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El poder para las mujeres no un camino gratis

Por Cecilia Lavalle*

Yo no aspiro, no deseo, no busco poder político. Sin embargo, desde mi trinchera me sumo a la lucha para que las mujeres cada vez ocupen mayores espacios de poder en todos los órganos de decisión. Nada más hay que hacerles una aclaración. No es gratis.

La semana pasada, en mi reflexión titulada Queremos el poder, señalé que aspirar a la mitad del poder político no sólo era lógico –dado que representamos la mitad de la población– sino que era justo y democrático.

También dije que leyes de cuotas que no dejaran resquicios para su incumplimiento representan el camino para llegar a la meta de 50 por ciento en cargos de poder político. No es el único camino, por supuesto, pero sí la avenida principal. El tema de las cuotas es polémico. Tiene muchos detractores y no pocas detractoras.

Buena parte de las posiciones en contra que yo he escuchado apuntan que cumplir la cuota es como regalarles a las mujeres el cargo. Y suelo escuchar esto de varones.

Habrá que aclarar que las leyes de cuota No son un regalo, No son una concesión que hacen los varones. Es una conquista de las mujeres para garantizar que se abran espacios ahí donde los hombres sienten que el poder sólo les pertenece a ellos por derecho natural y divino.

Asimismo, hay quienes dicen que poner un límite de 30 por ciento obstaculiza un mayor acceso. Yo propongo que primero cumplamos el 30 y luego hablemos.

Entre las cámaras de Diputados y de Senadores a duras penas juntamos 20 por ciento de representación legislativa. En gubernaturas estatales, con sólo dos gobernadoras, tenemos 6.25 por ciento. Y en municipios sólo cerca de 4 por ciento.

Luchemos por lograr que al menos tres de cada diez espacios de representación política sean ocupados por mujeres en todos los ámbitos, y luego vemos cómo rompemos ese techo.

Otra de las críticas es que las cuotas no garantizan la llegada de mujeres realmente capaces. A mí no deja de sorprenderme que se critique con ferocidad cada vez que una mujer incapaz ocupa una curul. Como si todos los hombres que hayan ocupado una sean ejemplo de capacidad y solidez ideológica e intelectual.

Rebeca Grynspan, ex vicepresidenta de Costa Rica, dijo: «La igualdad se probará cuando tantas mujeres incapaces lleguen al poder como hombres incapaces hemos tenido en él».

Me parece un exceso, pero no le falta razón, porque, a diferencia de los varones, una mujer siempre tiene que probar que es inteligente y capaz, por encima de sus compañeros varones.

Finalmente, una de las críticas que suelo escuchar con más frecuencia de parte de otras mujeres es que las cuotas no garantizan la representación de nuestros intereses.

Y, si bien es cierto que en recientes legislaturas hemos tenido mujeres profundamente comprometidas con su género, cierto es también que un cuerpo de mujer no significa garantía al respecto, al igual que un cuerpo de hombre no significa que se trate de una persona machista y misógina. Muchas mujeres, claro, son profundamente machistas.

También hay, desde luego, mujeres que teniendo poder no se ocupan de tomar decisiones que apoyen, no sólo la incorporación de otras a órganos de decisión, sino tampoco lo utilizan para transformar significativamente las condiciones desfavorables que viven las mujeres.

No hacen nada en su ámbito de influencia para, por ejemplo, prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, evitar y sancionar el acoso sexual, garantizar igualdad salarial, promover la capacitación; tomar medidas para que ser madre no signifique renunciar a las posibilidades de progreso personal y profesional, flexibilizar los horarios laborales con una visión más humanista, entre otros temas.

Pero eso no basta para denostar las cuotas. Eso sí, a las mujeres que llegan al poder hay que recordarles que no llegaron solas. Sus relaciones políticas y su capacidad no bastaron para llevarlas al poder.

Influyó decisivamente la lucha de muchas mujeres durante más de tres siglos. Sin esa lucha, sería impensable la posibilidad misma de ser electa. Pero, de igual manera, parte de esa lucha la conforma el trabajo reciente para promulgar leyes de cuotas.

¿Y para qué se supone que luchamos por abrir espacios de poder, incluso quienes como yo no deseamos poder político? ¡Para hacer la diferencia para otras mujeres!

No basta que sean capaces. Por encima de todo, necesitamos su compromiso con las mujeres.

Vivimos una situación de emergencia. Violencia, tráfico y trata de mujeres, feminicidio, muertes maternas, pobreza, migración… ¡No podemos darnos el lujo de sólo exigirles capacidad!
¡Mujeres al poder! Sí. Pero no es gratis. Requerimos un claro compromiso para transformar la realidad de las mujeres.

[email protected]

* Periodista y feminista en Quintana Roo, integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

07/CL/GG/CV

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