El desabasto de medicamentos en las instituciones públicas de salud –problema que es una constante desde hace varios años– corre el riesgo de profundizarse en caso de que se apruebe una reforma fiscal para gravar con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) el consumo de fármacos.
De acuerdo con diversos analistas, defensoras de los derechos de la mujer y representantes sindicales, el endémico desabasto de medicinas en los hospitales de la Secretaría de Salud, IMSS e ISSSTE necesariamente repercutirá en el aumento de la mortalidad por males como cáncer cérvico uterino y mamario, y osteoporosis.
Con el cobro del IVA, dijeron, en la compra de medicinas y el eventual aumento de precios en consultas y tratamientos, las mujeres pobres con esos males que recurran a los servicios públicos de salud con la esperanza de obtener atención gratuita y de calidad, se toparán con la pared de un servicio deficiente, lento e «insensible», y que para colmo las enviará a comprar «por fuera» medicamentos.
ALERTA SINDICAL
Los sindicatos nacionales de la Secretaría de Salud (SNTSA) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (SNTSS) se oponen contundentemente a una eventual reforma fiscal que grave con el IVA el consumo de medicamentos.
El secretario del Exterior del SNTSS, Eduardo Pérez Saucedo, advierte que al eliminarse la tasa cero en la compra de medicinas el abasto de fármacos en el IMSS disminuirá aún más, ya que el reducido presupuesto de la institución afectaría su capacidad para adquirir medicamentos suficientes.
El dirigente sindical recuerda que el IMSS es el principal comprador de medicinas, y pone como ejemplo que aun así para algún tratamiento el Seguro Social apenas alcanza a surtir la quinta parte de las recetas médicas de las y los derechohabientes.
Pérez Saucedo remarca que la intención de gravar con el IVA a los fármacos atenta contra toda la población, en especial las y los pobres. Añade que esa iniciativa fiscal beneficiaría a las compañías farmacéuticas trasnacionales «que son dueñas de las patentes».
La secretaria de Divulgación Ideológica del SNTSA, Rosalba Velázquez, señala por su parte que además del desabasto de medicamentos en el sector salud, también la falta de equipos e insumos para diversos análisis y la inexistencia de un enfoque de género en la atención de males como cáncer cérvico uterino y mamario, exponen a las mexicanas a mayor riesgo de muerte.
LA VOZ EMPRESARIAL
La propia industria farmacéutica mexicana reconoce que el cobro del IVA en las medicinas impactará necesariamente en el surtido de las mismas en el sector salud, con el consiguiente efecto en la atención a la población más necesitada.
De entrada, Antonio Pascual Feria, presidente de la Asociación Nacional de Farmacias Mexicanas, manifestó hace unos días su rechazo a esa iniciativa de reforma fiscal ya que –expuso–afectará a consumidores y empresarios.
Incluso José Luis Román Pumar, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, sostiene que «un solo ejercicio o aumento de IVA sin duda tendría un impacto relevante en el precio de los medicamentos y sí habría repercusión negativa para el consumidor final, especialmente en las personas de escasos recursos».
Más moderado, el líder empresarial explica que en el abasto de medicinas para el sector salud «intervienen otros factores», no sólo el financiero, y defiende al recién aprobado Seguro Popular de Salud (SPS) como un mecanismo del Estado para mejorar la atención y el abasto.
Al contrario de los dirigentes sindicales, Román Pumar sostiene que en el sector salud se ha mejorado el abastecimiento de medicinas gracias a «esquemas innovadores de abasto y distribución».
Pone como ejemplo que entre enero y septiembre de este año la cobertura de recetas en el IMSS ha demostrado una «mejora notable», al pasar de 66 a 92 por ciento.
EL «FAMOSO» SEGURO POPULAR
Y si bien el SPS ha sido vendido por el Ejecutivo Federal como la panacea para garantizar el acceso universal a la atención médica y los fármacos, la realidad ha demostrado que tal mecanismo es ineficiente para atender males como el cáncer de cérvix y el de seno.
Desde mayo pasado, la investigadora de la UNAM Graciela Casas denunció que el SPS no atiende las causas que empobrecen a las familias mexicanas, como hospitalización, operaciones y acceso a medicinas para males como el cáncer cérvico uterino.
El mismo coordinador nacional del SPS, Héctor Hernández Llamas, reconoció en julio de este año que ese programa no cubre en forma integral las necesidades de salud de la población. Aceptó que el seguro aún tiene grandes deficiencias en el acceso de las personas a la atención y tratamiento de enfermedades crónicas y degenerativas.
El SPS, que pretende proteger para el 2010 a 45 millones de personas que carecen de servicios públicos de salud, sólo ofrece hospitalización en tres casos: bronquitis, neumonía y meningitis.
PANORAMA SOMBRIO
Así, con un mayor desabasto de medicinas en el sector salud en ciernes –de ser aprobada la reforma al IVA– y el deterioro del poder adquisitivo de la población, las mexicanas tendrán que sufrir –para hacer frente a males como cáncer de cérvix, seno y osteoporosis– con precios como los siguientes en medicamentos y estudios en clínicas y hospitales privados:
Un tratamiento de quimioterapia durante un mes para cáncer de mama (el cual debe repetirse hasta por ocho meses) cuesta en el Hospital Los Angeles entre 4 mil y 5 mil pesos.
En contraste, una sesión de radioterapia contra el cáncer cérvico uterino vale en el Hospital General –que pertenece a la Secretaría de Salud– entre 80 y 100 pesos. Aun así el tratamiento consta de 25 sesiones.
Para contrarrestar los efectos secundarios de las quimio y radioterapias, las pacientes tendrán que comprar en farmacias especializadas –que no hacen descuentos– medicamentos como Zofran (caja con 10 pastillas, mil 500 pesos) o Salofalk (10 supositorios, 450 pesos).
Y para enfrentar la osteoporosis, además de los «económicos» estrógenos (que oscilan entre 140 y 160 pesos), hay otras medicinas verdaderamente costosas –y que no surte el sector salud– como Evista (una caja, mil 500 pesos) y que debe suministrarse por varios meses, o Zometa (para mineralizar los huesos) que vale 3 mil 500 pesos.