ejercicio de un derecho ha sido la violencia”

LEER MÁS

En 2012 como parte del 52 periodo de sesiones, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), expresó por primera vez “su profunda preocupación por los riesgos que las mujeres defensoras de derechos humanos y las periodistas enfrentan en el ejercicio de sus actividades profesionales”.

Las periodistas y defensoras desafían los estereotipos patriarcales que desaprueban su participación en la vida pública. Se enfrentan a una situación de violencia que busca silenciarlas.

El ex relator especial de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, reconoció que la violencia y discriminación estructural contra las periodistas se basa en una histórica desigualdad de poder y de estigmatización estructural toda vez que a las mujeres se les ha confinado al espacio privado, del hogar y los cuidados, “quienes se dedican al periodismo son atacadas porque hay una intención, manifiesta o inconsciente, de reducirlas a ese papel”.

La Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer (2020) Dubravka Šimonović, también se ha pronunciado al respecto en su informe especial. “El hecho de que las periodistas sean objeto de agresiones y abusos refleja pautas más amplias de sexismo y violencia de género, que buscan castigar a las mujeres no sólo por expresar opiniones críticas o disconformes, sino también por expresarse alto y claro en su condición de mujeres”.

Las defensoras suelen ser el pilar de su comunidad, asumiendo una mayor responsabilidad en el cuidado de la niñez y de las personas adultas mayores, son quienes laboran para sostener sus hogares y son lideresas frente a proyectos que atentan contra los Derechos Humanos de la comunidad. Enfrentan amenazas específicas de género como la violencia sexual o campañas de difamación que en muchas ocasiones se centran en su vida privada, con contenido sexista o sexual explícito; y si ocupan puestos de liderazgo, son estigmatizadas por oponerse a los roles tradicionales de género.

La violencia que enfrentan las periodistas y defensoras responde a un clima polarizado que criminaliza la defensa de Derechos Humanos y el periodismo crítico. Periodistas como Lydia Cacho Ribeiro han señalado que “una forma de atacar a las democracias es atacar a las mensajeras, quienes están investigando, en condiciones pauperizadas, temas como la pobreza, el ecocidio y nuevas formas de corrupción y mafiocracia del Estado mexicano”.

El periodismo cumple una función social fundamental para la democracia. La violencia contra las defensoras y periodistas es un atentado para la igualdad y el desarrollo.

Las autoridades deben investigar todas y cada una de las amenazas que reciben las periodistas y/o defensoras desde su tarea informativa y de defensa de Derechos Humanos, con una perspectiva de igualdad de género para llegar a la sanción contra los perpetradores materiales e intelectuales.

El Estado debe tomar las recomendaciones de los organismos internacionales para fortalecer el trabajo de las instituciones encargadas de la protección e investigación de estos crímenes.

OCULTAR

Tan sólo en 2023 hubo:

1788

agresiones contra defensoras de derechos humanos*

*Datos preliminares del registro de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México

184

casos de violencia contra mujeres periodistas en el ejercicio de su labor

38%

los agresores son funcionarios públicos**

**Registro del Programa de Libertad de Expresión y Mujeres, CIMAC

Desde hace doce años María Esperanza Luciotto López inició una cruzada de dignidad, valentía y memoria, como respuesta a la indolencia de las autoridades de procuración de justicia de San Luis Potosí, encargadas de la investigación del feminicidio de su hija Karla Pontigo Luciotto, ocurrido el 28 de octubre de 2012.

La inacción de las autoridades y las irregularidades en la investigación en el feminicidio de Karla la obligaron a remar contra corriente y a forjar un carácter duro para poder acompañar a otras madres, que, como ella, han vivido la pérdida de una hija por feminicidio.

En 2019, la Primera Sala de la SCJN otorgó un amparo a la familia de Karla Pontigo. Se reconoció que la investigación del caso fue deficiente y sin perspectiva de género. Se ordenó reabrir el expediente, reestructurar la investigación desde cero y tomar en cuenta estándares internacionales en materia de Derechos Humanos y violencia feminicida.

A casi 13 años del feminicidio de Karla Pontigo y pese a los avances legales, no hay detenidos ni líneas claras de investigación. Mientras tanto, Esperanza vive bajo amenazas y hostigamiento.

María Esperanza Luciotto López ha trascendido su dolor individual para convertirse en un referente colectivo. Ha confrontado a las instituciones, ha litigado y protestado en las plazas públicas. Su voz resuena como una exigencia ética en un país que ha normalizado la impunidad. Para ella no hay justicia sin memoria y no hay reparación posible si el Estado sigue omitiendo su responsabilidad.

En los caminos de la justicia las madres se encuentran. Juntas, fundaron en mayo de 2021 la colectiva «Por ellas, por nosotras y por todas», con la misión de acompañar a otras madres, exigir justicia, y visibilizar los vacíos del sistema de justicia. 

Con una extensión de alrededor de 3 mil 169 kilómetros desde Baja California hasta Tamaulipas, ubicados al norte de la República Mexicana, en la que se observan desiertos y zonas montañosas, la frontera entre México y Estados Unidos, ha sido por años, el paisaje obligado para quienes se atreven a cruzarla en búsqueda de un futuro mejor, también llamado “sueño americano”.

De acuerdo con datos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, hasta marzo de 2025 se registraron aproximadamente 7 mil 180 cruces de personas provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador y México. Aunque la cifra disminuyó considerablemente en comparación con el mismo periodo del año pasado donde se contabilizaron 13 mil 480 cruces, ello no se debe a la falta de personas en situación de movilidad, sino por el recrudecimiento de las políticas migratorias que mantiene Estados Unidos, que criminalizan a quienes se ven obligadas a migrar.

En este contexto, la presencia de organizaciones de apoyo, defensa y asistencia a personas migrantes juega un papel importante, y eso lo sabe muy bien Graciela Zamudio Campos, defensora de Derechos Humanos, cuya organización cuenta con 7 años de trabajo en defensa de personas migrantes.

En entrevista con Cimacnoticias, la defensora habla con una serenidad que contrasta con lo vertiginoso de su vida. Con la mirada y voz firme y un gesto cálido, Graciela recordó cómo fundó la organización Alma Migrante A.C. en el año 2018, en una de las fronteras más difíciles de México.

Graciela Zamudio Campos es originaria de la Ciudad de México. Es maestra y abogada por la Escuela Libre de Derecho. Nació en el seno de una familia en la que los conceptos de justicia y servicio a los demás no eran abstractos, sino una práctica cotidiana.

“Una madre que busca justicia por su hija desaparecida. Una maestra que exige educación pública gratuita, laica y de calidad. Una trabajadora de la maquila que demanda un mejor salario. Una defensora por los derechos LGTBI. Una líder indígena o campesina que defiende su territorio. Una joven que se moviliza por la despenalización del aborto. Una periodista que saca a luz pública complicidades entre la policía y el crimen organizado…
Las mujeres defensoras de Derechos Humanos impulsan cada día la libertad, la igualdad y la justicia, a pesar de desarrollar su trabajo en un entorno de discriminación y violencia.” Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos

“La discriminación y violencia contra las mujeres periodistas en razón de su género en los medios de comunicación se traduce en la escasa participación de las mujeres en la agenda de los medios de comunicación». Edison Lanza, ex relator especial de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2018

“La violencia de género contra la mujer es una plaga mundial que afecta a una de cada tres mujeres a lo largo de su vida y, como tal, da lugar a una cultura de normalización y tolerancia de esa violencia en la sociedad, lo que significa que las periodistas y las trabajadoras de los medios de comunicación operan en un entorno en que la violencia de género sistemática y estructural forma parte de su rutina diaria”. Dubravka Šimonović, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, 2020

«María Elena me enseñó a siempre decir la verdad pero con pruebas, consultar varias fuentes, archivos…» Fernanda de Luna Ferral, hija de la periodista asesinada María Elena Ferral

«El silencio es complicidad» Miroslava Breach Velducea Periodista asesinadsa el 23 de marzo de 2017

AVISO A MEDIOS: Es posible retomar la información siempre que se respeten los créditos de las autoras. Favor de contactar a [email protected]

La producción de Aliadas, historias de vida de periodistas y defensoras se logró con el apoyo de Brot für die Welt

Diseño web: anamon.studio

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más