La feminista guatemalteca Yolanda Aguilar quedó impresionada por la fuerza, compromiso y decisión de las Mujeres de Negro en su empeño por la paz, contra las guerras, de apoyo y solidaridad con otros esfuerzos de mujeres en el mundo que luchan por sanar heridas, recuperar la memoria y por la justicia.
No había conocido un movimiento feminista, pacifista, del primer mundo, con tal nivel de energía, señala la antropóloga y docente universitaria en una carta dirigida este mes desde Valencia, España, a la Red de Mujeres de Negro, luego de los talleres que impartió los tres primeros días de febrero de este año, en Belgrado, a los que acudieron una treintena de activistas de la Red de Mujeres de Negro de Serbia.
Hace cinco años, recuerda, conocí por primera vez en Granada, España, a mujeres del Grupo de Mujeres de Negro de Valencia y Madrid; más tarde a muchas más en el Encuentro de Mujeres de Negro en Jerusalén, donde se vivió no sólo un encuentro de mujeres, sino una experiencia espiritual «que me mostraba que todo lo que hacemos lo podemos continuar siempre y cuando hayamos sanado nuestras propias heridas de mujeres, de luchadoras, de combatientes por la paz, les dice.
Recuerda la coordinadora del proyecto «De víctimas de violencia sexual a Actoras de Cambio: la lucha de las mujeres por la Justicia» que dos años más tarde las vio en el Encuentro de Valencia, donde dialogaron sobre lo que significa construir la paz interior desde ellas mismas, empezando por romper las prácticas y los discursos que las sitúan solamente en el afuera, las agotan y en realidad les ponen límites a lo que pueden lograr.
Acordaron entonces con Stasa Zajovic, integrante de la organización, que tenían que profundizar al respecto, que debían recuperar la memoria que en sus cuerpos vive, resultado del agotamiento de pretender salvar al mundo y a las mujeres «y además vivir en nuestros propios cuerpos, con nuestras propias historias, o tal vez en orden inverso».
En febrero de este año, fue a Belgrado donde, al trabajar con Mujeres de Negro de Belgrado, reconoció inmediatamente que hablaban el mismo lenguaje y que como activistas de toda la vida la primera necesidad era escucharse, reconocerse, no solo en función de otras, sino principalmente desde ellas mismas.
LA TERAPIA DEL REENCUENTRO
Compartió con ellas la experiencia de trabajo de memoria histórica con mujeres en Guatemala, su propio proceso personal, pero sobre todo las nuevas herramientas de trabajo que ahora tiene para la sanación desde la propuesta de Fina Sanz: la Terapia de Reencuentro.
Compartió dos días y medio de trabajo de escucha de las emociones desde lo que implica ser mujeres y activistas sociales. Empezamos, dice, a recorrer juntas un camino largo que nos implica a todas, desde la mirada crítica de nuestros procesos personales hacia la definición de alternativas colectivas para sanar. «No para salvar al mundo, sino para reencontrarnos con nosotras mismas y con las y los demás».
Dice que el taller en Belgrado fue para compartir la necesidad de trabajar procesos de sanación de las heridas, el dolor acumulado de tantas guerras. Le preocupa que con su trabajo de activistas por la paz, no solo acompañen procesos de dolor, sino que sobretodo, asuman que es posible salir de allí y acompañen a otras mujeres a salir del papel de víctimas, para que el empoderamiento pase realmente por la piel.
Hay, seguramente, dice la activista, muchos caminos para acompañar el proceso de salir del dolor, pero no muchas organizaciones y movimientos de activistas se involucran en ellos. Sanar implica una relación amorosa consigo misma y una responsabilidad individual y colectiva para hacer posible muchas de las transformaciones de fondo que buscamos.
ELLAS HABLAN
Del taller realizado por la activista Yolanda Aguilar existen también testimonios recuperados por Stasa Zajovic y Milos Uroševi en marzo de este año, como el de Aida, de Novi Pazar, y el de Slavica Stojanovic, de Beograd.
Me encantó la historia de Yolanda, dice Aida. Con admiración, pero también con tristeza y rabia he escuchado su testimonio. Estoy muy impresionada de su lucha y cómo después se hizo gran defensora de los derechos de las mujeres violadas y torturadas en Guatemala, en todo el mundo.
«Su testimonio y el inicio del taller del viernes nos ayudó a sentirnos parte de un gran colectivo mundial, de nuestra familia humana y espiritual. La estancia de Yolanda entre nosotras nos confirmó que no importa de qué país venimos, qué lengua hablamos, sino que lo que importa son las ideas y los objetivos por los que luchamos.
«Es la sensación de formar parte de una gran familia global que sin preguntar por el precio lucha por la justicia, la libertad, la paz y esto es lo que me anima para persistir en la lucha. El encuentro con Yolanda ocurrió en un momento muy importante. Me hacían falta esos mensaje, el apoyo que nos dio. Por eso se lo agradezco a ella y a la red de Mujeres de Negro. Como tantas veces sé que no estoy sola.
Y Slavica Stojanovic, recuerda: El taller de Yolanda ha sido para mí la mejor introspección política que he sentido o visto hasta el momento. Para mí ha sido el taller más revelador sobre el cuerpo. El drama feminista con el cuerpo se desarrolla quitando una capa tras otra.
«Y la experiencia de Yolanda, con cinco años debajo de un árbol, solo con lo que tiene puesto y con la política en la cabeza- eso hizo quitar todas las capas de una vez. Con Yolanda he ganado un pedazo más de mi cuerpo y se lo agradezco. Y me alegra muchísimo saber que viene de nuevo para que la conozcan más mujeres.
08/GG