En la región de Centroamérica los gobiernos enfocan sus mayores recursos a proveer de alimentos a la población que vive con VIH/SIDA y soslayan el abasto de medicamentos, afirmó Cristina Askarraga, oficial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En el tratamiento del VIH, la prioridad es luchar, mediante la alimentación, por la sobrevivencia de las personas que viven con el virus, puntualizó.
Si se habla de América Latina, la situación de México y Brasil es diferente, pues en el continente son los dos países que encabezan la lista de aquellos que alcanzarán mayor cobertura de asistencia. Es una de las metas del milenio, advirtió.
Al abordar el caso específico de Honduras refirió que, cada año, este país deberá invertir 5 mil 700 millones de lempiras –la moneda local– en el tratamiento de las personas que en la actualidad viven con VIH/SIDA.
«El costo del tratamiento de una persona que vive con VIH es de mil dólares mensuales (unos 19 mil lempiras)», expresó Askarraga, por lo que en un país como Honduras, con más 25 mil personas viviendo con virus, se deberían invertir 475 millones de lempiras mensuales para lograr una cobertura total.
LA SITUACIÓN INFANTIL
Según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en América Latina y el Caribe más de 6 mil 363 niñas y niños convivían, desde 2007, con el VIH/SIDA, y 4 mil 319 fallecieron por causa de la enfermedad.
En el informe se menciona la vulnerabilidad que sufren menores de edad y jóvenes, más allá de vivir con el virus, ya que también en la mayoría de los casos han sido afectados por la muerte de sus madres, padres y cuidadores.
De acuerdo con algunos estudios, el riesgo de transmisión del VIH/ SIDA, de madre a hijo, es de 15 a 30 por ciento, el que puede reducirse a menos del dos por ciento con la debida administración de antirretrovirales.
Teresa Espinoza, originaria de Argentina, conoce a la perfección la importancia de contar con medicamentos al momento de presentar un embarazo y ser una mujer viviendo con VIH.
«Cuando me diagnosticaron la enfermedad, yo estaba embarazada de mi hijo menor, que en la actualidad tiene 14 años, se llama Armando», dijo.
Lo que en un principio se pudo convertir en una tragedia para ella y sus seis hijos, ahora tan sólo representa la oportunidad para ayudar a otras personas, en especial a las mujeres que, por vivir con el virus, sufren de violencia y discriminación, añadió.
TESTIMONIO DE UN NIÑO CONCHERO
Los caracoles, colgados en sus tobillos, se hacen escuchar más que sus pasos y movimiento corporal. Sus manos y piernas danzan al compás del sonido de los tambores, su rostro infantil subraya aún más el significado que tiene para este niño el baile.
Para él, la danza es el medio a través del cual espera ayudar a personas que viven con VIH/SIDA, en especial aquellas con quienes comparte la misma edad y los deseos por llegar a ser adultos.
Se trata de Gerardo Ortega, de 13 años, miembro del grupo Yolopahtli (que significa medicina para el corazón), originario del municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, en la frontera con la Ciudad de México.
Con información sobre VIH/SIDA, Gerardo desea transmitir sus conocimientos a otras niñas y niños.
Su explicación es sencilla, así como los pasos de su baile ceremonial: «Lo que trato de transmitir es que si desde niños conocemos del SIDA podremos tener más armas para defendernos al llegar a la edad de ejercer nuestra sexualidad», apuntó.
08/NC/LG/CV