El médico español, Luis Bonino Méndez, especialista en masculinidad, llama micromachismo a las prácticas de dominación masculina cotidianas e imperceptibles que se dan en el orden de lo «micro».
Incluye en el neologismo la palabra «machismo», porque alude en el lenguaje popular a una connotación negativa de los comportamientos para hacer sentir inferior a la mujer, que es lo que él trata de destacar con el término.
Los micromachismos son un amplio abanico de maniobras interpersonales que realizan los varones para intentar mantener el dominio sobre la mujer; reafirmar o recuperar dicho dominio ante aquella que se «rebela» a ocupar «su lugar» en las relaciones entre ambos y resistir al aumento de poder de la mujer con quien se vincula.
Son microabusos y microviolencias que atentan contra la autonomía personal de la mujer a través de los cuales los hombres imponen su punto de vista o razón, actitud aprendida en la que sus aliados son el orden social y la cultura, que les otorga el monopolio de la razón y del poder social y moral sobre la compañera.
En su trabajo, Bonino dice que la ejecución de estos micromachismos brinda «ventajas», algunas a corto, otras a largo plazo para los varones, pero ejercen efectos dañinos en las mujeres, las relaciones familiares y en ellos mismos.
Este esquema los atrapa en relaciones que convierten a su pareja en adversaria, impiden el vinculo con una compañera y no aseguran el afecto (ya que el dominio y el control exitoso sólo garantizan obediencia y generan resentimientos).
El especialista español clasifica esta forma de dominación en tres categorías: los micromachismos coercitivos (o directos), los encubiertos (de control oculto o indirecto) y los de crisis, las que describe de la siguiente manera:
En los «coercitivos», el varón usa la fuerza moral, psíquica, económica o de la propia personalidad, para intentar doblegar y/o anular a la mujer, quitándole toda razón. Ejemplos de ello son la intimidación, toma repentina del mando, apelación al argumento «lógico» de su poder, agobio a la víctima, insistencia abusiva, control del dinero, uso expansivo del espacio físico, entre otros.
En los micromachismos «encubiertos», el varón oculta su objetivo de dominio y a partir de maniobras sutiles que pasan desapercibidas, impiden el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por el varón; tienen todas las características de lo que el psicoanálisis llama «mecanismos psicopáticos».
Como ejemplos cita los requerimientos abusivos solapados; maniobras de explotación emocional; culpabilización del placer que la mujer siente; enfurruñamiento; acusación culposa y maniobras de desautorización, entre otras.
Los micromachismos de «crisis» suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable desbalance de poder en las relaciones, tales como aumento del poder personal de la mujer por cambios en su vida o pérdida del poder del varón por razones físicas o laborales.
El varón, al sentirse perjudicado, puede utilizar estas maniobras o las definidas anteriormente, aumentando su cantidad o su intensidad con el fin de restablecer el status quo.
Finalmente, el doctor Bonino M. dice estar convencido de que el abordaje de la violencia masculina no puede centrarse sólo en sus formas extremas, sino que debe incluir los micromachismos, de lo contrario, la masculinidad se mantendrá peligrosamente violenta.
(Información tomada del ensayo del doctor Luis Bonino, «Micromachismos. La violencia invisible en la pareja»).
*Fundadora del núcleo de apoyo a la mujer en República Dominicana ([email protected])
2003/SP/MEL
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