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Urnas en Colombia, esperanzas de América Latina

Por Fabiola Calvo

Una marcada abstención llevó al fracaso el referéndum que convocó el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, consulta de quince puntos que por un lado apuntaba a la lucha contra la corrupción y por el otro, congelaba durante dos años a los funcionarios y funcionarias públicas, además de recortar el derecho de pensiones.

El gobierno de Uribe ha sido de mano dura como otros tantos gobiernos que buscan por la vía militar la solución de una violencia que lleva más de medio siglo, una guerra de desgaste que parece no tener fin y en la que las partes implicadas no buscan una salida para el pueblo colombiano sino que velan por los intereses de partidos, grupos e individuos, multinacionales o Estados Unidos.

Sin embargo un rayo de esperanza llega de la mano con el triunfo de la alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático, que tenía por cabeza a Luis Eduardo Garzón, ex dirigente sindical y ex candidato a la presidencia del país. Es una puerta que se abre para un movimiento político amplio, moderado pero con tendencia hacia la izquierda.

Claro que ya caído el muro de Berlín pero levantado otro por Israel, da como una especie de escozor hablar de izquierda, pero las cosas por su nombre, me refiero a la maltrecha izquierda colombiana, mas, los moderados y hasta los sin partido que se quedaron sin techo por la hecatombe de los Partidos Liberal y Conservador.

Los partidos siguen siendo necesarios pero no su fundamentalismo, la lucha de ideas sigue siendo urgente y la conquista de derechos o la profundización de los que ya existen, son una tarea del día a día.

No es posible que la larga lista de hombres y mujeres que mueren en campos y ciudades en Colombia siga engrosando, que el número de viudas y huérfanos sea cada vez mayor o que las mujeres, por el deterioro social tanto por la violencia como por la crisis económica, sean en miles de hogares las cabezas de familia.

Pero el entusiasmo debe ser moderado, pues experiencias ha tenido Colombia que no han llegado a ningún puerto y me refiero al movimiento Frente Unido liderado por el sacerdote Camilo Torres Restrepo, de la Unión Patriótica –con cuatro mil militantes y dirigentes muertos-, de la Alianza Democrática M19 que por sus rencillas internas frustró la esperanza de quienes abandonaron las armas y apostaron por un espacio político, y de los sin partido que buscaban donde rehacer sus expectativas.

Parece que en América Latina el corazón de la justicia social palpita en cada país sin encontrar -o sin que su vecino del norte le deje encontrar- su propio rumbo y he ahí a los indios de Bolivia y los de Ecuador derrocando presidentes corruptos e incapaces, Brasil ensayando cómo abolir el hambre y Chile y Argentina haciendo memoria histórica.

«Caminante no hay camino se hace camino al andar», nos dejó escrito en verso Antonio Machado.

2003/FCO/MEL

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