La transversalidad es la integración de la perspectiva de género desde el diseño hasta la ejecución de políticas, programas, actividades administrativas y económicas e incluso en la cultura institucional de una organización, para contribuir verdaderamente a un cambio en la situación de desigualdad de género.
Tiene a fin lograr el respeto, el derecho y la garantía a una vida con derechos, en libertad y libre de violencia.
La transversalidad de género es un concepto académico, metodológico y técnico, que hoy en día se expande en diferentes discursos. Su importancia radica en señalar la necesidad de gestionar un cambio a favor de la igualdad entre mujeres y hombres desde todos los espacios públicos.
La transversalidad de género, según Marcela Lagarde, implica tener una visión feminista del mundo, para observar la vida, las relaciones entre mujeres y hombres, la sociedad y con el Estado.
Comprende también el recorrido entre las mujeres, la sociedad, las instituciones sociales y gubernamentales, las leyes y la justicia. Implica colocar como eje central de nuestra reflexión a las mujeres y a los hombres como seres humanos, en una situación histórica y política concreta.
Lagarde considera que la transversalidad plantea en primera instancia la conciencia de sí como mujer, y para llevarse a cabo requiere que haya conciencia política feminista.
Instaurar la visión de género en los diversos organismos, institutos y dependencias permite la toma de decisiones que obedezcan a la igualdad entre los géneros.
Al hablar de este tema es importante definir la política de género que es la que aplica transversalidad de género en las diferentes políticas sectoriales, las cuales sustentan la instrumentación de programas y planes oficiales.
Otro concepto relacionado es la política de equidad de género, la cual está diseñada para impulsar los derechos humanos de todas las personas, procura la justicia y consolida la democracia en todos los espacios.
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