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Cuánto falta para llegar

Por Fabiola Calvo

Cuatro días en Bruselas para conocer el funcionamiento del Parlamento, la Comisión Europea y el significado de la ampliación de Europa son pocos, pero me permitieron adentrar en una realidad de declaraciones junto a las prácticas cotidianas que dicen lo mucho que tendremos que andar.

Tengo ante mi varios folios sobre textos aprobados por el Parlamento en la sesión del 6 de noviembre 2003, uno de ellos hace referencia al cómo garantizar una representación equilibrada entre mujeres y hombres para las elecciones europarlamentarias en el 2004, y muchas resoluciones sobre la igualdad.

La legislación es fundamental en una democracia, sin embargo dista mucho en lo que se refiere a un cambio de mentalidad y de prioridades a la hora de distribuir los presupuestos, de crear infraestructura que distancie a la mujer de «tanta labor histórica».

Me sorprendió –no tendría por qué- que una funcionaria, sofocada por llegar tarde a una conferencia, dijese sin muchos pelos en la lengua el problema que sufría por la falta de guarderías para sus hijos y la lejanía entre su vivienda y los colegios.

Las dificultades de la funcionaria en Bruselas, que ella misma resumió: «En casa de herrero, cuchillo de palo», son las que viven las mujeres cada día, y digo en general las mujeres porque alguna vez escuché a dos diputadas españolas comentar en una conferencia su preocupación porque llovía y habían dejado ropa fuera. Y «si por aquí llueve, en el Tercer Mundo no escampa».

Mientras comentaba este par de incidentes (¿incidentes?) en casa de una colega, su hermano que estaba cerca no soportó quedarse en silencio. «¿Y por esas tonterías dejan de trabajar o lo hacen mal en semejantes cargos?».

Me queda claro que no basta legislar, es indispensable la educación paciente y constante, el debate, las campañas -muchas, las que hagan falta-, la exigencia en cada casa y lugar de trabajo y mujeres en el poder.

Sí, mujeres en el poder, pero no para el poder por el poder sino para continuar en la brecha con otra forma de hacer política, de legislar de aplicar justicia.

No tenemos por qué vernos abocadas a decidir si hijos o trabajo, si casa o vida profesional. Sabemos que falta mucho para lograr un equilibrio, ¿Cuánto? Mucho, pero el camino ya empezó.

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