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La escuela, abandonada

Por Marta Guerrero González

Nuestras niñas y mujeres con mayor frecuencia dejan de estudiar. La causa principal es la falta de recursos económicos. Las familias consideran muy largo el tiempo de estudios y cancelan la espera a favor de procurarse un tanto extra para completar el gasto.

El embarazo a temprana edad es considerado la segunda causa de la falta de capacitación y profesionalización de nuestras jóvenes. Por lo general la mujer tarda más tiempo en salir del hogar, del campo, del pueblo y las razones suelen ser la ayuda doméstica que brindan en sus casas, el cuidado de hermanos menores o las faenas agrícolas.

Necesitamos que cada vez más mujeres se preparen en las aulas. Las necesitamos en las universidades y tituladas para enfrentar los retos y ser más competitivas.

Sin embargo, las políticas oficiales en materia de educación mantienen una inercia fecundada en complicidad por escuelas privadas. La revisión y discusión seria de estas políticas a muy pocos interesa, se dejan las cosas como están mientras México obtiene los últimos lugares a nivel mundial en el tema de evaluación comparativa.

Es falso que nuestros estudiantes a duras penas pueden con lo que ya tienen, pero a pesar de avanzar materias en veranos o semestres, nunca podrán acortar la duración de sus estudios sino uno o dos semestres.

Los obstáculos se llaman materias seriadas, y la asistencia obligatoria a clases, pero en realidad no son otra cosa que muchachos en cautiverio y colegiaturas seguras por cuatro o cinco anos.

Nadie tendría que oponerse a que una joven avanzara todo lo que su capacidad le permitiera. Necesitamos doctorados y maestrías, ya no vale un titulo universitario, no es suficiente. Los muchachos no pueden esperar hasta los treinta años por dos títulos o un postgrado.

En muchas de las universidades privadas no les permiten a los estudiantes trabajar, por lo menos los dos primeros semestres; como si la crisis económica estuviera acorde con eso. Las evaluaciones, exámenes o entregas debieran ser las que valoren quienes pueden con una mayor carga de estudios y quienes no.

Las universidades hacen sus reglas; en algunas expulsan a quien reprueba una o dos materias. Las inscripciones no son precisamente baratas y las mensualidades tampoco. Tenemos un sistema paternal e insolvente en el dinamismo de las inquietudes juveniles. Las autoridades no quieren escuchar ni una palabra al respecto.

2003/MG/MEL

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