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Grano de arena

Por Cecilia Lavalle

No es sólo un problema. Es nuestro problema. Suyo y mío. Podemos, claro, mirar a otro lado, ignorarlo, hacer como si no existiera, como si nunca pudiera tocarnos de cerca. Pero también podemos mirarlo de frente y actuar para prevenirlo y combatirlo.

¿Qué le parece si empezamos de una vez?

La violencia contra las mujeres no es un problema de las mujeres. Es un problema para la sociedad en su conjunto que afecta, en primera instancia, a las mujeres.

Cuando una mujer es golpeada en su hogar, se afecta toda la relación familiar, los hijos y las hijas sufren y, además, aprenden a vivir la violencia como algo cotidiano.

Cuando una mujer es abusada sexualmente, ella no es la única que sufre, lo hacen también sus familiares, sus amistades.

Cuando una mujer es violentada, se pierden años de salud que impactan su economía personal y la economía del Estado si acude a servicios de seguridad social.

Cuando una mujer padece violencia se pierden días, meses de productividad. El trabajo que realiza deja de realizarse o se realiza con deficiencias.

En fin, cuando una mujer -sea niña, joven o adulta- es violentada, las repercusiones se esparcen como cuando golpeamos un espejo de agua con una piedra. Las personas que le rodean y la comunidad en la que vive inevitablemente se ven afectadas. Lo quieran o no. Se den cuenta o no. Le den importancia o no.

Y no sólo se trata de las evidentes y contables repercusiones económicas, políticas y sociales. Se trata, también, del espíritu de una sociedad.

Poco relevancia tiene si usted o su madre, abuela, hermana, novia, prima, sobrina, amiga, esposa, compañera, cuñada, tía, nunca han vivido de cerca una experiencia de violencia.

Cada vez que una mujer es agredida, la vida de esa sociedad se modifica. Dejamos de caminar como caminábamos, dejamos de sentirnos como nos sentíamos; el miedo se instala y la preocupación de que algo similar nos ocurra o le ocurra a alguien que amamos nos invade.

Así que, la violencia contra las mujeres es NUESTRO problema.
Y, entonces, la solución, al menos en parte, está en nuestras manos.
¿Qué podemos hacer?

El sábado 25 inició la campaña «16 Días de Activismo Contra la Violencia hacia las Mujeres». Se trata de una campaña organizada por diversos organismos no gubernamentales de todo el mundo.

La campaña comenzó el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y abarca otras tres fechas emblemáticas: el 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el VIH/SIDA; el 6 de diciembre, aniversario de la masacre en Montreal (un joven asesinó a varias estudiantes a quienes calificó de feministas); y el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.

Esta campaña busca promover la reflexión y la realización de actividades que persigan el objetivo de erradicar la violencia hacia las mujeres.

De manera que, de entrada, usted puede buscar la información, documentarse, enterarse de la dimensión de nuestro problema.

Le recomiendo, particularmente, dos páginas electrónicas:

www.isis.cl y ww.cimacnoticias.com La primera corresponde a la organización Isis Internacional que coordina para América Latina y el Caribe estos esfuerzos. La segunda pertenece a la agencia de noticias con perspectiva de género más importante en México, con enlaces en América Latina, Estados Unidos y Europa.

Una vez que se ha enterado de la problemática, puede ayudar a crear conciencia. En casa, por ejemplo, reflexionar con espíritu autocrítico, si alguna de nuestras conductas fomenta o permite algún tipo de violencia contra las mujeres, o las niñas y niños de su familia.

Ciertamente la violencia física es fácilmente detectable, pero la emocional y la económica son tan sutiles que, sin proponérnoslo, podríamos estar incurriendo en ellas.

En casa también podemos valorar si damos un trato igualitario a nuestros hijos e hijas. La inequidad, donde los miembros de un sexo mandan y las del otro obedecen, son los cimientos de distintas formas de violencia, dentro y fuera de casa.

Si usted es docente, del nivel que sea y de la materia que sea, puede contribuir enormemente a la prevención y el combate de la violencia contra las mujeres. Si un mundo mejor es posible, ese tiene su cuna en la infancia, adolescencia y juventud del mundo. Y usted tiene un espacio privilegiado para contribuir a ello.

Puede también informarse de los centros de ayuda que hay en su ciudad con el fin de orientar a las mujeres que lo necesiten.

Puede informarse de las leyes que al respecto existen en su comunidad, e impulsar -o unirse a un grupo que lo esté haciendo- leyes que contribuyan al combate y solución del problema. Se va a sorprender de la cantidad de leyes que utilizan un lenguaje y una concepción de las mujeres propio de la Edad Media.

Puede también ser vigilante social de la manera en que se ejercen recursos públicos para la atención de la violencia. Y, acaso, de encontrar formas de financiamiento que permitan a una organización dedicada a este problema mejorar y ampliar su ámbito de acción.

Puede contribuir a formar grupos de reflexión para varones que quieren dejar de ser violentos y no saben cómo. En México hay varias organizaciones como, Hombres por la equidad (www.hombresporlaequidad.com), Movimiento de Hombres por Relaciones Equitativas Sin Violencia ([email protected]), Alternativas para la Equidad y la Diversidad,([email protected]).

Puede también acudir a los centros de atención a víctimas, algunos de ellos ya incluyen en sus programas talleres para mujeres que son violentas con sus hijos e hijas.

Puede leer en la página de ISIS, «La promoción de los derechos humanos y la eliminación de la violencia contra las mujeres: una responsabilidad de todos y todas», de donde tomé algunas de las ideas que aquí le propongo.

Y, estoy segura, puede hacer mil otras cosas más. No hay trabajo menor, ni trinchera menor. Lo importante es sumar esfuerzos.
Una playa se forma con miles de millones de minúsculos granos de arena. Sume el suyo.
06/CL/GGApreciaría sus comentarios: [email protected]

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