Burocratismo, carencia de recursos y falta de sensibilidad y capacitación del personal que atiende sicológica y jurídicamente a personas violentadas sexualmente, en el Centro de Terapia de Apoyo (CTA) –dependiente de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (PGJDF)– se traduce en deficiente atención hacia las víctimas y es parte de sus características.
Creado en 1989 como parte de un proyecto integral de atención a víctimas de delitos sexuales, que incluye a las cuatro únicas agencias especializadas del DF, a decir de investigadoras y ONG defensoras de las mujeres, el CTA se ha convertido en una bandera política con la intención de aparentar un trabajo oficial en beneficio de la población femenina de la capital, pero la realidad es muy distinta.
RADIOGRAFÍA DE UN PROYECTO IDEALIZADO
En Pestalozzi 1115, colonia Del Valle, una residencia de dos plantas, con mobiliario austero y un ambiente que nada tiene que ver con el trajín de las agencias especializadas en delitos sexuales, alberga al CTA.
Para una ciudad con 20 millones de habitantes, éste es el único centro gubernamental que proporciona atención sicológica y legal a las víctimas de delitos sexuales (en su gran mayoría mujeres y niñas), además de apoyarlas durante todo el proceso jurídico de la averiguación previa: ampliación de declaraciones y careos.
Pero no sólo es importante destacar que hay un solo CTA en toda la Ciudad de México, sino también, que las cuatro agencias especializadas en delitos sexuales (Coyoacán, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero) reciben, en promedio, cinco denuncias al día cada una de ellas: esto en una urbe en la que, según las cifras oficiales, ocurre una violación sexual cada nueve minutos.
Ubicado este único CTA en una zona residencial demasiado alejada de los sitios donde ocurre el mayor índice de crímenes sexuales en la capital (como la delegación Iztapalapa, que es la que ocupa el primer lugar en este tipo de delitos), cuenta con catorce terapeutas y diez asesoras legales –en su mayoría personal femenino– para atender un promedio de hasta 50 personas cada día, informa la directora del centro, Angélica Segura.
El horario de atención, que al menos hasta 1998 era de ocho de la mañana a nueve de la noche, en la actualidad se ha reducido: ahora se atiende de lunes a viernes, de nueve a siete de la noche.
TRABAJO DESVIRTUADO
Contundente, Patricia Valladares, sicóloga clínica y coordinadora del Programa Interdisciplinario de Atención a Víctimas de Violencia Sexual de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, asegura que el CTA va a morir de inanición, toda vez que el gobierno capitalino lo ha dejado en el olvido hasta desvirtuarse por completo su objetivo: atender de manera integral a las víctimas.
Como ejemplo de lo anterior, Valladares trae a colación la falta de presupuesto, la pérdida de sensibilización por parte del personal y la falta de capacitación de las terapeutas; aunado a que las citas para atención sicológica se otorgan cada dos meses y cada vez duran menos: «Así la terapia no sirve para nada, parecen citas del Seguro Social», dice.
La sicóloga clínica con 15 años de experiencia como investigadora en temas de violencia sexual contra mujeres, advierte que el personal del CTA se ha burocratizado con el paso de los años, lo que ha provocado maltrato e indiferencia hacia las víctimas.
Al calificar al centro como un elefante blanco que, cuando fue creado se enarboló como un logro en favor de las mujeres violentadas sexualmente, Valladares considera que la pérdida de sensibilización de las terapeutas se debe a su desgaste emocional ya que atienden cotidianamente varios casos de violencia.
Asimismo lamenta que ni el CTA ni el Centro de Apoyo a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) dispongan de terapias de contención para el propio personal que ahí labora.
DISCURSO ALEJADO DE LA REALIDAD
De igual manera Godeleva Garnica, coordinadora del proyecto de asesoría y consejería del área de sicología en el Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, sostiene que el discurso coherente y positivo con el que trabajaba el CTA en un principio se diluyó en la actualidad.
Garnica, autora de una tesis en la que propone un método terapéutico para las mujeres víctimas de violación, luego de presentar su servicio social en el CTA entre 1997 y 1998 en el área jurídica de casos seriales y relevantes, denuncia que la situación era aberrante por la incoherencia entre lo que se decía a la opinión pública y lo que pasaba adentro del Centro.
«Nunca estuve de acuerdo en que se tomara la bandera de la víctima con intereses políticos», advierte y vuelve a ejemplificar, ahora mencionando la escasez de insumos (como agua potable, papel higiénico, utensilios de trabajo y pantaletas) tanto para el personal como para las víctimas.
Denuncia que a pesar de las carencias, Bárbara Yllán, entonces titular del Centro y actual subprocuradora de Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad, derrochaba el dinero en comidas y gastos superfluos como adornar el CTA con plantas.
A su vez, recuerda que fue la misma Yllán quien disminuyó la asesoría legal a las víctimas. A sólo diez por ciento de ellas se les acompañaba a las agencias especializadas para los careos, evoca, al tiempo que se descuidaba el seguimiento de los procesos judiciales.
De acuerdo con la secretaria general de la Coordinadora Mexicana de Defensoras Populares, Luz María Medina, la desvinculación institucional continúa: «Falta mayor coordinación entre las agencias especializadas en delitos sexuales y el CTA, lo que se refleja en que las agentes del ministerio público mandan a víctimas de esos crímenes al CAVI.»
SORPRESA OFICIAL Y VOCES A FAVOR
Entrevistada en su amplia oficina de Pestalozzi 1115, la directora desde hace tres meses del CTA, Angélica Segura, manifiesta incomodidad al ser interrogada sobre los señalamientos de las especialistas y algunas ONG, pero asegura que antes no había conocido comentarios adversos sobre el funcionamiento del Centro.
Angélica Segura, abogada penalista por la UAM, subraya que el servicio que ofrece el CTA «es eficiente por la experiencia y suficiente capacitación del personal», aunque reconoce que hay sobrecarga de trabajo; no obstante apunta que en caso de que hubiese quejas de las personas atendidas, éstas deben dirigirse directamente a ella y «señalar los casos concretos».
Por su parte la investigadora sobre violencia sexual del Colegio de México, Martha Torres, explica que hace dos años envió a dos personas agredidas sexualmente al CTA para que se les atendiera sin necesidad de denuncia previa, y asevera que tuvo una impresión positiva del servicio.
La exsubdirectora socio-jurídica del CAVI, y quien dice ser muy amiga de la subprocuradora Bárbara Yllán, califica al CTA como un proyecto magnífico que en sus inicios tuvo una condición privilegiada al depender de la oficialía mayor y contar con más recursos económicos.
Al mismo tiempo reconoce que el Centro fue un logro legal muy importante, pero advierte que el problema de la violencia sexual «no se resuelve con reformas a las leyes».
POR UN NUEVO CONCEPTO DE CTA
Las voces críticas consultadas coinciden en que es necesaria una reconceptualización del CTA a fin de que le permita funcionar adecuadamente y, sobre todo, recuperar el espíritu con el que fue creado: atención integral y de respeto a los derechos humanos de las víctimas de violencia sexual.
Entre el cúmulo de propuestas hechas por las personas entrevistadas destacan la capacitación y actualización en técnicas sicológicas para las terapeutas, lo mismo que cursos de sensibilización, crear más centros de terapia en las otras delegaciones y establecer mayor vinculación y trabajo coordinado entre las agencias especializadas y el CTA.
Asimismo, se propone también revalorar y respetar a la víctima sin fines políticos, disponer de mayores recursos económicos e, incluso como la misma directora del Centro, Angélica Segura, refirió: «el personal con el que contamos es suficiente, pero sería bueno que tuviéramos más».
Patricia Valladares, sicóloga e investigadora de la FES Iztacala, remata: «El CTA tiene futuro si trabaja con un nuevo concepto y sobre todo si lo hace con eficacia. Si muere de inanición por intereses políticos, el esfuerzo de años de organizaciones de mujeres se irá a la basura.»
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