Vivimos otros tiempos, es cierto, pero tenemos a cuestas el pasado. Si bien es necesario abrirse a los mercados internacionales y recibir inversiones que nos hagan más productivos y nos den empresas mejores con finanzas fuertes y con gran capacidad de crecimiento, también es verdad que primero debe revisarse no sólo la Constitución y sus innumerables parches sino las normas tributarias y las políticas de Hacienda, pues sangran en exceso a las empresas y les impiden su crecimiento realizando nuevas inversiones y ampliando su red de servicio; como es el caso de la energía eléctrica y Pemex.
El año pasado las ventas totales de Pemex alcanzaron 45 mil millones de dólares, tanto por concepto de exportaciones como por las ventas dentro del país. Nuestras reservas probadas en materia de gas natural pueden ser explotadas 29 años, lo que no es una producción despreciable; sin embargo son insuficientes, pues la importación de este producto ha ido en aumento año con año.
Además de la demanda que se derive del crecimiento del sector industrial, incluido el petrolero, el sector eléctrico requerirá cada vez más gas debido al desarrollo de plantas de generación de ciclo combinado. Hacia 2007 este sector será el principal consumidor de gas natural en México.
Necesitamos aumentar la exploración y elevar significativamente la tasa de restitución de las reservas totales de hidrocarburos; a decir de Muñoz Leos, durante esta administración se proponen subir la producción de crudo en un millón de barriles diarios; en cuanto al gas natural, pretenden pasar de cuatro mil a casi siete mil millones de pies cúbicos diarios.
Para lograrlo se necesita más de todo. Es lógico. Todo lo anterior fundamenta los contratos de servicios, que se cuelan en el marco de lo posible constitucionalmente hablando pero que, en pocas y llanas palabras, permite la inversión privada detonando la eficiencia de la empresa en todos sus rublos.
De concretarse los contratos de servicios, la misión consiste en transparentar las operaciones, dar certidumbre a los inversionistas y conseguir el diablito que puentee las urgencias de Pemex junto con el apego a la legalidad con el tan cacareado manoseo del patrimonio de la Nación.
De no llegar a esto, y si el fisco sigue amputando a Petróleos, cada vez tendremos menos de lo que por decreto nos pertenece y seguiremos los mexicanos rodeando un tesoro cada vez más exiguo e improductivo.
No saben cuántos mexicanos dueños de ese bien carecen de electricidad en sus comunidades, es de ellos pero no hay dinero suficiente para llevárselas a sus hogares; pero de que es de todos es de todos, también los apagones, el servicio tan caro e ineficiente y todo lo que ya sabemos, pero defendemos a ultranza, como perros, aunque su peso se devalúe día a día, hasta que ya no valga nada. Pedimos un cambio, el mundo cambió, cambiemos, pues. Todos.
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