Inicio Decenas de mujeres evidencian públicamente a un agresor sexual

Decenas de mujeres evidencian públicamente a un agresor sexual

Por Redaccion

Decenas de mujeres realizaron el pasado 4 de junio, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, una manifestación (escrache) que se encaminó hacia el domicilio del agresor sexual Francisco Ciavaglia («Pancho»), con el fin de hacer pública su denuncia contra él; elaboraron también un volante con la fotografía del hombre y publicaron una carta en la dirección: http://chiapas.indymedia.org/display.php3?article_id=156909keyword=carta+abierta+a+los+hombresphrase

El agresor sexual llegó hace tres meses a San Cristóbal para trabajar como fotógrafo independiente y desde su llegada varias fueron las mujeres que se sintieron agredidas por su actitud, dos de ellas optaron por irse de la ciudad.

A raíz de todo esto, un grupo de alrededor de 30 mujeres empezaron a reunirse y a reflexionar acerca de la violencia de género hacia las mujeres, un hecho real y constante, invisibilizado, para nada reconocido (más bien minimizado) e incluso favorecido, hasta en los mismo espacios activistas en los que ellas se mueven y en donde se pretende construir prácticas antiautoritarias y libres de cualquier forma de discriminación.

No es la primera vez que en San Cristóbal un grupo de activistas denuncian abuso sexual de alguien que se dice partícipe en la lucha por un mundo mejor y más igualitario. El pasado mes de abril, varias mujeres abusadas sexualmente por Onésimo Hidalgo Domínguez, decidieron denunciarlo públicamente.

Y ante ello, el Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (CIEPAC), con sede en la misma ciudad de San Cristóbal de las Casas, decidió expulsarlo de sus filas y respaldar y proteger jurídica y políticamente a las afectadas, quienes tomaron la decisión de convertir en cuestión pública y política la violencia sexual que han vivido. (Cimacnoticias, 30 abril 08).

En el caso, más reciente, a partir de la reflexión colectiva de las mujeres surgió la decisión de hacer la denuncia pública, a través de la manifestación (escarche), un volante con la fotografía del agresor y una carta, que se transcribe a continuación, en la cual definen su idea de violencia.

CARTA ABIERTA A LOS HOMBRES

El documento se titula Carta abierta a los hombres, compañeros o no, agresores o no.

«Aunque nos parezca absurdo tener que aclarar lo que nosotras comprendemos como violencia de género, percibimos la necesidad de hacerlo. Primero porque varios casos han pasado y siguen pasando en nuestro círculo activista, donde supuestamente todos y todas luchamos, entre otras cosas, por la equidad entre hombres y mujeres.

«Segundo, la definición jurídica de violación es demasiado estrecha para abarcar todas las agresiones que sufrimos cotidianamente como mujeres.

«La violencia sexual es cualquier acción que no respete y que va en contra de nuestros deseos y voluntades. No importa el ‘nivel’: todas, violaciones, amenazas, abusos verbales y físicos, son igualmente graves, aunque unas sean más directas que otras.

«Un NO siempre significa NO. Afirmar lo contrario es no respetarnos como personas que pensamos y sentimos, y que, más que todo, sabemos lo que pensamos, sentimos y queremos.

«Una relación consentida no quiere decir que se consienta todo. Aunque decidamos estar con alguien, siempre tenemos el derecho de decidir hasta donde queremos ir y qué queremos o no hacer. Tenemos este derecho porque somos personas, y no simplemente cuerpos a disposición de deseos y voluntades.

«También es violencia cuando nos desvalorizan, nos disminuyen, nos tratan como niñas. Es violencia por aprovecharse de una condición social injusta y absurda, para intentar mantenernos sometidas y ejercer un poder también absurdo, con la idea de manipularnos para hacer lo que quieren ustedes, y no lo que queremos nosotras.

«Como dueñas de nuestros cuerpos podemos vestirnos como queremos y la ropa que usamos no dice nada sobre el tipo de relación que queremos establecer con ustedes. No quiere decir que estamos provocando y tampoco les da el derecho de invadir nuestros espacios, a chiflarnos o a gritarnos en la calle.

«También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así haya gente que no nos cree. Es una violencia porque es ocultar nuestra voz, no escucharla.

«Optar por ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es también pactar con la violencia, porque es no considerar nuestra lucha diaria por ser dueñas de nuestros cuerpos como prioridad, como una lucha tan importante como todas las otras en las que estamos.

«Pensamos en escribir todo esto porque vemos que la violencia es mucho más sutil y subjetiva de lo que generalmente se considera como tal. Escuchar la voz de quien sufre, en distintos niveles, cotidianamente, es el primer paso para cambiar. El segundo paso es respetarla.»Solo así se puede construir el mundo que queremos, en todos los espacios, sin separar el público del privado y sin mantener las opresiones contra las cuales luchamos».

08/FC/GG/CV

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