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La explotación eterna de las costureras

Por Román González

Más de 600 mil costureras van dejando sus vidas poco a poco en las fábricas y talleres de la industria del vestido con salarios de 42 pesos por día o de 30 centavos a un peso por pieza si es a destajo, sin seguridad social, contrato ni prestaciones, en una historia que de tanto repetirse parece que ya nadie nota.

Cifras de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (CNIV), indican que este sector vive una de las peores crisis de su historia, pues en los anteriores dos años y medio se han perdido 150 mil empleos.

En México los empresarios han abatido el costo de la mano de obra y aumentado su productividad imponiendo topes salariales, con la prolongación e intensificación de las jornadas laborales por el mismo salario así como la contratación de personal sin ninguna prestación laboral.

Esa política hace más precarias las condiciones laborales y coloca a los trabajadores de México entre los peor remunerados y más pobres del mundo, además de que son de los más explotados, especialmente las mujeres.

LA ESCLAVITUD MODERNA

Estimaciones de la cámara refieren que de las cerca de 600 mil costureras que trabajan en el país, 50 por ciento lo hacían en empresas registradas ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), lo que sin embargo no les garantiza tener certidumbre laboral.

Muchas de las empresas que se registran ante la SHCP cambian constantemente de razón social para evadir al fisco y evitar que sus trabajadores reclamen derechos generados por la antigüedad, además de permitirles realizar cambios en los contratos colectivos de trabajo en detrimento de las conquistas laborales.

En la ciudad de México, mujeres costureras que pidieron omitir su nombre y el del lugar donde trabajan por temor a perder su empleo, revelan que las formas de pago se dan principalmente con el pago del salario mínimo general –42.15 pesos–, y por destajo, el cual el costo varía desde 30 centavos hasta un peso la pieza.

El destajo, como lo denominan las trabajadoras, es descrito como una «actividad desgastante», y sin embargo hay costureras que lo prefieren, pues implicaba un leve aumento en sus ingresos.

Explicaron que el pago de horas extras es prácticamente inexistente, pues cuando la empresa solicita la presencia de las obreras los sábados les asigna a lo sumo cuatro horas de labor que no necesariamente pagan conforme a la Ley.

Su tiempo de descanso oscila entre 45 y 60 minutos para tomar alimentos, para ello la realizan sin un espacio físico adecuado para calentarlos o prepararlos, por lo que la trabajadora, por el corto tiempo, tiene que literalmente tragar los alimentos y consumirlos en algún rincón del taller, parque cercano o incluso en las banquetas que se encuentren frente a la fábrica o taller.

AGUJAS QUE COSEN LOS DEDOS

Explican que los accidentes más comunes en la industria de la costura son las quemaduras en el área de planchado, las heridas en el área de corte, las agujas atraviesan los dedos en el área de costura y las caídas en el trayecto de la casa al trabajo motivado por las prisas de llegar a tiempo.

Asimismo, se enferman frecuentemente de la garganta, tienen manchas en los ojos, perdida de la visión, enfermedades pulmonares, riñones, hemorroides y desviaciones de la columna vertebral.

Una de las entrevistadas, que es deshebradora, describe el proceso de cansancio provocado por las exigencias de la producción: «Las manos se cansaban mucho, se sentían como ‘entumidas’, a veces te dolía desde los dedos, se sentía un dolor que se corría hasta un costado de la espalda.

«Aunque las que cosen eran las que más se ‘mataban’, de la costura era muy pesado, se nos exigía demasiado, ser rápidas y sacar toda la producción»

LOS PATRONES

En el trabajo Fundación y Desarrollo del Sindicato 19 de Septiembre, elaborado por los investigadores de la Facultad de Economía de la UNAM, Fernando Talavera y Francisco Muñoz, destacan que para resolver las posibles protestas de las trabajadoras los dueños han adoptado una serie de tácticas.

De estas, resaltan hay quienes son hábiles y otorgan ciertas concesiones. Pero hay quienes actúan como capataces y no otorgan ninguna concesión.

También, existen los prepotentes, represivos, intransigentes, los que muestran desinterés por lo que acontece en la fábrica o taller y los paternalistas quienes se muestran «interesados por lo que acontece al trabajador».

EL TRABAJO

El grueso del personal que labora en los talleres se encuentra contratado como costurera, luego las planchadoras, estos dos puestos son la base de este trabajo. También hay mecánicos, almacenistas, cortadores, etiquetadores, deshebradores, supervisores o jefes de taller.

De estos últimos puestos de trabajo los talleres han podido prescindir al serles asignadas sus funciones a las mismas costureras o bien mandar maquilar los trabajos en otros talleres.

Un número importante de los talleres de costura son establecidos en casas habitación, la mayoría de ellos son negocios familiares o de pequeños propietarios que ocupan a un pequeño número de costureras.

Además como su tecnología no es de punta, obtienen sus ganancias mediante el pago de bajos salarios, nulas prestaciones y de la evasión fiscal.

2003/RGL/MEL

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