En México, las mujeres económicamente activas siguen percibiendo salarios más bajos que los hombres por realizar igual trabajo y esta brecha de discriminación salarial se incrementa cuando las mujeres son pobres, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su estudio Economía productiva y reproductiva en México: un llamado a la conciliación.
«La discriminación salarial se ha modificado muy poco de 1998 a 2006 y para alcanzar la equidad en salarios entre mujeres y hombres es necesario aumentar en promedio 8.8 por ciento el salario por hora de las mujeres», dice el estudio de CEPAL.
Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en 2006 las mujeres económicamente activas representaban el 37.1 por ciento de esta población y los hombres 62.9 por ciento. De ellas, las que ganan un sueldo menor a dos salarios mínimos representan el 42.9 por ciento y los hombres 29.5 por ciento.
En tanto, la población femenina que percibía en 2006 menos de un salario mínimo era de 18.3 por ciento y los hombres con este ingreso eran el 10.5 por ciento.
En cuanto a la cantidad de mujeres y hombres desempleados, las cifras del INEGI muestran que el índice de desempleo de las mujeres era de 3.8 por ciento y en hombres de 3.4.
Según el estudio publicado por la CEPAL, en 2008 existe una brecha de género mayor entre las mujeres y los hombres pobres que entre los que no lo son, en zonas urbanas y rurales, por lo que señalan que «son necesarias políticas públicas destinadas a mejorar el empleo mediante la conciliación entre el cuidado de hogar y el trabajo remunerado».
MUJERES, MÁS Y PEOR TRABAJO
El deterioro de las condiciones laborales de las mujeres se ha incrementado, a la vez que ha aumentado la participación de la población femenina en el mercado laboral.
«Además este incremento en la participación femenina en el mercado laboral no ha sido acompañado en la igualdad de salarios, acceso a oportunidades de trabajo y una distribución más equitativa en las responsabilidades familiares», refiere el documento.
De acuerdo con el INEGI en México el incremento de mujeres económicamente activas en 1970 fue del 17 por ciento y en 2006 de 41 por ciento.
El estudio refiere que la participación femenina en el ámbito laboral se debe al surgimiento de nuevos modelos de familia, en los cuales las mujeres son jefas de familia. También es consecuencia de que un ingreso ya no es suficiente para sostener económicamente a una familia.
Una razón más que explica la mayor inserción femenina es la disminución de la tasa de fecundidad y además del deseo de trabajar de las mujeres, relacionado con uno de los derechos humanos fundamentales: el derecho al trabajo.
En comparación con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México, Turquía y Corea cuentan con niveles de participación de la mujer por debajo del 60 por ciento, junto con algunos países de Europa del sur, en contraste con países nórdicos y de Europa del este, que cuentan con niveles de 80 por ciento.
En países desarrollados, las mujeres aportan 40 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Si a este porcentaje se le agregara la aportación económica que realizan las mujeres en el trabajo doméstico, la cifra mostraría que las mujeres producen más de la mitad del PIB.
En los índices de equidad y género, México se encuentra en el lugar 99 de 115 países de Norte América, Oceanía y Europa en los índices de equidad y género, «ello refleja las desigualdades entre mujeres, y refleja las desigualdades entre hombres y mujeres en la participación económica y las altas brechas salariales», concluye el análisis.
08/GCJ/CV