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Las belicosas, las revolucionarias, las Adelitas

Por Leticia Puente Beresford*

En el 97 aniversario de la Revolución Mexicana, ellas, las Adelitas, traían por un lado el rifle, por el otro la canasta con comida y al niño o niña cargando con un reboso en la espalda, informa el experto Alejandro Guerra.

La televisora Univisión transmitió la imagen de la más conocida Adelita, la de Altagracia Martínez y en su ventanal expone que la inspiración de corridos, leyendas, historias, películas y un ejemplo para las mujeres de la nueva época son Las Adelitas de la Revolución Mexicana, esas mujeres guerrilleras que participaron, al pie del cañón, en una de las batallas más importantes para el país.

Ellas, asegura, son un mito real. Lejos de ser un mito, las Adelitas sí existieron y no solo eso, ayudaban a sus hombres en el frente de batalla, además de ser cocineras, amantes y madres de familia.

Fue una la que saltó a la fama y de ahí que se impusiera este nombre para todas las belicosas. Aunque poco se sabe de ella, los investigadores dicen que su nombre era Altagracia Martínez. Su popularidad llega hasta nuestros días con la imagen captada por Jerónimo Hernández, fotógrafo oficial y muy probablemente jefe de fotografía del diario maderista Nueva Era.

La imagen, publicada el 8 de abril de 1912 en ese diario, muestra a una mujer con un reboso en la cabeza, bajando del ferrocarril de la estación Buenavista y a las de tropas del general Victoriano Huerta a punto de partir hacia Chihuahua, donde combatirían al general Pascual Orozco, que se había sublevado contra el presidente Francisco I. Madero.

El pie de foto dice: «Defenderé a mi Juan». De ahí que Altagracia se considerara como soldado, aunque algunos dicen que era una cocinera y otros, que era una prostituta. Sin embargo, la mayoría sigue creyendo que estaba en el frente de batalla.

Aunque la fama de Las Adelitas se dio en la Revolución Mexicana, Ríos asegura que las mujeres tomaban armas desde la Independencia (1810).Cobran visibilidad en 1922 cuando viene todo este movimiento nacionalista, cuando llegan a la Ciudad de México las tropas mexicanas. Cuando se establecen estas mujeres en el zócalo (centro de la capital), la prensa se asusta al verlas y las tacha de mujeres mugrosas y harapientas que tiene piojos y hasta dicen groserías.

Estaban sentadas en las banquetas con el niño llorando, con el canasto de ropa y con el trompete de las tortillas», señala Ríos. De ahí que estuvieran en boca de todos cuando señalaban que dejaban sus hogares para levantarse en armas.

Una de las hipótesis que explican la participación femenina en las batallas es que al verse solas y sin apoyo económico directo, se fueron detrás de sus hombres para cumplir con su papel de ama de casa, pero desde los campamentos y a la falta de militares, entraban ellas al quite.

«La mujer ha acompañado al hombre y a sus hijos permanentemente y no importa a dónde. Va a la guerra y se une al hombre; no solo le prepara sus alimentos, sino que también lo acompaña como una segunda línea de batalla para ayudarlo, impulsarlo y servirle como una enfermera. La mujer se convirtió en alguien muy importante en la guerra de la Revolución», explica el experto Alejandro Guerra.

Y es que muchas veces Las Adelitas se enfrentaron al dolor de perder a su hombre y entonces valientemente agarraron el fusil. «Cuando entra a la batalla está sujeta a todos los vaivenes de la guerra y puede ser una prostituta, porque cuando el hombre se le muere y ella está en la lucha puede ser refugio o ayuda a otros hombres. Se vuelve una mujer que acompaña y ayuda a los demás», argumenta Guerra.

AL QUITE POR AMOR

Y es precisamente esto lo que más sorprende a los expertos sobre Las Adelitas, que fueron capaces de arriesgar todo por amor. «Es una situación que no en cualquier parte del mundo pasa. En México la mujer es la que más está junto al hombre y por eso es tan importante la Adelita en México. Se ha entregado en todo momento. Las Adelitas traían por un lado el rifle, por el otro la canasta con comida, y al niño o niña cargado con un reboso en la espalda», comenta Guerra.

Así, representante de todas Las Adelitas de México, la fotografía de Altagracia Martínez ha sido publicada hasta el cansancio en carteles, postales, libros, etcétera, pero su rostro, a pesar de ser el más famoso, es tan solo uno de entre las miles de mujeres que tomaron las armas a favor de la Revolución Mexicana. ‘Yo soy rielera, tengo mi Juan, el es mi vida yo soy su querer, cuando me dicen que ya se va el tren, adiós, mi rielera, ya se va tu Juan…’

* Corresponsal de CIMAC en Nueva York. Integrante de la Red de Periodistas con Perspectiva de Género.

07/LPB/GG

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