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Cuencos tibetanos, resonancia curativa

Por Carolina Velásquez*

El sonido de los cuencos tibetanos combinado con meditación, visualización guiada y vocalización, es la síntesis del trabajo del doctor Mitchell L. Gaynor como médico especialista en la prevención del cáncer en el Strang Cancer Prevention Center de Nueva York, experiencia que expone en el libro Sonidos que curan, publicado en 2001 por la editorial Urano.

Como ya hemos comentado en otras entregas, Gaynor supo de los cuencos a partir de su encuentro con Ödsal, un monje tibetano al que atendió por una afección cardiaca, a cambio de este conocimiento el doctor le enseñó la forma como meditaba con visualizaciones guiadas.

Los cuencos tibetanos han sido utilizados en los Monasterios y Lamaserías del Tibet, Nepal y la India desde hace miles de años como una práctica habitual, según expone Pedro Palao Pons, en su guía El sonido mágico de los cuencos y campanas tibetanos (2001), quien los define como «preciadas obras de arte dignas del mejor de los museos» por su forma especial de elaboración.

Originalmente, dice, estaban hechos de manera «absolutamente» artesanal, a base de una aleación de varios metales: oro, plata, cobre, cinc, níquel, hierro y antimonio. Presentan un aspecto rudimentario producto de la técnica como se elaboraban: luego de fundir los metales, los monjes extendían la aleación y le iban dando forma circular a base de delicados y precisos golpes hasta darle la forma de un cuenco.

Actualmente ya no los hacen los lamas tibetanos, «artesanos especializados, menos sacros y espirituales, que los originales orfebres, se ocupan de su elaboración, siguiendo las antiguas tradiciones», explica Palao, y sólo se utilizan tres metales: cobre, hierro y bronce.

Respecto a su poder curativo, mediante la resonancia (calidad vibracional) de su sonido, Gaynor y Palao coinciden en afirmar que el sonido (sagrado) de los cuencos puede ayudar enormemente en el momento de reequilibrar los complejos procesos celulares del ser humano.

Potencian la sanación y la consecución de la armonía entre el cuerpo físico y los cuerpos o energías sutiles, dice Palao.

Para Gaynor, tanto si han sido elaborados en bronce por artesanos tibetanos o tallados en cristal y fabricados en Estados Unidos, los cuencos cantores –como él les llama—actúan como un medio «en el cual nuestro caos interior y nuestros conflictos pueden reconfigurarse, para transformar en un sentimiento armonioso –estar tranquilamente centrados— que resuena por cada célula de nuestro cuerpo o mente».

Es una práctica de la que cualquier persona puede beneficiarse antes de padecer cualquier enfermedad. Sus efectos fortalecerán su vida y podrá disfrutar de sus efectos «fortaleciendo su vida» a partir de escuchar y conectarse con su resonancia curativa.

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* Periodista mexicana, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt, instructora asociada de Tao Curativo (www.taocurativomexico.com).

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