En cada país, la legislación tendría que ser el medio para lograr la igualdad entre mujeres y hombres y, por lo tanto, para erradicar la discriminación. No obstante, frecuentemente son estas leyeslas que, de forma activa o pasiva, exhortan a las prácticas discriminatorias.
La igualdad entre mujeres y hombres es un principio fundamental de la democracia. Pero, en la realidad, sigue existiendo discriminación por razones de género, aún cuando en nuestro país la Constitución obliga a esta igualdad, en su Artículo 4º, aunque no entre en detalles sobre las diferencias naturales entre los géneros.
Con el tema de la igualdad entre los sexos sucede algo contradictorio: todas las personas dicen estar en favor de que no haya desigualdad, pero no todas están en favor de la igualdad, señala Alda Facio, abogada feminista costarricense, en el texto «La igualdad sustantiva: un paradigma emergente en la ciencia jurídica», publicado en el portal de Radio Internacional Feminista.
Facio explica que «hay personas que dicen estar a favor de la igualdad entre los sexos, pero se oponen a cualquier medida que les dé trato diferenciado, como si mujeres y hombres ya estuviéramos en un plano de igualdad real o porque confunden la igualdad con la semejanza o similitud entre los sexos».
Hablar de igualdad entre los sexos es hablar de derechos humanos, dice, pues la lucha de las mujeres del siglo pasado fue por lograr sociedades justas donde cada ser humano se desarrollara a plenitud y no por pretender ser idénticas a los hombres. Era una lucha para que se reconociera que las mujeres somos igualmente humanas.
En nuestro país la brecha de desigualdad entre ambos géneros es la mayor en América Latina y se manifiesta en todos los ámbitos de la vida cotidiana y el desarrollo de las mujeres, lo cual llevó a trabajar para erradicar la discriminación, superar la opresión y enfrentar la violencia contra las mujeres, así como asegurar el pleno ejercicio de los derechos humanos.
Por ello, la ex senadora priista Lucero Saldaña presentó la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, aprobada por el Senado de la República en abril de 2005. De acuerdo con su principal promotora, su intención es retomar preponderantemente los derechos humanos fundamentales, centrándose en la dignidad de la persona humana y en la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
«Comprendiendo esta igualdad no como un trato idéntico, sino como la construcción de un principio que no tenga al hombre como único paradigma o referente de lo humano y excluya consecuentemente desde su definición al otro género».
En la nota Ley para igualdad entre hombres y mujeres (Cimacnoticias, noviembre de 2004), Lucero Saldaña explica que dicha legislación regula y hace efectivo el principio de igualdad entre ambos género y plantea conceptos y definiciones sobre lo que es igualdad ante la ley, igualdad en la diferencia, igualdad sustantiva, de oportunidades, acciones afirmativas, masculinidades, transversalización, democracia genérica, desigualdad, empoderamiento y discriminación indirecta de género.
Pero esta ley va más allá de una buena intención por poner conceptos y acciones específicas que atiendan la problemática de la discriminación por razones de sexo, explica Saldaña en el texto Aprobada la Ley de Igualdad (Cimacnoticias, mayo de 2005).
«Su espíritu tiene la necesidad de la reconciliación de las relaciones entre mujeres y hombres en México», asegura.
Es la primera vez que dentro de una ley queda establecido que para México son ley suprema todos los compromisos internacionales que nuestro país firme y ratifique.
Esta legislación hace exigible la igualdad entre mujeres y hombres, tomando en cuenta las diferencias entre ambos; y cualquier incumplimiento es sujeto de queja y reclamación.
Además, prohíbe cualquier acto discriminatorio y busca garantizar eficacia en su aplicación, con el fin de evitar desvíos, desconocimientos y/o evasivas, lo que ayuda a prevenir la violencia contra la población femenina «al reconocer su situación de desventaja».
Esta ley es general y de aplicación nacional, ordena funciones y atribuciones a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y a órganos semejantes dentro del territorio nacional.
Asimismo, propone la dotación de recursos para la difusión de los derechos igualitarios y establece la promoción del empoderamiento de quienes se encuentren en desventaja social, ya sea mujeres u hombres.
Entre otras cosas, esta ley coronó el 25 aniversario del Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer (Cedaw) que México firmó en 1981, en donde se incluyen las demandas y la agenda por la cual las mujeres han luchado desde hace 30 años.
Finalmente, para Lucero Saldaña es el activismo de las mujeres de la sociedad civil la fuerza principal para que se den los cambios legislativos de consenso.
«La igualdad entre mujeres y hombres no es sólo la meta, sino un objetivo para alcanzar los demás objetivos, si queremos encontrar soluciones sostenibles a los desafíos identificados para este siglo que incluyen tanto el desarrollo, como la seguridad humana y la potenciación de las mujeres. Debemos lograr juntos un país y una sociedad donde las familias vivan libres de temores por la inseguridad y de miseria por exclusión», asegura.
07/HVR/GG/CV