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Sólo para mujeres

Por Cecilia Lavalle*

¿Qué no hay otra manera? ¿Qué no hay otro camino? ¿No estaremos caminando en la ruta equivocada? Pregunto, porque cada vez que parece que no pueden con un problema se elige el camino fácil. Y en este caso, como en otros, los platos rotos los pagamos las mujeres.

Hace unos días, en el Distrito Federal comenzaron a operar 13 camiones urbanos sólo para mujeres. Se adoptó esta medida debido a los altos índices de ataques sexuales en el transporte público.
Esta decisión forma parte de la campaña Viajamos Seguras en la que participan el Gobierno del DF y el Instituto de las Mujeres de esa ciudad, e incluye otras acciones como la instalación de videocámaras y agrupamientos especiales en el Metro.

En México este tipo de disposiciones tienen su antecedente en 2004, cuando se destinaron dos vagones del Metro para mujeres e infantes en horas pico.

Previamente, en varias ciudades de Japón y en El Cairo, Egipto, se apartaron vagones de trenes exclusivos para mujeres.
Hace dos años, en Río de Janeiro, se reservaron para mujeres vagones del tren subterráneo que circulan todo el día. Y, en fecha reciente, el gobierno de Goiania, ciudad brasileña de más de un millón de habitantes, estaba por incorporar esta medida en los autobuses públicos.

Las razones para tomar esta medida, las expuso el concejal Mauricio Beraldo, autor del proyecto Goiania. Y son de lo más ilustradoras, porque creo que es lo que subyace a las decisiones similares que se han tomado en el mundo, incluida por supuesto la del DF.

«Las mujeres lindas de Goiania son asediadas sexualmente todo el tiempo en los buses repletos de hombres, quienes parecen incapaces de controlarse» (El Universal, noviembre 17 de 2006).
¿De modo que, dado que los hombres parecen pertenecer a una especie incapaz de controlar sus instintos, lo que hay que hacer confinar a las mujeres a otros espacios? ¿De manera que como las mujeres son lindas y, por tanto, provocan tentaciones, lo que hay que hacer es segregarlas?

¿No es, más o menos, el mismo argumento que han esgrimido distintas religiones en diversos momentos de la historia para mantenernos en lo oscurito?

Me queda claro que el objetivo es proteger a las mujeres de los ataques sexuales que padecen en el transporte público.

Información de la Procuraduría del DF indica que 10 por ciento de los ataques sexuales contra mujeres ocurrieron en el transporte público en 2006. Y que esta cifra aumentó a 14 por ciento en 2007 (Cimacnoticias, enero 17).

Lo que no me queda claro es por qué la alternativa es segregar a las mujeres y no incrementar las medidas preventivas, con vigilancia especializada en las rutas donde los ataques ocurren con más frecuencia.

Lo que no me queda claro es por qué la alternativa no es hacer más eficiente nuestro sistema de procuración e impartición de justicia. Un sistema que con harta frecuencia culpa a las mujeres de la agresión y no castiga a los acosadores y violadores.

Pero para mejorar nuestro sistema de justicia faltan años luz, y el problema hay que atenderlo ahora, me dirían, tal vez, quienes diseñaron tan excluyente estrategia.

De acuerdo. Lo que no entiendo es por qué la respuesta deba ser segregarnos, aislarnos, confinarnos a espacios donde sólo se encuentren otras mujeres.

Con esa misma lógica deberíamos aceptar que circulen taxis exclusivos para mujeres. Numerosos ataques sexuales en el DF se han cometido a bordo de taxis (Cimacnoticias, enero 23).

Asimismo, deberíamos aceptar que se reserven calles donde exclusivamente transiten mujeres. O bien, que se prohíba que salgamos de nuestras casas si no es en compañía de un varón, para que así no corramos peligro.

Y ya entradas en medidas emergentes para «protegernos» podemos importar burkas, así evitamos ser objeto de tentación para esos hombres que no pueden controlarse cuando ven a una mujer.

No me parece el camino correcto. Ni siquiera el más eficaz. Información oficial señala que los ataques sexuales en el Metro aumentaron.

En 2006, el abuso sexual ocupó el segundo lugar en la incidencia de delitos dentro del Metro (Cimacnoticias, enero 23).

El remedio puede ser más peligroso que la enfermedad. Sobre todo cuando no se ataca la enfermedad y simplemente se aísla a la víctima.

[email protected]

* Periodista y feminista en Quintana Roo, México, integrante de la red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

08/CL/GG/CV

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