«Mi familia me dice de cariño Cosú. Nací de la panza de mi mami, en Querétaro. De cariño, les digo a mis papás Papoyo y Mamoya. Mi mascota es un perro, se llama Chelsea. Me gusta mucho jugar con mi gatito, mi perro Clifford y mi otro perro, Blue. Me gustaría ser veterinaria de grande».
Este es el testimonio de Karen, una niña de Querétaro cuya fotografía se encuentra también en la exposición «Ya ves… somos iguales. Niños, niñas y adolescentes en México», integrada por testimonios y por más de 120 fotografías tomadas en 20 estados de la República por los fotógrafos Mauricio Ramos, quien recorrió el sur del país; Rosendo García Quintos, el norte, y Sebastián Beláustegui, que recopiló las imágenes y testimonios en el centro de la nación.
La descripción del estilo de vida, metas e intereses de las y los niños y adolescentes del país, y su imagen en color o blanco y negro, expuestas en la galería abierta de Paseo de la Reforma, fue recopilada en el mismo paisaje en que ellas y ellos habitan.
Tiene como fin llamar a la conciencia de la sociedad, pero también a la acción para garantizar los derechos de la infancia. Se trata, dice sus promotores, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, de que la exposición haga visible la igualdad y otros derechos de la infancia como la educación, la no discriminación, la salud y la protección.
Pretende también presentar, a través de la palabra y la imagen de la niñez y adolescencia, la diversidad que existe en la República Mexicana, con un común denominador: la esperanza sobre el futuro que manifiestan ellas y ellos.
Son como ventanas a los diversos escenarios de la República: las y los niños que viven en el desierto, en las montañas, en la frontera, en las costas o en las selvas y en las ciudades.
Las y los transeúntes que recorran Paseo de la Reforma pueden observar un niño nadando bajo el mar con su snorkel, en Los Cabos, que expresa el gusto por pasar el mayor tiempo bajo el agua observando las maravillas naturales. El rostro triste de una adolescente que afirma ser modelo y con ello ayuda a su familia.
También una niña, que estudia teatro, vestida de leopardo. Así mismo estudia jazz, baile e idiomas. Un adolescente sosteniendo un gallo por las alas; dice que ayuda a su padre como gallero, lo que más le gusta es el inglés y camina media hora para llegar a la escuela.
También se exhiben fotografías con temas de equidad, como es el caso de unos adolescentes acostados sobre sus brazos compartiendo el mismo espacio, representando la convivencia en igualdad.
Otra fotografía que captura la atención del público es la de un joven representando «emo», quien habla sobre la necesidad de ser aceptado por una sociedad, sin violencia y sin discriminación.
La inauguración de la muestra ocurrió el pasado 21 de julio y estuvo a cargo de Susana Sottoli, César Costa, embajador de buena voluntad de UNICEF, y los tres fotógrafos. Permanecerá hasta el próximo 17 agosto.
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