Inicio Diputadas de Guatemala en la disyuntiva: unidas o supeditadas

Diputadas de Guatemala en la disyuntiva: unidas o supeditadas

Por Rosalinda Hernández Alarcón*

Aunque sólo suman el 12 por ciento, pueden convertirse en un ejemplo de unidad

Las 19 mujeres que recién asumieron cargos en el Congreso de Guatemala, la mayoría por primera vez, podrían formar un frente común que les permita potenciar su capacidad de propuesta a favor de la población femenina. Para ello, requieren superar prejuicios y reconocerse como conglomerado social en situación de desventaja.

Si, por el contrario, optan por ubicarse como congresista sin identidad de género, su actuación —por muy buenas intenciones que tengan– se verá supeditada a la lógica patriarcal que hoy es predominante en ese organismo.

Al procurar cumplir con sus obligaciones, la labor legislativa de las diputadas será diferente si reconocen o no las condiciones de discriminación que viven las mujeres en comparación a los hombres. Si están concientes de tales desigualdades, sus iniciativas e intervenciones tendrán como fundamento garantizar los derechos de las mujeres, fortalecer su desarrollo social, económico y productivo, al igual que promover su ciudadanía y erradicar la violencia en su contra.

Al recordar la trayectoria general de las congresistas guatemaltecas, su protagonismo ha sido escaso o temporal. Las que han sobresalido, salvo claras excepciones, lo han hecho sin tener en cuenta su identidad individual y colectiva como mujeres. Otras en sus actuaciones con enfoque oficial u opositor no siempre las preceden los postulados del partido a que pertenecen. Unas han cambiado de agrupación cuasi empresarial a pro militar, o de una identificada como social-demócrata a otra que se califica revolucionaria.

El déficit en la calidad de vida de las guatemaltecas es gigantesco, principalmente las que son pobres. Se requieren grandes esfuerzos para superarlo. Así también para que ellas tengan oportunidades de tomar sus propias decisiones con información veraz y científica, sin fundamentalismos que las obligan a renunciar a sus derechos.

Las alianzas entre diputadas en México (suman el 22.8 por ciento del total de congresistas) les han permitido concretar avances importantes en la legislación; por ejemplo, la ley que dio vida al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) como entidad autónoma, el incremento del presupuesto nacional a grupos de mujeres y para la equidad de género, así como dos leyes generales: de Acceso a una Vida Libre de Violencia y de Igualdad entre Mujeres y Hombres.

En otros países también existen ejemplos de alianzas entre parlamentarias que han priorizado la defensa de los derechos de la población femenina, en lugar de subordinarse a los postulados de sus respectivos partidos que todavía excluyen de manera conciente o no los postulados feministas.

Las diputadas aquí pueden optar por un perfil bajo o un liderazgo con gran iniciativa, y si éste responde a la agenda política de las mujeres seguramente estará respaldado con acciones de sus organizaciones.

* Feminista mexicana, radicada en Guatemala, directora del Suplemento feminista mensual La Cuerda e integrante de la Red de Periodistas de Centroamérica y el Caribe con Visión de Género.

08/RHA/GG/CV

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