Declarar la obra de María Izquierdo patrimonio nacional es un grave error: primero porque impedirá que su valor aumente en los mercados internacionales, segundo porque no podrá ser admirada más que en este país: los extranjeros no podrán disfrutar sus colores, sus circos y sus figuras; y tercero, porque todo aquel que coleccione arte en nuestro país recibió el alarmante pitazo de que sacara toda su colección antes de que las autoridades la declararan propiedad de la nación.
No hay un solo galerista ni coleccionista que no desapruebe la medida y la considere una arbitrariedad, un paso atrás, pues se supone que ya ha habido una apertura y además se tiene la disposición de mostrarle y compartirle al mundo los valores nacionales; digámoslo así: presumir de lo nuestro para orgullo de todos.
Si esto sucede con el arte, hasta qué punto México es un país solvente, seguro, estable y confiable en sus políticas como para que un inversionista decida traer su dinero a las diferentes ofertas económicas. Con esta decisión, seguramente ahora tendrán miedo de luego no poder retirarlo en el momento que lo deseen; no cabe duda que se preguntarán si no de pronto les confiscarán su dinero para proteger tal o cuál industria.
Tiene razón Raquel Tibol (museógrafa, curadora y periodista): hay avaricia en el INBA, de todo quieren cobrar y sacar más dinero. Por eso ahora se teme que quieran decretar a todos los artistas importantes como patrimonio nacional.
Pienso que para las autoridades les ha de ser muy atractivo cobrarles derechos de reproducción a las firmas más serias y solventes tanto en subastas como en intermediaciones entre los artistas y los compradores. Lejos de ser una medida atinada y procedente en su lógica, esa decisión es un desatino ridículo, caprichoso y perjudicial para todo el mundo.
Nadie querrá nunca ser mexicano, producir su obra para un país que de antemano sabe se la va a confiscar, que no le permitirá su difusión y alternancia en las paredes más importantes de la galería mundial.
Señoras y señores artistas nacionales, de pronto nos encontramos atrás de la cortina de hierro, en tierra cubana, en campos de concentración. Que no se dé una pincelada más, que se levanten las paletas, las partituras, las plumas y cinceles: el gobierno reprime las libertades y suprime las garantías individuales y colectivas de la población. No les dejemos cometer el asalto a la obra de la humanidad.
* Presidenta de la Asociación de periodistas Communica.
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