En México se han realizado múltiples planes dirigidos a mejorar las condiciones de vida de las mujeres. Sin embargo, sus resultados no se observan en la realidad cotidiana de la población femenina.
Datos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) señalan que en nuestro país, más de 53 millones de habitantes viven en condiciones de marginalidad y de pobreza. En 1996 había 40 millones; es decir, en seis años la cifra aumentó 13 millones de personas.
Estas cifras contrastan con informes del Colegio de México, según el cual tan sólo en 1994 el número de pobres era de 61.7 millones de personas, de las cuales 36.2 millones vivían en la pobreza extrema. En tanto, en 1996 la cantidad de pobres aumentó a 72.2 millones, de ellas 50.9 millones estaban en condiciones de pobreza extrema.
Datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) revelan que en tres décadas, el número de hogares mexicanos creció de 6.8 a 22.7 millones. Se prevé que para el 2010 se necesitarán servicios para 33 millones de familias, de las cuales una quinta parte estará jefaturada por una mujer.
LA VISION INSTITUCIONAL
El programa Contigo es la estrategia del Estado mexicano para impulsar el desarrollo integral de las personas y responder a los graves rezagos que enfrentan amplios sectores de la población. «Contigo es una estrategia para el desarrollo humano y social», explica la descripción oficial de ese proyecto.
También, afirma, la falta de educación limita el acceso a buenas oportunidades de ingreso, a la posibilidad de formar un patrimonio familiar, y finalmente a poseer mecanismos de protección y aseguramiento. «Este círculo vicioso trasmite la pobreza de una generación a otra».
Contigo reúne una gran cantidad de programas, entre ellos destaca Oportunidades, que abarca desde la alimentación de las madres hasta la formación de personas que cursan el nivel medio superior. Nace del antiguo programa Progresa (creado por el gobierno priísta), que coordinaba los esfuerzos para satisfacer las necesidades más básicas de nutrición, salud y educación.
Oportunidades atiende ahora áreas urbanas, donde la pobreza ha aumentado. La cobertura actual, según la Sedesol, es de cuatro millones 240 mil familias.
LAS FAMILIAS MEXICANAS
Datos del Conapo indican que los hogares encabezados por mujeres ascienden a 4.6 millones, cuando en 1990 sumaban 2.8 millones.
Un rasgo relevante de los hogares con jefatura femenina consiste en que poco más de la mitad de ellos cuenta con bajos ingresos, lo que a menudo contribuye a propiciar la incorporación de los menores de edad a la actividad económica.
Más aún, establece el organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación, las mujeres jefas de hogar constituyen frecuentemente el único adulto en el hogar, lo que las obliga a asumir tanto el papel de proveedora, como las tareas del cuidado y crianza de los hijos y otras del ámbito doméstico, con la consiguiente sobrecarga de trabajo.
En ese sentido, este año el programa Hábitat, operado por la Sedesol, con un presupuesto de mil millones de pesos autorizado por el Congreso de la Unión para 2003, iniciará operaciones en 32 ciudades del país mayores de 100 mil habitantes, donde las familias se encuentran en situación de pobreza patrimonial.
Sedesol define a la pobreza patrimonial como aquellos hogares cuyo ingreso es menor de 41.8 pesos diarios en el año 2000 por persona, el cual es insuficiente para cubrir las necesidades de alimentación, salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte público.
El programa señala que se apoyará exclusivamente a las mujeres, con o sin cónyuge, que asumen la responsabilidad de jefas de familia, que son el principal sustento familiar o tienen dependientes económicos bajo su cuidado. Aquí, de los 4.6 millones de hogares que dependen de ellas, ¿a cuántos incluirá?
APOYO INSUFICIENTE
En tanto, el programa Oportunidades apoya a mujeres en pobreza extrema de zonas urbanas marginadas que tienen la responsabilidad de mantener a su familia y que carecen de ingresos fijos o mayores a 3.5 salarios mínimos mensuales.
La pobreza que prevalece en el país se manifiesta en mortalidad, bajo nivel de escolaridad, de participación económica de los hogares, de acceso al crédito, del nivel de protección social, de la tenencia y de la calidad de la vivienda, donde desafortunadamente están las mujeres.
En ese tenor, para la población femenina que vive condiciones de pobreza y está en edad reproductiva, todo embarazo y parto conlleva riesgos, que se incrementan cuando no tienen servicios mínimos de salud o tiene un embarazo cercano al otro.
Así, las manifestaciones más graves de la pobreza de las mujeres se observan en las altas tasas de muerte materna. De ello, México se comprometió (en el Plan de acción para la aplicación de la declaración de la supervivencia, la protección y el desarrollo del niño) a reducir a la mitad la tasa de mortalidad para el año 2000.
Sólo que esto no sucedió, ya que en 1990 la tasa de defunciones por cada mil nacidos vivos era de 5.4, en tanto, para el año de 1999 llegó a 5.1.
Además, su situación de madres y amas de casa se complica durante el embarazo y los nacimientos de los hijos e hijas debido a la poca capacidad financiera de los programas públicos para crear más centros de atención de menores; aunado a las dificultades de acceso al servicio de guarderías.
También la pobreza de las niñas se traduce en deserción escolar y trabajo infantil desde los primeros años de vida, restándoles habilidades para participar en actividades productivas bien remuneradas.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) indican que el analfabetismo representa 10.6 por ciento de la población de 15 años en adelante: de los 6.3 millones de personas analfabetas, 3.8 millones son mujeres.
Asimismo, 7.8 millones de personas de la población de 12 años y más nunca había estudiado; del total de mujeres (4.7 millones), 38.4 por ciento no pudo estudiar porque su familia lo impidió.
GOBIERNO ACTUAL VS PASADOS
Según la Sedesol, en 2000 el Progresa atendía dos millones 477 mil hogares. En tanto, en dos años Oportunidades incorporó un millón 763 mil familias, para llegar a una cobertura de 72 por ciento, es decir, cuatro millones 240 mil familias.
También en julio de 2000, un millón de niños recibían suplementos y atención nutricional; para diciembre de 2002, un millón 750 mil niños recibieron suplementos y atención nutricional (75 por ciento más en dos años).
En 2000 no había ningún hogar en localidades urbanas, hoy Oportunidades atiende a 600 mil familias en ciudades.
En 2000 se atendía menos de la mitad (48 por ciento) de los hogares en pobreza alimentaria, hoy 8 de cada 10 hogares en pobreza alimentaria (82 por ciento) reciben apoyos de Oportunidades.
Así, aunque existen programas para «aliviar» o combatir la pobreza que intentan darle «alegría» a quienes viven en ella, la realidad es que se continúan aplicando políticas que las sumen más en la pobreza, marginación y constante deterioro de sus condiciones de vida.
RGL/RGR
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