Inicio Desigualdad profunda, Conferencia Cepal no ofrece cambios

Desigualdad profunda, Conferencia Cepal no ofrece cambios

Por Sara Lovera López*

La Comisión Económica para América Latina (Cepal) informó recientemente que la región es la más violenta del mundo; una de las más excluyentes y pobres del planeta.

Reconoció también que el crecimiento económico es lento y que 280 millones de personas viven en pobreza y exclusión insultantes. Se trata nada menos que del 51 por ciento de la población. latinoamericana y del Caribe,

Sin embargo, la X Conferencia Regional sobre la Mujer, celebrada la semana pasada en Quito, Ecuador, con el patrocinio de Cepal no examinó la crisis económica y social a fondo.

Ello a pesar de que es claro que la mitad de la pobreza afecta al menos a 140 millones de mujeres cuya doble carga mitiga su salud, abusa de su vida y no permite su desarrollo como humanas. De estos millones 30 son mujeres indígenas y afro-americanas.

La situación latinoamericana y la de sus gobiernos no pueden resolver los problemas fundamentales de los pueblos, como tampoco la discriminación de las mujeres.

A ello le llamó capitalismo salvaje el presidente ecuatoriano Rafael Correa, al inaugurar la reunión. Fue el único que abordó el asunto en la conferencia.

Una segunda cuestión intocada fue el modelo político, el que no solamente excluye a las mujeres, cosa grave y contraria a los derechos humanos y civiles, sino que en nuestros países existe una clase política decadente, caciquil, atrincherada en el poder y sin capacidad para la gobernanza.

Es decir quienes alegremente se emocionan con la promesa de los representantes de 34 gobiernos ahí en Quito, como la de fomentar la paridad política de las mujeres y avanzar en la igualdad salarial o de empleo, al margen de los cambios estructurales, dejan de lado la urgencia de discutir y cambiar el modelo económico, como cimiente del cambio cultural y la humanización.

Lo de México es dramático, no sólo porque ¿qué respuestas puede dar?, sino porque los informativos señalan que la directora del Instituto Nacional de las Mujeres prohibió a la delegación oficial hablar o salirse del programa. ¡Horror¡
Revisé la información de al menos 50 medios de prensa y electrónicos buscando una chispa, una pequeña hendidura que me diera optimismo. Nada.

El documento de las feministas, llamado Declaración de Quito y firmado por 77 ONG, es un documento que repite las demandas y peticiones de hace 25 años. La única novedad fue la petición de las mexicanas por fomentar un Estado laico, cosa que no se aprobó en el documento oficial, como tampoco se hicieron compromisos para la demanda, poco clara, de poner en práctica políticas redistributivas y no usarlas para fines clientelares.

El llamado Consenso de Quito, como acuerdo oficial es una copia al carbón disminuida del Consenso de México del año 2004, toda vez que estas conferencias se realizan cada tres años.

Me llamó la atención el documento clave propuesto por Cepal, referido a la valoración del trabajo de las mujeres, como el factor más importante para mitigar esa pobreza insultante de los pueblos latinoamericanos.

Hace 25 años las agencias internacionales como Cepal, ONU y Banco Mundial lanzaron como solución a la «transición productiva» la urgencia de la igualdad entre las mujeres para masificar las políticas de control de la natalidad; igualdad para que las mujeres pudieran trabajar libres. Entonces se instalaba en la región el proyecto de la Industria Maquiladora de Exportación, se necesitaban los brazos y las capacidades de las mujeres. El modelo, que luego llamaríamos neoliberal o de capitalismo salvaje, así lo requería.

Me asusta que las participantes salieran convencidas de que se acerca lo que se pidió en 1975, o sea el reconocimiento del trabajo doméstico de las mujeres como un elemento sustantivo de la riqueza de nuestras sociedades.

Hoy la situación es idéntica y me queda un mal sabor de boca: es posible que las economías de los 9 poderosos todavía estén pensando en sobreexplotar a las mujeres, estudiar el uso de su tiempo, porque las necesitan libres y con derechos para su modelo económico.

Esta Conferencia fue una mascarada, una simulación. Los verdaderos problemas, quedaron pendientes.

Sólo encontré en El Diario de Quito una declaración de Ana Lucía Rivera, delegada ecuatoriana del Ministerio de gobierno, quien señaló que las mujeres no se pueden desarrollar con la garantía de sólo una parte de sus derechos. Se necesita, dijo, una visión integral porque no basta tener derechos políticos si no tenemos derechos ni garantías sociales, ni una vida libre de violencia.

«No queremos una declaración sino presupuestos, soportes reales, marcos legales institucionales que modifiquen el sistema actual», dijo.

Es decir ella se refiere a renovar la política, las constituciones y el modelo económico, para que las mujeres puedan acceder a sistemas de salud, sistemas pensionarios superiores y equivalentes a los de los hombres; a la urgencia de empleos productivos donde haya empleo para hombres y mujeres, además que las mujeres realmente ganen lo mismo; derechos políticos para representarnos, pero en el marco de una democracia participativa, donde la paridad tenga sentido.

Ahora muchas mujeres en los gabinetes, hasta el 38 por ciento en el Congreso de Costa Rica o el 16 en México, no tienen efectos en la vida de las mujeres porque las funcionarias están ajustadas al modelo de exclusión neoliberal; se proponen pactos entre hombres y mujeres, como lo propuso Celia Amorós hace 20 años tiene sólo sentido si esos pactos tienen soportes democráticos y económicos, si no seguiremos hablando, logrando declaraciones y una maravillosa simulación.

Las mujeres mueren de parto, en emboscadas de narcotraficantes, o a manos de su pareja, porque este sistema no da para más.

* Periodista y feminista mexicana, fue reportera en los periódicos El Día, unomásuno, La Jornada y directora del suplemento Doble Jornada, directora fundadora de Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC).

07/SLL/CV

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